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Anexión, EEUU, Independencia

El comisionado especial (I)

Trabajo en tres partes

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“…the history that I was being taught in school —this the date,
this is what happened— it’s not history. History is learning about
the psychology of the people who were doing things in the past
and the problems they were having. Why they did it, and what
they were thinking.”
George Lucas (Interview with James Cameron, 2018)

Cuando el presidente William McKinley decidió, en 1898, nombrar a Robert Percival Porter como su enviado para informarle sobre la situación en Cuba y Puerto Rico, no creo que su decisión estuviese fundamentada solamente en la biografía[1] que Porter escribió sobre él par de años antes, pero sin lugar a duda que su ego potenciado influyó en su selección.

Porter nació en 1852 en Norwich, Inglaterra, pero emigró siendo un niño a California. A los 20 años comenzó a trabajar como reportero para el Chicago Daily Inter Ocean y a lo largo de toda su vida mantuvo interés por el periodismo, llegando a comprar un periódico, el Cleveland World, el que modernizó comprando siete nuevos linotipos. Escribió varios folletos sobre el tema del comercio y la necesidad de las protecciones arancelarias, con lo que coincidía con el pensamiento de McKinley.

Su participación en el censo de 1880 lo llevó a escribir un ensayo[2], en el cual establecía que de hecho la frontera había desaparecido, en el sentido de que los territorios del oeste ya habían sido incorporados y por tanto la expansión en esa dirección estaba concluida. Estas ideas tuvieron amplia discusión ya que afectaba determinados presupuestos e intereses económicos y políticos.

Indudablemente que esto influyó en su selección como superintendente en el censo de 1890 en el que desempeñó una notable labor ya que, superando múltiples resistencias, implantó la máquina de tabular creada por Herman Hollerith, una antecesora de las actuales computadoras; su decisión y persistencia facilitó todas las operaciones post censuales y la presentación de los datos.

Su integridad profesional se puso a prueba al surgir rumores de que en las ciudades de Minnesota y su vecina St. Paul había indicios de fraudes en las enumeraciones del censo[3]. De inmediato ordenó un recuento el cual halló que en Minnesota y en St. Paul se había cometido fraude censando 18.229 y 9.425 falsos residentes respectivamente. Esa acción le ganó múltiples enemigos políticos.

Un factor más en su selección, y quizás el más importante, fue el estudio que realizó sobre el desarrollo del Japón realizado originalmente bajo los auspicios de la National Association of Manufacturers of the United States of America[4]. Su primera visita a Japón fue en 1896 y realizó una segunda en 1910 comisionado por el The Time londinense. Este estudio a profundidad del surgimiento del Japón como una potencia mundial tuvo varias ediciones —incluyendo una en 1918 un año después de su muerte en Londres víctima de un accidente automovilístico— e indudablemente ejerció notable influencia en cómo se apreciaba, por los sectores empresariales y políticos, el desarrollo de ese país después del fin del shogunato y la Restauración Meiji de 1868. Desde un punto de vista actual resulta interesante como Porter aborda las relaciones de Japón con Corea y su importancia.

Porter fue nombrado como “Comisionado Especial para EEUU en Cuba y Puerto Rico” antes de concluido el Tratado de París en el que se firmó la paz entre EEUU y España, el 10 de diciembre de 1898, con la ausencia de la parte cubana. Al inicio de septiembre realizó su primer viaje a Cuba, el último lo realizó el 30 de enero de 1899 con el único propósito de entrevistarse con el general Máximo Gómez; en total estuvo en Cuba en tres ocasiones totalizando siete meses de estancia.

Aunque fue nombrado directamente por el presidente McKinley, Porter reportaba a Lyman J. Gage quien era el secretario del Tesoro. A este iban dirigidos los informes de Porter, que fueron publicados en 1898 y 1899 con el título general de: “Reporte sobre las condiciones comerciales e industriales de la Isla de Cuba”[5], Este reporte fue publicado en varias partes entre el 15 de noviembre de 1898 y el 6 de febrero de 1899, en esta fecha es que se publica el reporte sobre su entrevista con Gómez, y el 15 de junio de 1899 se le agregó un copioso anexo, de unas 300 páginas, que recoge básicamente las comunicaciones dirigidas a él por diferentes personas radicadas en Cuba y en EEUU —buena parte de ellas solicitaban la anexión de Cuba— y las versiones de varias entrevistas que él sostuvo incluyendo una, muy interesante, con el general Matthew C. Butler, que tenía su cargo el proceso de evacuación de las tropas españolas y la ocupación de Cuba por las tropas yanquis.

Los informes de Porter, publicados, dan una visión muy completa de la situación de Cuba en cuanto a su economía, población, recursos, estados de ánimo, conversaciones con diferentes personalidades, y dedica amplios análisis a los aspectos referidos a los temas de importación y exportación y derechos aduanales, incluyendo 95 tablas sobre las importaciones de Cuba en 1895 detallando país de origen, cantidades, valores, etc., otro tema referido a las finanzas es el estudio del problema de la circulación monetaria[6].

Llama la atención que en la versión original, la señalada más arriba y publicada por el Gobierno de EEUU, solo se menciona una sola vez el tema de la anexión y es cuando Porter analiza la proposición que, los delegados de la ‘Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana’[7], le hicieron. Sobre esta solicitud la opinión de Porter, la cual trasmitió al secretario del Tesoro, fue que:

“En caso de que la solución final del asunto cubano sea, lo cual está dentro del rango de probabilidad, la anexión, el gobierno independiente no debe haber tenido, previamente, la oportunidad de incurrir en imprevistos endeudamientos, que en última instancia puedan tener que ser asumido por Estados Unidos.”[8]

Esta opinión comedida y en nada definitoria ya que sólo señala la anexión como algo probable, ni tan siquiera posible. ¿Pero eso era lo que realmente pensaba Porter, esa era su opinión? Su verdadero pensamiento sobre este asunto de tanta importancia la dejará claramente manifiesta en una edición en que resume los reportes enviados al secretario del Tesoro. Esta edición, publicada por G. P. Putnam’s Sons, New York y Londres, 1899, con el título de Industrial Cuba incluye el capítulo tres con el título de “Political Future of Cuba” y en él deja en claro su verdadero pensamiento sobre el tema cubano.

En este capítulo se utiliza ampliamente las opiniones de tres declarados anexionistas: Adolfo Muñoz que publicó un panfleto de 54 páginas sobre el tema[9]; el más conocido Francisco Figueras, (que Porter cita erróneamente como Fran) que además de su libro Cuba y su evolución colonial, de 1907, escribió un folleto de 83 páginas con el definitorio título Cuba libre: independencia o anexión[10]; las opiniones anexionistas de los anteriores fueron complementadas con los criterios vertidos en una larga conversación sostenida entre Porter y Julio José de Apezteguía y Tarafa, Marques de Apezteguía, acaudalado hacendado miembro selecto de la sacarocracia cienfueguera y presidente en 1892 del partido político Unión Constitucional, de marcado acento españolizante, pero que prefería ver a Cuba bajo el dominio yanqui que totalmente independiente.

Porter recibió la autorización del general Butler de transcribir las conversaciones que entre ambos tuvieron en el Hotel Trotcha, en el Vedado, Butler había rentado todo el hotel para ser utilizado por la Comisión de Evacuación del Ejército Español, en este residía Porter durante sus estancias en La Habana. Estas conversaciones, que tal vez sostuvieron en las verandas que rodeaban al hotel dejaban bien en claro las ideas anexionistas de un general que lo fue también del Ejército Confederado.

¿Y cuál es la opinión personal de Porter, qué es lo que realmente piensa? La misma quedara claramente definida casi al final del capítulo cuando escribe:

“Oficialmente, el autor no tiene opinión para expresar el estado de dicha comunidad, ya que el trabajo que se le confió era puramente de carácter económico y fiscal y no político. Personalmente, sin embargo, el autor, con el general Butler, espera el día en que Cuba sea un estado de la Unión, en el goce de ese grado pleno de libertad y autogobierno que se les otorgan a las demás comunidades de los Estados Unidos.”[11]

Con lo cual deja al desnudo la hipocresía con la que ha conferenciado con todos los jefes militares mambises y representantes de los patriotas cubanos con lo que se ha reunido, incluyendo a Máximo Gómez. Su cinismo es rampante cuando para desvirtuar las opiniones de algunos congresistas que están en contra de la anexión, señala:

“El trabajo de absorción final puede tomar una generación, pero seguramente vendrá. Una vez anexada, Cuba se convertiría en un país de habla inglesa, y la alerta mente cubana comprendería esos grandes principios de libertad fundamental con mucha mayor celeridad que los españoles. Dejemos correr la voz de enseñar inglés en todas las escuelas de Cuba, y el trabajo de amalgama estará a medio hacer.”[12]

Este Porter, el real y no el que pretendía ser ante los cubanos, tomó el barco S.S. Sampson el 5 de diciembre hacia EEUU con una breve escala en Jamaica[13]. A su partida desde el puerto de Santiago de Cuba lo despidieron el teniente coronel Ezra P. Ewers, los cónsules de Francia e Inglaterra, José Ferrara (ninguna relación con Orestes Ferrara), que era el gerente de la Juragua Iron Company, el jefe del puerto y otras personalidades santiagueras, en la amistosa despedida el tema de la anexión fue mencionado en varias ocasiones, pero Porter, con su bien entrenada diplomacia en sus palabras de agradecimiento evitó mencionar el tema, que tanto aplausos habían recibido de los presentes.

Sin embargo, Porter no se iba contento, su misión principal, que era la de lograr el licenciamiento del ejército mambí no quedaba resuelta y sus intentos de reunirse con el general Gómez no habían tenido éxito.


[1] Robert P. Porter, Life of William McKinley: Soldier, Lawyer, Statesman. The N. G. Hamilton Publishing Co., Cleveland, 1896

[2]The West from the census of 1880 (A history of the industrial commercial social and political development of the States and territories of the west from 1800 to 1882), Rand McNally & Co., Chicago, 1882.

[3] El número de residentes enumerados en los censos determina la cantidad de dinero que pueden recibir las diferentes localidades de los fondos federales y lo que es aún más importante su representación en el Congreso.

[4]Commerce and Industries of Japan. Philadelphia, 1896; The Recognition of Japan. Oxford University Press 1911; Japan TheNew Power. Oxford University Press 1915; Japan: The Rise of a Modern Power. Clarendon Press, 1918.

[5]Report on the Commercial and Industrial Condition of the Island of Cuba. Robert P. Porter (Special Commissioner for the United States to Cuba and Porto Rico) Washington: Government Printing Office. 1898.

[6] Ver: https://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/problemas-monetarios-333030.

[7] Generalmente conocida como la Asamblea del Cerro por ser este el último lugar donde se reunieron y donde quedó disuelta por clamor popular.

[8]In case the ultimate solution of the Cuban question should be, as is quite within the range of probability, annexation, the independent government will not previously have had the opportunity of incurring improvident indebtedness, which ultimately may have to be assumed by the United States.

[9]The United States and Cuba in Their Commercial Relations, Allen, Lane & Scott, Philadelphia, 1899.

[10] Francisco Figueras, Cuba libre: independencia o anexión, A.W. Howes Publisher, New York, 1898.

[11]Officially the author has no opinion to express as to the status of such a commonwealth, for the work committed to him was purely of an economic and fiscal and not of a political character. Personally, however, the author, with General Butler, looks forward to the day when Cuba will be a State of the Union, in the enjoyment of that full degree of liberty and selfgovernment which is accorded the other commonwealths of the United States.

[12]The work of final absorption may take a generation, but it will surely come. Once annexed, Cuba would become an English-speaking country, and the alert Cuban mind would grasp those great principles of fundamental liberty with far greater alacrity than the Spanish. Let the word go forth to teach English in every schoolhouse in Cuba, and the work of amalgamation would be half done.

[13] De esa breve estancia redactó un informe de 9 páginas a Lyman J. Gage, secretario del Tesoro, sobre las finanzas y el comercio de la isla y las comparó positivamente con las de Cuba, salvo en el aspecto racial, ya que mientras en Cuba predominaban los blancos, criollos o españoles, en la colonia inglesa la mayoría era de negros y mulatos.


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