Hugo Chávez endurece su gabinete con incondicionales
El gobernante otorgó también algunas carteras a miembros del oficialismo que no militan en su Movimiento V República, con miras a la conformación del partido unido.
El presidente reelecto de Venezuela, Hugo Chávez, juramenta este lunes a un gabinete renovado, con figuras que deben su carrera política al movimiento bolivariano, a diferencia de su ex hombre fuerte, José Vicente Rangel, que había llegado con una trayectoria propia, informó la AFP.
Los tres grandes temas de la agenda de Chávez para su nuevo mandato serán el socialismo, la conformación del partido unido y una reforma constitucional (que incluiría la reelección indefinida), dijo el viernes ante el Parlamento Francisco Ameliach, ex jefe de campaña de Chávez en los comicios que ganó con 63% de votos, informó la AFP.
Esta vez, la gran mayoría de los nuevos miembros del gabinete provienen del Parlamento; casi todos los nuevos ministros tienen carreras políticas labradas a la sombra de Chávez, desde que éste llegó al poder en 1998.
El chavismo ha controlado los 167 curules del Parlamento desde 2005, cuando la oposición se retiró de los comicios legislativos.
Los cambios son para "entrar de lleno a nuevas luchas contra la corrupción, el burocratismo y (por) el desarrollo económico rumbo al socialismo", dijo Chávez el miércoles al anunciar los cambios.
Pero el mandatario tuvo el cuidado de otorgar algunas carteras a miembros del oficialismo que no militan en su Movimiento V República, unas cuotas de poder con miras a la unificación de la veintena de movimientos que lo apoyó.
Chávez entregó el ministerio de Participación Popular al Partido Comunista y el ministerio de Finanzas al partido Podemos, una formación que procede de la vieja izquierda venezolana.
Una semana después de su reelección del 3 de diciembre, Chávez defendió sin consideraciones la idea de una unificación en torno a su liderazgo. "Esos votos son de Chávez, no de ningún partido", dijo a los militantes.
Ameliach, un militar retirado, llegó a plantear que en un Congreso unánime a favor de Chávez se supriman las listas de hasta 20 oradores porque todos llegaban a proclamar "lo mismo", el llamado Socialismo del Siglo XXI.
Entre las designaciones más sonadas está la de su propio hermano mayor, Adán Chávez, en el Ministerio de Educación.
Adán Chávez, un profesor de bachillerato, era hasta ahora Ministro de la Secretaría de la Presidencia y fue embajador en Cuba.
El cambio más llamativo fue el de Rangel, el civil más influyente en el gobierno desde que fue nombrado número dos, tras el golpe de abril de 2002 contra Chávez, para la cruda tarea de tender puentes de diálogo y apagar los fuegos de la conspiración.
Pero Rangel ya tenía un nombre cuando Chávez, siendo teniente coronel del ejército, salió de prisión en 1994 tras ser dado de baja por un golpe fallido en 1992. Este abogado y periodista, que fue candidato presidencial de las izquierdas en 1973, 1978 y 1983, había sido el primero en entrevistarle por aquel entonces.
Uno de los biógrafos del mandatario, Eliazar Díaz Rangel, director del matutino Ultimas Noticias, afirmó que Rangel fue el hombre que "supo ser hábil operador político aun en los momentos más difíciles de este gobierno".
Chávez permaneció fiel a su estilo extrovertido y el 17 de diciembre regañó en público a los dos miembros más poderosos de su gabinete por fallas de protocolo en la conmemoración del 176 aniversario de la muerte del Libertador Simón Bolívar.
"¿Cómo se puede justificar que ocho años después (en el poder) estemos aquí viendo un protocolo errático, vacilante y balbuceante? ¡Qué vergüenza la descoordinación para un acto tan sublime como éste!", exclamó en cadena nacional de radio y televisión desde el Panteón Nacional.
"Quiero hacerle un llamado público de atención al señor vicepresidente (Rangel) y al señor ministro del Interior (Jesse Chacón, también sustituido). No pueden justificarse fallas de ningún tipo aquí", enfatizó Chávez prometiendo eficiencia en su nuevo mandato.
En cuanto la reelección indefinida los venezolanos aparecen divididos: un 42,8% apoya una eventual reforma para permitirla y un 42,4% la rechaza, según el sondeo realizado por Datanálisis para el diario El Nacional.
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