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Señales claras

¿Cómo justificar la existencia de un solo partido, cuando presuntamente más del 16% de los ciudadanos no votó como deseaba el régimen?

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Después de medio siglo de gobierno revolucionario, los cambios parecen irrumpir en el escenario de la Isla. La coincidencia entre agotamiento del modelo, estancamiento de la nación, descontento ciudadano y sucesión del poder, lo está posibilitando. Una concurrencia de factores que puede conducir a un acontecimiento histórico de gran impacto en la historia del país, después del nacimiento de la República, en 1902, y el triunfo revolucionario de 1959.

Teniendo en cuenta que en la sociedad, como en todo organismo vivo, sus componentes son interdependientes, cualquier cambio en una de sus partes influirá, tarde o temprano, en el resto del cuerpo social, lo que pone en discusión el orden de las transformaciones.

A través de la historia, sobre todo de las revoluciones, los cambios se han iniciado desde la toma del poder político. Incluso Lenin, que, como Marx, atribuía supremacía a los factores económicos, definió la política como "expresión concentrada de la economía", con predominio de la primera sobre la última. Sin embargo, como las generalizaciones no son absolutas, es necesario detenerse en las circunstancias específicas de Cuba hoy.

Los comicios del pasado 20 de enero, para "elegir" delegados a las asambleas provinciales y diputados a la Asamblea Nacional, guardan una estrecha relación con el resto de los problemas que afectan al cuerpo social, entre ellos la ausencia de pluralidad política. Sin embargo, el hecho de que el sujeto del cambio sea el mismo gobierno que ha detentado el poder político, introduce una peculiaridad en el orden, velocidad y profundidad de los mismos.

El gobierno tiene intereses que defender y cuenta con casi todo el poder para hacerlo, por lo que el tema del pluripartidismo no estará en primer plano. Aunque la posibilidad de postergarlo no significa que se pueda esperar por las calendas griegas, que no llegaban, porque no existían. La siguiente tabla comparativa entre los dos últimos comicios demuestra la indiscutible relación con el pluripartidismo. Esto, y con mucha cautela, a partir de los datos oficiales, que siempre serán un enigma a falta de investigaciones independientes.

  2003 % 2008 % Diferencia
Total de electores 8.310.512 100 8.495.577 100 185.065
Votaron 8.115.215 97,65 8.231.365 96,89 116.150
Abstenciones 193.306 2,35 264.212 3,11 70.906
Votos válidos 7.803.893 96,16 7.839.358 95,24 35.465
Voto unido 7.128.856 91,34 7.125.752 90,89 -3.104
Voto selectivo 660.990 8, 66 713.606 9,11 52.616
Boletas invalidadas 313.247 3,76 392.907 8,16 79.660
Suma de 3 + 6 + 7 1.167.543 14,04 1.370.725 16.13 203.182

A la orden del día

A pesar de la fuerte campaña desplegada en los medios informativos por el "voto unido", este decreció, mientras la suma de las abstenciones, las boletas invalidadas y el voto selectivo alcanzó la cifra de 1.370.725 electores, el 16,13% del total. Una clara señal de la existencia, permanencia y crecimiento de un sector inconforme que reclamará, tarde o temprano, un espacio político. Son ciudadanos que carecen de los derechos para asociarse legalmente y participar en los destinos de la nación: una realidad sobre la cual las autoridades deben tomar nota.

¿Cómo justificar la existencia de un solo partido, cuando más del 16% de los electores no responden a su llamado? ¿Se trata de confundidos en un país donde no hay analfabetos? ¿O son enemigos de la paz y el orden? No, de lo que se trata es que el desarrollo social no excluye, sino que implica el multipartidismo, pues los partidos políticos, expresión del pluralismo, constituyen un instrumento fundamental para la participación política de los ciudadanos.

Nuestra historia política es prueba de esa necesidad. Así ocurrió cuando las ideas de la independencia no estaban representadas en los partidos existentes y José Martí decidió fundar el Partido Revolucionario Cubano. Cuando Diego Vicente Tejera comprendió que los intereses de los trabajadores no estaban presentes en los partidos liberales y conservadores, y procedió a la fundación del primer partido socialista democrático de Cuba.

Esas mismas razones esgrimieron los fundadores de la Agrupación Comunista de La Habana en 1923, el Partido Comunista en 1925 y Eduardo Chibás en 1948, cuando decidió fundar el Partido Ortodoxo porque el Auténtico no satisfacía a una parte de sus integrantes. Después de 1959, en un proceso inverso, desaparecieron todos los partidos, incluyendo el de Chibás.

Por su parte, el Partido Socialista Popular, el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio se fusionaron en 1961 en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), para convertirse primero en el Partido Unido de la Revolución Socialista y después en el actual Partido Comunista, como única fuerza política.

A pesar de todo ello, la obvia diversidad y el agotamiento del modelo vigente hasta ahora han colocado la necesidad del pluripartidismo a la orden del día. ¿Por qué?, porque la nación es una comunidad de personas diversas, pero iguales en dignidad, que buscan un bien común que tiene como ingredientes imprescindibles los derechos y deberes de la persona.

De ahí la necesaria restitución del derecho de asociación y de la despenalización de la diferencia política; para que los ciudadanos puedan desempeñar el papel activo y determinante que les corresponde en los inminentes cambios.


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