Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Los derechos de todos

La Habana no es una amenaza y Washington no prepara una invasión. Según el autor, la lucha por el derecho de circulación en Cuba y Estados Unidos es de dos vías.

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Este año el jurado del Premio Maria Moors Cabot otorgó una mención especial a la cubana Yoani Sánchez. La bloguera no pudo recibir su galardón en la Universidad de Columbia porque el gobierno cubano le impidió viajar a Nueva York.

El asunto tomó mayor relevancia cuando Sánchez retó a una oficial cubana de Inmigración a explicar la violación de su derecho a viajar, según demostró un vídeo que publicó en su sitio web. La bloguera interpeló a la oficial sobre qué dirá a sus nietos cuando pregunten sobre las violaciones de derechos en las que participaba.

El derecho de circulación

La simpatía recibida por Yoani Sánchez ante un gobierno que escoge el silencio soberbio mientras la despoja de un derecho, ilustra que los días de pasar de la poesía a la prosa en la eliminación del permiso de salida llegaron.

Si el gobierno no escucha lo que dicen sus propios artistas, como Silvio Rodríguez, o los intelectuales del último jueves de la revista Temas, entonces que no haya conferencia de embajador cubano o de movimiento de solidaridad con La Habana en la que no se le pregunten las razones por las que no deja salir a su pueblo.

La libertad de viajar está recogida en el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reproducido íntegramente en el Artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) de 1966.

La Declaración Universal, aprobada después del Holocausto judío, define ciertos derechos inalienables a todo ser humano como normas legales internacionales. Fue una conquista de los sectores progresistas contra el colonialismo, el racismo y el liberalismo clásico, que acepta los derechos políticos pero niega los económicos y sociales, como los respectivos a la salud y la educación. Es orgullo cubano que Ernesto Dihigo, prominente profesor de la Universidad de la Habana y diplomático, presentara su primer borrador.

El texto del Artículo 13 es explicito: "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país". Las interpretaciones legales (opinio juris) y la práctica de la mayoría de los Estados establecen el alcance de la libertad de circulación. Basado en el Artículo 12 del PIDCP, el Comité de los Derechos Humanos dictaminó en su observación general 27 del período de sesiones de 1999 que "la libertad de salir del territorio de un Estado no puede hacerse depender de ningún fin concreto o del plazo que el individuo decida permanecer fuera del país".

La observación general 27 es un documento que todos los cubanos deberíamos compartir. Establece que el derecho de movimiento sólo puede ser derogado "para proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral públicas, y los derechos y libertades de terceros". En esos casos excepcionales, las autoridades deben argumentar el vínculo causal específico entre la amenaza evitada y la necesidad de derogar el derecho de la persona en cuestión. Como indica el párrafo 3 del Artículo 12 del PIDCP, no basta con que las restricciones sean usadas para esos fines "permisibles". Deben ser estrictamente necesarias.

La mera existencia de un permiso de salida aplicable a toda la población cubana, que se combina con regulaciones para que los menores no puedan viajar con sus padres, prohibiciones indefinidas a los médicos y otros profesionales, requisitos de carta de invitación o la confiscación de bienes de aquellos forzados a emigrar de forma definitiva, son un modelo de desviación de las leyes y buenas prácticas internacionales.

Una justa reclamación

¿Qué iba a hacer Yoani Sánchez en la entrega del Maria Moors Cabot? Probablemente lo mismo que hizo en el vídeo que envió, criticar los abusos del gobierno cubano sin mencionar los cometidos por sus oponentes.

¿Es lo óptimo? No. Toda posición que no pregunte a los que apoyan el embargo qué le dirán a sus nietos cuando lean que el Consejo para la Libertad de Cuba, la Fundación Nacional Cubano Americana y la Unión Liberal Cubana usaron las restricciones a los viajes y al comercio de medicinas y alimentos contra el pueblo de Cuba para reclamar propiedades, es, en términos de justicia, incompleta. En el caso de Sánchez, no es pedir peras al olmo. La revista Consenso, de cuyo consejo editorial fue miembro, publicó las posiciones que reclamo.

Alguien pensará que cada cual dice lo que desea. Debería ser así. En 2005 gané el premio Leonard Marks de la Academia norteamericana de Diplomacia. El premio consiste en 5.000 dólares y una discusión del memorándum premiado en el Departamento de Estado. Al llegar a Washington, la Academia me entregó el cheque, pero el embajador Sam Lewis me informó que no iba a presentar mi ensayo pues la Administración Bush no tenía interés en discutir mi punto de vista. ¿A qué le tenían miedo? Era un memorándum, no un tsunami. Si creían correcto regular las visitas de cubanoamericanos a la Isla, ¿por qué tenían que esconderse?

Merezca Sánchez o no su mención especial, los sesgos de los premios sobre derechos humanos en Cuba que se otorgan en Estados Unidos y Europa son innegables.

¿Cuáles son las evidencias? 1) Aunque la mayoría de los disidentes cubanos se opone al embargo, ese tema esta ausente en las coberturas de los premios en los Estados Unidos y Europa. 2) Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado que el embargo y la prohibición de viajar bloquean la transferencia de información y tecnología de comunicaciones a Cuba, pero eso también es "olvidado" por premiados y premiadores. 3) Por alguna razón sin explicar, esos premios incursionando en el contexto cubano ignoran a los defensores de la libertad de expresión en Miami. Ni la profesora María Cristina Herrera, a quien le pusieron una bomba en casa; ni Emilio Milian, que perdió las piernas y el trabajo por criticar la conducta de ciertos grupos; ni el periodista Francisco Aruca, que mantuvo un programa en Radio Progreso a pesar de amenazas contra su vida, fueron nominados jamás al Maria Moors Cabot. ¿No sería justo promover la libertad de expresión entre los cubanos con un enfoque menos partidista?

Todo ese contexto es crucial para entender la política de los premios y sus manipulaciones, pero en términos de derechos humanos, es irrelevante. Si alguien conoce la razón por la cual el gobierno cubano niega a Sánchez su derecho a viajar, que la comparta. Ni la funcionaria que permanece callada desde la mitad del vídeo, ni ningún portavoz gubernamental ha argumentado el motivo de la prohibición. Sánchez no está bajo arresto, ni tiene causa legal pendiente, ni es funcionaria en posesión de secretos. Su trámite, en un Estado de derecho, sería simple: comunicar a las autoridades su salida y entrada del país. Es su derecho.

Se simpatice o no con las posturas de Sánchez, su acto pone cara a la violación de un derecho. "Están haciendo un papelazo", dijo con razón. Los que sostienen la política del permiso de salida deberían preguntar en cualquier parte del mundo lo que se piensa sobre lo que están haciendo. El propio Ricardo Alarcón fue el hazmerreír de los jóvenes de la Universidad de Ciencias Informáticas cuando defendió la regulación con sinsentidos acerca de los cielos congestionados por millones de viajeros.

Otra justa reclamación

Joni Scott es una joven norteamericana con sueños de llevar el mensaje de Cristo a todos los confines. Aunque es una buena ciudadana, Joni tuvo dificultades con el gobierno republicano de George W. Bush. ¿Por qué? Joni decidió regalar Biblias en las calles de Cuba. Pidió permiso para ir, pero los funcionarios de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC, por sus siglas en ingles) se lo negaron.

Sabiendo Joni que varios tratados de Derechos Humanos firmados por su país le confieren la libertad de movimiento, se fue a Cuba. Los funcionarios de OFAC, encargados de monitorear los fondos de Bin Laden, Hamas y el Hezbollah, encontraron tiempo para perseguir a Joni y multarla con miles de dólares por violar la prohibición de viajar.

¿Qué motiva la devoción religiosa de Joni? No soy cristiano para entender su fe misionera; sin embargo, como creyente judío entiendo que la revelación divina no se puede discutir racionalmente. ¿Por qué Joni escogió Cuba? ¿Por qué no aceptó cuando los burócratas le sugirieron ir a otro país? Tampoco sé, pero como en el caso de Yoani, es irrelevante.

Según la Declaración Universal y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, los derechos de viaje de Joni sólo pueden ser derogados por un vínculo causal específico entre su viaje para repartir Biblias y una amenaza a la seguridad nacional norteamericana. Si alguien sabe la conexión, que la explique.

Otra "amenaza a la seguridad nacional" fue Joan Slote, ciclista de 75 años, ganadora de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos para ancianos. En 2000, Joan quiso recorrer Cuba en bicicleta. Clinton no hizo nada contra la abuela pero, al llegar Bush al poder, los "luchadores por la democracia" decidieron multar a la "vieja comunista" con 8.325 dólares y 23 centavos. Como Joan no pago, amenazaron con deducirle el pago de la multa de su cheque mensual, de 1.184 dólares.

"Tremendo papelazo", valdría repetir. Tomen un café fuera de Miami y palpen que la idea de Bill Clinton, revelada en sus conversaciones con Taylor Branch, de que "todo el que tenga medio cerebro entiende que el embargo es una estupidez", es ampliamente compartida. Uno siente vergüenza ajena y luego aclara con orgullo cubano que la reciente encuesta de Bendixen reveló que una mayoría (59%) de la comunidad cubana emigrada esta a favor de derogar la prohibición de viajar.

Esa mayoría rechaza las falacias del cabildero Mauricio Claver, respaldado por el trompetista Arturo Sandoval y el cantautor Amaury Gutiérrez, diciendo que los viajes y las remesas de exiliados cubanos "incrementarán el racismo en la Isla", y que deben regularse como lo hizo Bush.

Un reclamo doble

Aunque progresos en materia de viajes han ocurrido al norte y sur del Estrecho de la Florida, el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sigue sin ser aceptado por los gobiernos cubano y estadounidense. Usando un "velo de ignorancia" —para emplear la expresión de John Rawl— que impida saber en qué país se estaría, ni la versión de derechos de los revolucionarios del gobierno cubano, ni su opuesta, promovida por la derecha cubana y aceptada por el gobierno norteamericano, son justas.

Los casos de Yoani, Joni, y Joan demuestran que la lucha por el derecho de circulación en Cuba y Estados Unidos es de dos vías. Los cubanos tienen derecho a entrar y salir de su país, sin limitaciones. Los norteamericanos tienen derecho a viajar a Cuba.

Estamos en 2009, no en 1961, ni en 1962. Ni Cuba es una amenaza para Estados Unidos, ni Washington prepara una nueva invasión de Bahía de Cochinos. Es tiempo de poner los derechos de viaje por encima de las ideologías.


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Yoani Sánchez (con blusa naranja) y otros blogueros, ante la sede de Inmigración, junto al disidente Edgar López (con camiseta verde), a quién las autoridades impedían salir de la Isla. La Habana, 27 de abril de 2009. (GENERACIÓN Y)Foto

Yoani Sánchez (con blusa naranja) y otros blogueros, ante la sede de Inmigración, junto al disidente Edgar López (con camiseta verde), a quién las autoridades impedían salir de la Isla. La Habana, 27 de abril de 2009. (GENERACIÓN Y)