Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Retroceso a dos voces

Malos tiempos: La Habana vuelve a sus andadas con el centralismo y Miami alimenta el espíritu de intolerancia.

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Esta medida es sólo un ejemplo de un fin primordial de mucho mayor alcance: consolidar el poder político en uno de los estados más importantes para las elecciones presidenciales, de forma tal que la política norteamericana hacia Cuba no esté influida sólo por la labor de cabildeo y los poderosos contribuyentes cubanoamericanos del sur de la Florida, sino por una maquinaria republicana que puede resultar clave a la hora de elegir al próximo mandatario de la nación más poderosa del planeta.

El promotor de la prohibición de fondos estatales para viajes académicos, el representante por Miami David Rivera, es un buen ejemplo dentro de un nuevo grupo de legisladores cubanoamericanos que, en parte, ha ocupado el vacío ocurrido tras la muerte de Jorge Mas Canosa y la pérdida de poder de la Fundación Cubano-Americana.

Este legislador fue uno de los redactores en 2003 de una carta —firmada por un grupo de representantes estatales republicanos de la Florida— que urgió al presidente Bush para que actuara con mayor firmeza respecto a Castro, o de lo contrario podría perder su apoyo para las elecciones de 2004. Meses más tarde, el mandatario aprobó la serie de restricciones a las remesas y los viajes a la Isla. Este político republicano incluso ha propugnado el reducir los beneficios sociales a quienes viajan a Cuba e imponer impuestos a los empresarios floridanos que negocian con La Habana.

'Talibanes' aquí y allá

Rivera, de 40 años, forma parte de un grupo de legisladores con algunas características similares y opuestas a los llamados "talibanes" del gobierno de Castro. La prensa internacional cataloga de "talibanes" —una denominación errónea al concederle celo ideológico a lo que es simplemente sumisión oportunista— al grupo de jóvenes que pasaron de su militancia en la Unión de Jóvenes Comunista y la Federación Estudiantil Universitaria al Grupo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe.

Más allá de los encasillamientos generacionales y las divisiones por edades, en un sentido amplio se trata de un grupo que aquí en Miami forma parte de una generación de relevo: hombres y mujeres que por fecha y lugar de origen —varios de ellos nacieron en este país— no comparten una historia común con los residentes de la Isla, pero se consideran depositarios de la Cuba que dejó de ser, hijos del anhelo de darle marcha atrás al reloj histórico y político en Cuba, para borrar todo vestigio del proceso revolucionario, y herederos del llamado "exilio histórico".

Gracias a su participación en los triunfos electorales de los hermanos Bush, este grupo desempeña un importante papel en la confección de la política norteamericana hacia la Isla. Hasta el momento, dos factores han contribuido a su éxito político.

El primero es la posibilidad de continuar ampliando una política que es afín a una buena parte de los votantes cubanoamericanos. En última instancia, lo importante para estos votantes no es la efectividad de la medida, sino que ésta ejemplifica su influencia política.

No se sabe en resumidas cuentas el alcance del voto cubanoamericano tradicional —en un condado que el presidente perdió en las últimas elecciones—, pero no hay duda del poderío de un grupo que contribuye fuertemente a las campañas electorales y que tiene un gran dominio e influencia no sólo en los gobiernos local, estatal e incluso federal, sino también en los medios informativos. Un grupo que además mantiene una relación con la Isla que es fundamentalmente política y afectiva, pero sin contactos con la población, salvo en los casos de afinidades ideológicas con ciertos grupos disidentes.