Transición ordenada a la democracia en Cuba
Sobre una transición ordenada a la democracia, que incluyera a todas las partes en conflicto y como un actor trascendental a los actuales gobernantes de Cuba
Por un lado, la vieja guardia “partidista” de la Plaza de la Revolución sigue aferrada al poder pudiéndose intuir que no aceptan el desafío de iniciar una transición ordenada a la democracia de Cuba, porque ese proceso podría conllevar que se le vaya de las manos, lo cual no tiene por qué suceder si realmente ese proceso se desarrolla respetuosa y civilizadamente.
Por otro, la vieja mentalidad anticastrista parece que mantiene la ilusión de derrocar abruptamente a los actuales gobernantes de Cuba. Hace algún tiempo atrás pensaban que eso se podía obtener mediante una primavera árabe a la cubana. Ahora, con las salidas de algunos aliados de las actuales autoridades cubanas, como gobernantes en algunos países de América del Sur y el debilitamiento otros, parecen albergar la esperanza que eso podría acelerar una ruptura abrupta del actual sistema de gobierno.
Si hipotéticamente se diera una ruptura abrupta de la problemática cubana, eso podría ser un suicidio para todas las partes en conflicto, desde los más radicales de ambos lados hasta los más moderados, pues conformaría un gran riesgo para la seguridad nacional de EEUU, que podría verse involucrado directamente.
Habría que tener muy en cuenta que desde el Gobierno de Ronald Reagan hasta el día de hoy las Fuerzas Armadas Cubanas están desarrollando una doctrina de defensa nacional denominada la “Guerra del Todo el Pueblo”, que entre otras cuestiones tiene preparados además de sus efectivos permanentes en las diferentes agrupaciones militares, una reserva militar entrenada en la manipulación de diferentes medios de combates desde un fusil AK, pasando por diferentes especialidades, hasta el manejo de explosivos.
Todos ellos con una buena preparación combativa y muchos con experiencia como combatientes en las guerras africanas. Alguien dijo una vez “Cuba es un queso gruyere”, porque en su subsuelo yacen muchos túneles y abrigos para diferentes fines, además la Isla es un arsenal de armas y pertrechos de guerra, e incluso dispone de una fábrica de fusiles si mal no recuerdo.
Por lo dicho en los párrafos anteriores y muchas cuestiones más, sería tamaña irresponsabilidad pensar y más aún proponer una solución de ruptura abrupta de la problemática cubana, porque los perdedores o simplemente los inconformes sociales podrían disponer de esos medios para “defender sus intereses” y convertir a Cuba en un Estado fallido, lleno de pandillas armadas.
Por todo eso la solución más conveniente a la problemática cubana sería una transición ordenada a la democracia, incluyendo a todos los actores en conflicto y como un actor trascendental los actuales gobernantes de Cuba.
Para transitar ordenadamente a la democracia abogo por Cuatros Pasos Programáticos que a continuación relaciono: 1) Legalización de los partidos políticos de oposición, 2) Convocatoria a una asamblea constituyente multipartidista, 3) Instauración de un Estado de derecho con sus poderes independientes (ejecutivo, legislativo y judicial), 4) elecciones multipartidistas municipales, provinciales y nacionales.
Estos pasos programáticos no son suficientes, pero sí necesarios para que la democratización de Cuba no sea abortada en el camino por grupos hegemónicos, sean de izquierda, derecha o una combinación de ambos, con la justificación de determinada “estabilidad” o de imponer sus intereses políticos y/o económicos.
La legalización de los partidos políticos de oposición además de dotarlos de un estatus legal para organizar sus actividades sin temor a persecuciones y encarcelamientos arbitrarios, posibilitaría que en ese periodo organizativo se crearan sus bases de sustentación política, se modificara la actual Constitución para tener aunque sea de forma temporal la garantías mínimas para su funcionamiento o la creación de una ley de partidos políticos donde se establezcan los deberes y derechos partidarios.
Una vez estabilizados los partidos políticos de oposición y el partido único actual bajo las mismas condiciones, estarán creadas las condiciones para la convocatoria a una asamblea constituyente multipartidista, para parlamentar la constitución democrática de Cuba que entre otros aspectos contenga de forma general el modelo político/económico/social/cultural y que sea el Estado democrático de derecho emanado de dicha constitución el garante de dicho modelo.
Por la amplitud, el debate y el consenso necesario del citado modelo sería inaceptable que el autor del presente artículo pretenda incluir algunas de sus componentes, pero es oportuno enfatizar que en su parte política se debe definir el tipo de gobierno si es presidencialista, parlamentario o semi-presidencialista (ver Presidencialismo de Coalición en Brasil SPD).
Hago referencia a esta cuestión porque actualmente algunos grupos de la oposición interna están abogando por la elección directa de presidente y vicepresidente para 2018, sin ni siquiera tener definido el tipo de gobierno para Cuba.
Dicho sea de paso, si los actuales gobernantes aceptan esa propuesta se puede convertir en una hipoteca para la futura democracia de Cuba y por otro lado puede ser contraproducente para el actual proceso de democratización, al no existir un Estado democrático de derecho, el gobierno podría celebrar elecciones directa para presidente y vicepresidente sin la participación de partidos políticos de oposición y así dar continuidad al Estado totalitario de partido único con un maquillaje que lo legitimase ante la comunidad internacional. Eso es válido también para los que “peregrinan” por el mundo pidiendo un plebiscito para Cuba, por las mismas razones que traerían las mismas consecuencias antes citadas.
Estos cuatros pasos programáticos no se contraponen a otros pasos colaterales como una nueva ley electoral, ni a la demanda de libertad de opinión y asociación, entre otras cuestiones. Ni mucho menos a la lucha que mantienen agrupaciones prodemocráticas en el interior de Cuba por participar en las elecciones para delegados de las asambleas municipales, provinciales y a diputados de la Asamblea Nacional. De lo que se trata es que el proceso democrático no sea manipulado y\o castrado por los que hoy ostentan el poder.
A la pregunta ¿Estará lista la democracia para establecer debidamente sus normas en un futuro próximo para los cubanos?
Si se desarrolla una transición ordenada a la democracia fundamentada en estos cuatros pasos programáticos necesarios y otros colaterales indispensables, la respuesta sería positiva a mediano o largo plazo, en dependencia de la voluntad política de los diferentes actores en conflicto.
Publicado originalmente en el Boletín SPD No. 218 (35/año 8). La Habana, 30/Julio/2016.
Nota del autor: este articulo a pesar de ser publicado hace casi un año, a mi juicio, tiene una gran actualidad por cómo se siguen complicando los acontecimientos en Siria, la tensión en la Península Coreana, el empecinamiento por el castrismo en mantener el poder absoluto y su represión creciente y el desaliento por la incertidumbre existente por el estancamiento del deshielo entre Cuba y Estados Unidos, ante esa encrucijada, a mi modo de ver, una Transición Ordenada a la Democracia de Cuba sería el rumbo cierto para llegar a un puerto seguro y no a un mar de tempestades permanentes.
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