Economía, Cambios, Reformas
Cuba: los ajustes económicos
Cuando tanto se presiona a la sociedad, algo cede o revienta
Recientemente Ariel Terrero en Doce Economistas en Pugna resumió la opinión de especialistas de la Isla sobre la ralentización de la tasa de crecimiento del PIB.[1] Antes, en febrero, el economista cubano y profesor de la Universidad Javeriana de Cali, Pavel Vidal, en Cuba sin Venezuela, señaló que las reformas raulistas no están dando fruto y analizó el posible impacto recesivo de una reducción de la ayuda venezolana.[2] Las estadísticas macroeconómicas disponibles, generalmente incompletas y tardías, no permiten precisar las causas de la ralentización ni si se requiere un ajuste. El propósito de esta nota es explorar los ajustes económicos en Cuba en los últimos 25 años que son relevantes a la situación actual.
Cuba sufrió severos efectos adversos de la desaparición del comercio y la ayuda de la URSS y el bloque socialista en 1989-1991, que se agregaron a las secuelas recesivas del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. Asimismo, los daños causados por los tres huracanes que azotaron al país y el comienzo de la crisis financiera y la recesión mundial en 2008 se encadenaron a las consecuencias de la Batalla de Ideas y el Socialismo es Irrevocable. Por ello y los problemas socioeconómicos acumulados, el gobierno realizó drásticos ajustes. No obstante, los basó en un análisis y práctica marxista-leninista decimonónicos orientados, en los años 1990s, a preservar esencialmente inalterado el sistema socialista soviético vigente y, desde 2010, a actualizarlo. Ha puesto mayor énfasis en restringir los gastos de consumo vía austeridad y no en promover la producción necesaria para impulsar una economía próspera y sustentable, específicamente para aumentar los niveles de inversión y evitar así que la economía tienda al estancamiento y la escasez.
El gobierno redujo significativamente el ingreso personal disponible en términos reales vía el impuesto inflacionario en los años 1990s y los empleados redundantes (o nóminas infladas) a partir de 2010. Es decir, ha restringido los gastos de consumo personal imponiendo una severa e innecesaria austeridad a la ciudadanía, mientras que solo estimuló tímida y marginalmente las fuerzas productivas. Ha mantenido muy restringido al sector privado (iniciativas, pequeña y mediana empresa y limitado la contratación de personal) cuando debió hacer todo lo contrario, o sea, liberalizarlo y favorecerlo con decisión, dando énfasis a aumentar la inversión y la producción nacional. Como Eugenio Yánez ha puntualizado no se ha intentado superar el Periodo Especial.
Los ajustes socioeconómicos realizados para enfrentar la difícil situación socioeconómica han consistido en drásticos, aunque aplicados gradualmente, tratamientos de choque, si bien el gobierno pretende señalar todo lo contrario, o sea, que rechaza de plano este tipo de ajuste. Además, dichos tratamientos se han tornado endémicos. Desafortunadamente estos temas son en general ignorados por los análisis de los economistas de la Isla y aún de la diáspora.
Fidel Castro ejecutó la primera terapia de choque en los 1990s para reducir los importantes desequilibrios monetarios y fiscales vía un extraordinario impuesto inflacionario, que a partir de 1989 redujo considerablemente los salarios reales y las pensiones reales, y los bienes suministrados por la libreta de racionamiento, que apenas alcanzaron para cubrir el abastecimiento de 10 a 15 días al mes. Según información provista por Pavel Vidal, en 1999 los salarios reales solo fueron el 15 % y las pensiones reales el 23 % de los niveles de 1989.[3]
Desde 2010, Raúl Castro (CII) impulsa gradualmente, pero “sin pausa”, la segunda terapia de choque mediante la reducción de las nóminas infladas de las empresas estatales y la administración pública, así como de algunos gastos sociales. La disminución de los bienes provistos por la libreta de racionamiento (conducente a su eventual eliminación) y la supresión de las gratuidades los acompañan. En contrate, las medidas adoptadas por CII para alentar la producción nacional son limitadas, tímidas y lentas.
En el contexto del ajuste de los 1990s, Pavel Vidal examinó el posible ajuste asociado a una disminución de la ayuda venezolana, que posiblemente ya esté en desarrollo, pero ignoró el ajuste raulista en ejecución desde 2010. Señala que Cuba aún no se ha recuperado completamente del ajuste de los 1990s y que los salarios reales y las pensiones reales se han contraído notablemente. En 2013 el salario real era apenas el 27 % del nivel de 1989. Sin embargo, indica que el ajuste fue favorable a la ciudadanía al mantener los niveles de empleo y los servicios sociales. Considera que en la actualidad hay poco espacio político para realizar otro ajuste de similar naturaleza al de los 1990s y que sería recomendable ampliar y profundizar las reformas en curso.
Si bien estoy de acuerdo en que se requiere ampliar y profundizar las reformas, difiero de Pavel Vidal que haber sostenido el artificial pleno empleo haya sido una solución de los problemas pendientes de resolver con el ajuste de los 1990s. Con base en la austeridad se pospuso el indispensable e inevitable ajuste requerido en la economía nacional, lo cual ha sido adverso a la ciudadanía. Todavía urge promover las fuerzas productivas para absorber el empleo redundante, o “nóminas infladas”, además no fue equitativo ni necesario hacerlo a costa de reducir marcadamente los salarios reales y pensiones reales.
La forma en que el gobierno ha realizado los dos ajustes, ha conllevado acentuar la pobreza del ciudadano medio por la baja de los niveles salariales reales y de las pensiones reales y más recientemente, a partir de 2010, por el aumento del desempleo abierto con despidos sin la adecuada compensación. Adicionalmente, los ajustes realizados han tenido importantes secuelas negativas sobre el aumento de la emigración y la disminución de la tasa de natalidad que han determinado que la población cubana se esté reduciendo, y los bajos niveles de inversión que determinan que la economía tienda al estancamiento y la escasez. Cuando tanto se presiona a la sociedad, algo cede o revienta.
En múltiples ocasiones Oscar Espinosa Chepe señaló que hay que desencadenar las latentes fuerzas productivas nacionales. En la última reunión de ASCE, el pasado 31 de julio, cinco jóvenes emprendedoras (de un paladar-restaurante, una pizzería, un salón de belleza-gimnasio, una artesana de jabones de lujo y una planeadora-decoradora de eventos) expusieron sobre los inicios de sus actividades; las dificultades por falta de locales, equipos y materias primas apropiadas; sus logros; y sueños de expandir sus actividades. En particular nos hicieron reflexionar sobre las energías y potencialidades existentes en el sector cuentapropista, así como la iniciativa y deseo de nuestra ciudadanía de superarse, frenados por una torpe burocracia mediante elevados impuestos, excesivos controles y regulaciones que generan corrupción y no brindan la institucionalidad requerida.
© cubaencuentro
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