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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Cambios, PCC

Consignas esotéricas y documento dinosaurio (I)

Poner en orden la casa puede hacerse de muy disímiles maneras, pero no hay que olvidar que las llamadas “al orden y la seguridad” también han sido las palabras preferidas por las dictaduras militares latinoamericanas

En el Clave, diccionario de uso del español actual se puede leer la definición del adjetivo esotérico: “que es incomprensible o de difícil acceso para la mente” y “oculto secreto o reservado”; del griego esoterikós significa “reservado para los adeptos”. Después de esta lectura, comprendí por qué las consignas actuales del Gobierno de La Habana, “cambiar la mentalidad” “actualizar el modelo” y “luchar contra el burocratismo”, son consignas esotéricas.

“Cambiar la mentalidad” para el Gobierno cubano significa que la población y los dirigentes deben aprender a pensar de manera contraria a como viven. Las reglas del juego no cambian, las estructuras de mando verticales, centralizadas y jerárquicas quedan intactas, la censura y la represión continúan aunque ahora los militantes del partido y la intelectualidad cubana tengan un milímetro más para plantear los problemas, pero solo un milímetro más, y aunque para ejercer la crítica tengan que citar al Presidente con su consigna esotérica antes de poder decir algo distinto.

“Cambiar la mentalidad” significa ahora hacer cumplir lo que está establecido en los documentos del partido, en las leyes y en las disposiciones y si en 50 años no se han cumplido ha sido porque faltaba la consigna esotérica que ahora con solo repetirla se resolverán los problemas acumulados por obra y gracia de esta “nueva” magia.

Parece ser así porque la consigna sustituye el pronunciamiento del Gobierno sobre qué tipo de ordenamiento es al que se aspira y en cuál dirección, ¿cuál es el programa de cambios? ¿Qué tipo de modelo social le proponen a la ciudadanía? Estaremos todos de acuerdo que poner en orden la casa puede hacerse de muy disímiles maneras y las llamadas “al orden y la seguridad” también han sido las palabras preferidas por las dictaduras militares latinoamericanas.

Todas estas preguntas programáticas no se responden públicamente, aunque seguramente las tengan bien definidas “los adeptos” de la élite del poder. El verdadero programa no se hace público para que los ciudadanos puedan evaluar los avances, los retrocesos, los resultados y la pertinencia o no de ese programa.

Si por el contrario, los dirigentes del país no tienen claro un programa, es hora de que presenten su dimisión por incapaces. No se puede dirigir un país bajo la consigna, también ésta esotérica, de “actualizar” un modelo que no funciona ni económica (centralizado), ni política (ausencia de democracia) ni socialmente (derechos que se vuelven virtuales por la ineficacia económica). “Actualizar” algo que no funciona con medidas difusas y precarias es defender la idea del “eterno retorno” al descalabro.

Vivir de una manera y exigir que se piense diametralmente diferente es una imposición ideológica del Gobierno cubano de todas sus épocas.

Traicionando la tradición marxista, los dirigentes cubanos han apostado a que la población cubana viva en la “alucinación” de un mundo que nunca llega —creo que en Cuba no crece el peyote— al mismo tiempo que le ha exigido una conducta de “soldado de la patria” obediente, sumiso, y con una conducta de entrega heroica cotidiana solo pensable en un ejército en medio de un combate específico.

Ahora “el cambio de mentalidad” y “la lucha contra la burocracia” son dos exabruptos cual gritos tribales para conjurar ¿los fenómenos incomprensibles de una naturaleza humana incontrolable? Esto no es serio, sobre todo porque se burla de la capacidad analítica de nuestros compatriotas.

Veamos la tercera consigna esotérica: “la lucha contra la burocracia”. Esta es una “fuerza oscura” que ha crecido nadie sabe cómo y al margen de la sociedad parece ser, es una fuerza inasible, sin rostro, empotrada en el aire y que se vuelve una y otra vez, según el discurso oficial, contra los intereses de la nación. De nuevo, de espaldas al marxismo, la burocracia no se analiza en su corporeidad, en las estructuras y procedimientos que la hacen crecer como la verdolaga en terreno baldío por la ausencia de democracia en el Estado y el Partido y la falta de mecanismos de control públicos perfectamente solucionables con una opinión pública libre. ¿Es que van a crear un nuevo ministerio para luchar contra esta “fuerza oscura”? Me parece una medida muy acorde a la mentalidad burocrática de los dirigentes cubanos. Hasta ahora, en la prensa, solo los cuadros de base son criticados y los grandes corruptos son objeto de crítica puntual luego de procesos penales concluidos. La burocracia sigue siendo un fantasma inasible que recorre el país.

Erasmo Calzadilla, un joven del grupo de Observatorio Crítico, pedía en un artículo que el Gobierno se quedara con “el buró” y que le dejaran a él y al resto de la población la “cracia” (poder), una demanda concreta con la cual coincido.

Para poder entender el contenido de estas consignas esotéricas, deberé esperar a que me devuelvan la bola de cristal de mis adivinaciones que tengo rota en el “consolidado” —empresa “socialista” de los años 70s— y que de seguro ahora la pieza de repuesto se espera de China. Una vez recuperada, la podré consultar para que me diga el contenido de estas consignas que como dice el diccionario son incomprensibles o de difícil acceso al entendimiento humano.

En su amor desmedido por la obsolescencia y el inmovilismo, la dirección del partido cubano nos ha ofrecido su documento dinosaurio “Primera Conferencia Nacional Partido Comunista de Cuba” el documento base para la discusión de la Conferencia que se realizará en enero de 2012.

Al hacer su lectura se puede encontrar el mismo espíritu de los documentos del ex Partido Comunista de la Unión Soviética después de su XX Congreso de 1956. Durante cuatro o cinco años la sociedad soviética tuvo la oportunidad de conocer una cierta apertura de la crítica que se volvió a cerrar en 1961. El documento del Partido cubano sin cambiar ningún principio de ordenamiento ni de estructura, y con el mismo léxico, hace revisitar al lector la época llamada del “deshielo” en la URSS como si fuera un acceso directo a la máquina del tiempo. Dedicaremos nuestro próximo artículo al contenido inmóvil y fosilizado de sus propuestas, copia fiel del partido soviético de los 50, así como a la posibilidad de una agenda alternativa.

© cubaencuentro

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