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Cuba, Salud Pública, Médicos

Refutación al artículo “La salubridad en Cuba antes de 1959”

La medicina en Cuba hoy, sí es un desastre y uno bochornoso

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Por este medio ofrezco mi refutación a un artículo titulado “La salubridad en Cuba antes de 1959“ (CUBAENCUENTRO, 5 de noviembre de 2014) firmado por Félix Luís Viera. El mencionado escrito discrepa con uno de mi autoría, “Salubridad como instrumento dictatorial“ (CUBAENCUENTRO, 4 de noviembre de 2014). La base del descontento con mi escrito es que el autor considera que el sistema de salud en Cuba, antes de la instalación del comunismo, “era un desastre” e infiere que el que vino después es superior. Le agradezco a CUBAENCUENTRO esta oportunidad y celebro su apego a la libre expresión y su ejercicio pluralista. También le agradezco al Sr. Viera (el autor del artículo) la ocasión que dio lugar a esta respuesta.

La posición que el autor sostiene, con vista a la medicina cubana en la era comunista y su lectura de la salubridad en Cuba republicana, es un eco de la retórica oficial de la dictadura y la de sus apologistas y propagandistas. Eso hace que esta refutación y discusión tenga más importancia. Podría no haber sido su intención, pero lo cierto es que el lenguaje que utiliza el Sr. Viera, la escenografía que escoge usar para describir su interpretación del estado de la medicina en la Isla antes del tsunami comunista, reproduce y esparce la diatriba dictatorial cubana. La misma está cargada mucho más de emoción y prejuicio ideológico que de sustancia objetiva. Pese a las objeciones del Sr. Viera y su versión de los hechos dramáticos y pintorescos, la evidencia empírica sólidamente valida la salubridad en Cuba republicana como una que, comparablemente, estaba a la cabeza de América Latina e incluso superaba a la de muchos países que hoy son potencias en el llamado primer mundo.

El Sr. Viera relata que su objeción es solamente al contenido en el quinto párrafo del artículo “Salubridad como instrumento dictatorial“. Este párrafo plantea que la dictadura cubana, como parte de su campaña difamadora y consistente con el principio marxista-leninista de promover la contracultura destruyendo el pasado, ha distorsionado la realdad del estado de la salud en la Cuba pre 1959, por razones ideológicas y propagandistas.

El articulista reitera que lo único que le irrita del escrito es, específicamente, el quinto párrafo. Así lo enfatiza: “Aludo solo —insisto: solo— al quinto párrafo de este texto, el cual, según mi entender tergiversa la realidad de la atención médica en la Isla antes de 1959, en comparación con lo ocurrido en esta materia a partir del año referido” (énfasis mío).

Me alegro que eso sea lo único que le molesta. Esto querría decir que está de acuerdo con todo el resto. Podríamos deducir entonces que el articulista y yo coincidimos en entender que la dictadura cubana participa en una versión de la trata de personas del siglo XXI y que defrauda, saquea y coacciona a los trabajadores cubanos de la salud, que reconoce que en Cuba existe un sistema de salubridad grotescamente desigual y políticamente manipulado (un apartheid médico) y que el castrocomunismo utiliza la medicina con fines propagandísticos para intentar legitimar su despotismo. Ya que queda aclarado todo en lo que estamos de acuerdo (hay nueve párrafos en total). Vamos ahora a lo que nos dice el autor que le inquieta.

La premisa que sostiene el argumento del Sr. Viera es fatalmente deficiente. Comete el grave e imperdonable error de ofrecer como justificativa para explicar su razonamiento, un análisis estático. Incurre en la misma omisión que la tiranía castrista, al no reconocer que el tiempo tiene un factor de oportunidad. Esto es esencial para cualquier discusión seria y es particularmente relevante cuando se analizan cosas tangibles y medibles por patrones comparables como es el caso de la salubridad. Uno puede entender la racionalización de la dictadura cubana y su necesidad de plegarse a la difamación y la mentira para la manutención del poder. En otras palabras, el régimen castrista, descaradamente, compara cifras de la actualidad con las de 1958 como si el tiempo no existiera. Podría ser que su mentalidad apocalíptica y su proyecto de eternización hagan palpable para ellos que el tiempo no vale.

En el sexto párrafo hago una comparación para propósitos de ilustrar un punto y menciono a Italia, Japón y Francia. A esta lista de países que estaban más atrasados que Cuba en este importante medidor podía haber incluido también a España, Bélgica, Alemania Occidental y Austria. Para enfatizar este punto, es importante entender que en 1958, Cuba ocupaba el decimotercero lugar en el mundo, con respecto a la tasa de mortalidad infantil más baja. Todos los países mencionadas previamente tenían tasas de mortalidad infantil que los colocaba en una posición inferior a Cuba, cualitativamente, en 1958 y todos hoy han logrado superar a Cuba en la actualidad. Es más, lo lograron hace tiempo.

Este fenómeno se ha repetido con muchos otros países y en numerosas ocasiones. ¿Si tantas naciones que hoy componen el llamado primer mundo, rezagaban a Cuba antes de la dictadura comunista y ahora la han dejada atrás, cómo se puede explicar sin apreciar el tiempo? Que el tiempo, ineludiblemente, impacta es innegable. Lo fundamental es ver que hicieron en ese tiempo.

Voy a ofrecer más datos relevantes a la producción de médicos: Finlandia, Holanda, España y el Reino Unido tenían menos médicos y dentistas per cápita que Cuba en la década de 1950. Sí, Cuba republicana tenía ya, para la década mencionada, más médicos/dentistas por cada millar que estas potencias hoy del progreso. Sé que esto irrita y debe ser difícil de aceptar para esos que han vivido (¿o aún viven?) un enamoramiento fatal con el castrocomunismo. Pero esto es, irremediablemente e indiscutiblemente, la verdad que no se puede borrar. Algo más. No han tenido que padecer cincuenta y cinco años de tiranía.

Como parte de su crítica a la medicina cubana pre comunista, el articulista alude a una diferenciación en la distribución de los servicios médicos entre la ciudad y el campo. Esa diferencia cualitativa de la salubridad entre la urbe y el campo era un fenómeno típico de la era a través del globo. Cuba no fue, en este sentido, una excepción y no escapó esa realidad. La diferencia urbana/rural era una problemática que padecía los países más adelantados y que hoy se ha superado en gran medida. De nuevo, este es otro ejemplo de por qué un análisis que pasa por alto el valor del tiempo, es frívolo y errado. En el caso del poder dictatorial cubano, esto es parte de su política de Estado.

En 1963 la propia dictadura cubana (MINISAP) publicó un reporte donde citada las tres causes principales de muerte en Cuba, en 1959, como la enfermedad del corazón, el cáncer y la embolia. Estas son enfermedades crónicas y no infecciosas. Es cierto que a través de los años el castrocomunismno, por medio del MINISAP y otras agencias oficialistas o amenas al régimen, han cambiado versiones, pero la realidad que refleja las causas médicas por las cuales fallecían los cubanos antes del comunismo, era consistente con las de los países adelantados del mundo y no del “subdesarrollo”.

La racionalización que genuinamente entiende a la medicina en Cuba desde 1959 como “gratuita”, no toma en cuenta los sueldos tétricos con que se remunera a los trabajadores cubanos, el trabajo en el campo del estudiantado, etc. “Gratis” no es. La salubridad tiene un costo que lo paga la sociedad de una u otra forma. En un sistema mixto, la sociedad lo puede pagar por vía de impuestos al ingreso, la propiedad o cuando se adquiere o distribuye un producto. También se puede pagar por cuotas a una empresa de seguros. El socialismo y otros modelos hablan de medicina “gratis”, pero esto es solo en el uso figurativo del sentido. La extracción que hace el Estado socialista de la producción social se refleja en los míseros sueldos que paga y es, en efecto, un impuesto oculto.

La medicina en Cuba hoy, sí es un desastre y uno bochornoso. Hospitales sin sábanas, la falta de equipos elementales, una higiene que remonta a Cuba no al subdesarrollo sino a la peor calamidad de la colonia, el retorno de enfermedades que se habían erradicados en Cuba hace más de medio siglo, un doble estándar que responde a los intereses políticos, eso y más es lo que hay que denunciar y de lo que hay que escandalizarse. Cuando vemos que la dictadura, encima de eso, explota a los trabajadores de la salud y vende una imagen inexistente para justificar la barbarie y la arbitrariedad, toda persona libre debería de mínimamente indignarse. Eso sí es algo por el cual habría que inquietarse. Eso es lo que merece un artículo y no seguirle la corriente a la dictadura más longeva en el Hemisferio Occidental.


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