Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Manual sobre la ceguera

La Feria del Libro de La Habana y la posición de los comunistas españoles.

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Nuevo año. Nueva feria del libro. De nuevo en La Habana los comunistas españoles: Andrés Sorel, Carlos Fernández Liria, Pascual Serrano, Ramón Chao, Santiago Alba, Belén Gopegui. Una vez más, admirados de que la feria en Cuba sea una fiesta, mientras que en el mundo capitalista es un mercado, de lo mucho que se lee en la Isla y lo asequibles que son allí los libros en comparación con España.

Muy perspicaces a la hora de advertir los límites de la democracia representativa y los espejismos de la sociedad de consumo, estos intelectuales no alcanzan a darse cuenta de que la convocatoria de este evento ferial se debe no poco a la falta en La Habana de otras opciones recreativas, sumado al hecho de que coincide, no por casualidad, con una semana de receso escolar.

Críticos acérrimos de la publicidad, sucumben sin embargo fácilmente a las estrategias publicitarias de un populismo antidemocrático que usa la feria del libro para darse un barniz de cultura masiva y alcance ecuménico.

Quien se tome el trabajo de hacer la comparación, sin pasar por alto que el valor efectivo de un artículo es relativo y no absoluto, podrá notar que no es cierto que en Cuba los libros sean más baratos que en España. Con un salario medio de Cuba, digamos 300 pesos, es posible comprar menos libros de un precio promedio (15 pesos) que los que a un promedio de 20 euros se podría adquirir en España, con un salario medio estimado en 800 euros.

Si las estadísticas de libros vendidos durante la feria se compararan con las de las ventas de librerías el resto del año, creo que saltaría a la vista que para una buena parte, cuando no la mayoría de las personas que acuden al evento, es esta la única ocasión en todo el año en que compran un libro. ¿Indica eso que el cubano es, como repite la propaganda oficial, el pueblo más culto del mundo?

Digan lo que digan Belén Gopegui y compañía, es un hecho que en el metro de Madrid se lee mucho más que en cualquier camello de La Habana.


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