Actualizado: 23/04/2024 20:43
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| Opinión

Cumbre NOAL

Confluencia de bravuconería

Los gobiernos radicales salieron favorecidos y el discurso antiimperialista fue la pancarta propagandística ideal.

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El Movimiento de los No Alineados (NOAL) se reunió en La Habana del 11 al 16 del pasado septiembre. Adversarios antiamericanos inveterados como Hugo Chávez, de Venezuela, y Mahmoud Ahmadinejad, de Irán, los más prominentes de todos los participantes, acapararon los titulares de las noticias de todo el mundo. También los monopolizó el aún debilitado Fidel Castro, quien a pesar de su enfermedad, concedió audiencias individuales a siete jefes de Estado, al secretario general de la ONU, Kofi Annan, y al diputado argentino Miguel Bonasso. Hasta el año 2009, Cuba estará a la cabeza del Movimiento.

La Cumbre de La Habana fue, en parte, una confluencia de bravuconería. Su coordinación, sin ninguna duda, favoreció a los elementos radicales del NOAL. Los esfuerzos de Estados Unidos y Europa por poner freno al programa de enriquecimiento de uranio de Irán han empujado demasiado, hasta situar el tema como centro y corazón del Movimiento. Alrededor de la mitad de los miembros del NOAL pertenecen a la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA). El conflicto entre Hezbolá e Israel también ha actuado a favor de los radicales. Y la guerra de Irak y la impopularidad de Bush han hecho del antiimperialismo una pancarta propagandística ideal.

A pesar de esta situación, sería un error leer el resultado del NOAL sólo a través de un lente radical. Los elementos moderados, aunque de una manera menos flamante, también hicieron sentir su presencia. Al tiempo que reafirmaron como "un derecho fundamental e inalienable" el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos, también declararon que la AIEA es la institución más adecuada para resolver la disputa con Irán. Sin embargo, la AIEA ya había referido el tema en el Consejo de Seguridad de la ONU, con la aislada oposición de Cuba, Venezuela y Siria.

Si el NOAL condenó a Israel por su reciente conflicto en Líbano, las palabras pronunciadas durante la reunión por el presidente libanés, Emile Lahoud, fueron inequívocas: "Todo puede ser negociable". Un diálogo con Israel es necesario, si se quiere que algún día reine la paz en el Medio Oriente. También fue digno de encomio que por una vez no se mencionara a Estados Unidos —aun cuando no hizo falta interpretar algunas referencias implícitas para saber a qué país se aludía—, al condenar las "guerras preventivas, cárceles secretas, la invasión de países y el cambio de regímenes".

La pasada semana, algunos líderes del NOAL viajaron a Nueva York para la reunión de la Asamblea General de la ONU. Los radicales acapararon los titulares una vez más. Ahmadinejad atacó a la administración de Bush y al Congreso de Seguridad de la ONU, en tanto Chávez se robó el espectáculo, cuando llamó a Bush "el diablo" y dijo que todavía se podía oler "el azufre" en el podio, lo que provocó muchas sonrisas, risas y hasta aplausos.

No hay otra forma de saber si con ese espectáculo Chávez ayudó o perjudicó a su causa, que esperar hasta mediados de octubre, con la votación de la Asamblea General para seleccionar a cinco de los diez miembros no permanentes del Consejo de Seguridad. Venezuela y Guatemala están batallando por el único puesto latinoamericano. Si ninguno recibe el apoyo de la mayoría, será elegido un candidato nominal.

Radicales y moderados

Los asuntos económicos, ignorados en gran parte por la Cumbre de La Habana, dividieron a radicales y moderados en el NOAL. Los primeros —muchos de ellos países ricos en petróleo— la emprenden contra el imperialismo y el capitalismo, y predicen (qué otra cosa van a decir) que el fin de ambos está muy cerca.

En cambio, los moderados tienden a conducir los asuntos de política exterior de modo que ayuden a avanzar el desarrollo económico. La retórica incendiaria no forma parte de su estilo, y hasta garantizan que no darán contragolpes, al tiempo que guardan silencio en los debates, asintiendo enigmáticamente con una sonrisa en los labios. Una vez que regresan a casa, su economía ocupa nuevamente el centro de atención. Casi todos buscan relaciones constructivas con Washington, aunque la mayoría ni siquiera admira a Bush.

En un número reciente de El Economista se subrayaba el poder de los países con economía emergente, que ahora aportan hasta el 50 por ciento de la producción mundial. China, Brasil, India y Rusia representan ya el 40 por ciento de la economía mundial emergente, lo que significa que un crecimiento económico palpable se ha extendido por primera vez en la historia.

Si alguna vez hubo un momento indicado para descartar la noción de que el capitalismo y la globalización son un juego en el que muchos perdedores mantienen a unos pocos ganadores, ese momento ha llegado. Los radicales, sin embargo, siguen aferrados a sus viejas consignas, y consecuentemente, van a perder con seguridad la más importante de todas las batallas: mejorar el estándar de vida y aumentar las oportunidades para que todos los ciudadanos tengan una vida más digna.

El NOAL está por inaugurar un secretariado en Naciones Unidas. Cuba —y el comandante, si su salud lo permite— estará en el foco de atención mundial, oportunidad que viene como anillo al dedo a La Habana.

El cuerpo diplomático cubano, después de todo, es muy capaz y experimentado. Cuáles serán los resultados de su gestión presidencial de NOAL si el anciano Castro muere o no es capaz de continuar "dando órdenes por teléfono", tal como su hermano Raúl ha revelado, es un asunto muy diferente. En caso de que la economía se convierta en el centro de interés de un régimen sucesor —sin mencionar el hecho de que una transición democrática suceda más temprano que tarde—, la política exterior cubana actual va a ser muy poco probable que sobreviva.