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Actualizado: 18/04/2024 23:36

Represión, Damas de Blanco, Aviso oportuno

El miedo

¿Qué pensar de esos cubanos que golpean a sus compatriotas por el solo hecho de que sus víctimas no piensan igual que la “ideología” impuesta?

Para Gabriela

El Gobierno existente en Cuba posee todos los hilos, los cordeles, los lazos de marionetas de la situación en la Isla.

Tiene facultades aun para dictaminar que regrese, hacia el país de donde ha llegado, un cubano exiliado que ahora mismo ha desembarcado en un aeropuerto de la Isla —un cubano cuya presencia allá, en la tierra que le viera nacer, no resulte del agrado del Gobierno.

También cuenta el régimen con esbirros muy bien preparados para golpear, con todo vigor e impunidad, a mujeres y hombres que se atrevan a protestar aunque pacíficamente —como es el caso de las Damas de Blanco, quienes cada domingo salen al combate llevando como única arma un gladiolo. Te aseguro, Gabriela, que estas mujeres son depositarias de notables tundas por sus compatriotas mujeres, policías en uniforme o encubiertas.

¿Qué pensar de esos cubanos y cubanas que allá, en la Isla, golpean a sus compatriotas, amparados, amparadas por el Poder, por el solo hecho de que sus víctimas no piensan igual que la “ideología” impuesta? Dejo de tu lado la calificación. Pero te remito a algo muy sabido: los esbirros no hay que importarlos, son un producto nacional. Como lo fueron en las dictaduras de Augusto Pinochet, Rafael Leónidas Trujillo, Rafael Videla, Fulgencio Batista o Anastasio Somoza.

Ah… déjame aclararte que si el asunto es al revés; es decir, si las Damas de Blanco o cualquier otro disidente golpeara, aunque fuese en defensa propia, a alguno de los componentes de las gavillas castristas, entonces sí la Ley entraría en acción, y con todo rigor.

Otro detalle importante, querida Gabriela: el Gobierno que posee el poder (valga la redundancia) en Cuba, tiene sus embajadas en el mundo todo desbordadas con sus súbditos; o sea, no “súbditos cubanos”, sino “súbditos castristas”. Me explico: esas embajadas no representan a cualquier hijo de la tierra de Martí, sino únicamente a aquellos que se identifican con el castrismo, o, al menos, a quienes no se han manifestado —en algunos casos ni siquiera levemente—, contra el régimen.

Me explico: si acaso, por acá o por allá, le has ido a la contraria a la Biblia castro-comunista, estás frito. Te puede suceder lo que citaba al inicio de estas líneas: aun con el muy costoso pasaporte cubano habilitado, y ya en tierra isleña, oh, te pueden “virar patrás”, así hayas llegado de Alemania o Japón o Suiza o Islandia. También puede ocurrir, por ejemplo, que si eres un emigrado “desafecto”, muera tu mamá, digamos, y los amos de la tierra que debería pertenecerte —o que te pertenece y te es negada por sus dueños de facto—, no te permitan viajar hacia ella para estar presente en los funerales de la autora de tus días. Y qué decirte si, emigrado, te accidentas o te enfermas o mueres, y estás “tachado” por el Gobierno de la Isla: no hay consulado que te apoye…, no tienes patria, ni nacionalidad, no existes ni has existido…

Asimismo, estas embajadas castristas, que no cubanas, Gabriela, invierten sumas considerables —eso se puede ponderar a simple vista— en comprar conciencias del país donde estén; bien sea mediante convites que pueden incluir, claro, exposiciones de arte o presentaciones de libros —siempre afines con la “ideología” del régimen— o celebraciones de fechas patrias tanto comunistas como del país anfitrión. Aún están en capacidad estas embajadas “cubanas” para extorsionar, como quien no quiere la cosa, a editoriales y centros culturales de las naciones en que se encuentren, con el propósito de bloquear la participación o el desarrollo de escritores y artistas cubanos “emigrados” o de expresiones anticastristas de estos o de nacionales que deseen la democracia para Cuba.

Aún podría citarte otras muchas “especificidades” establecidas por el Gobierno —¿será una dictadura, Gabriela?— existente en mi tierra (la misma que hoy sus gobernantes me niegan y en la cual, como les sucede a otros autores cubanos emigrados, mis libros no se publican), pero creo que ya con lo dicho hasta aquí basta.

De modo que creo ahora comprendas por qué tantos cubanos y cubanas, igual de “adentro” que de “afuera”, no se expresan en contra de “aquello”.

El miedo, querida Gabriela, el miedo. El miedo que se infiere de lo antes relatado; a lo cual debes sumarle que podrías ir a dar con tus huesos a la cárcel: las “leyes cubanas” pueden condenarte por delitos que en otros países son el hacer cotidiano y público.

Todo esto resultaría risible, si no fuera tan triste.

¿Qué te parece? Por eso, aunque te resulte, lo sé, algo correspondiente al Absurdo… Pues así ocurre: si subes a Facebook algún post que critique al Gobierno de la Isla, serán pocos los “likes” que recibirás de esos mismos cubanos de “adentro” y de “afuera” que, sin embargo, dedican un “me encanta” si el tema es otro.

Claro, podríamos arrimarnos siquiera un poco a lo expresado por aquel sabio oriental: “Se puede ser pendejo, pero no tanto”.

Pero la realidad es otra y no la que proclama la máxima sabia.

En cuanto a la pregunta que tanto me has enfatizado, va la respuesta: Allá en la Isla aún se expresan con “devoción” y en público a favor del castrismo…, sobre todo los canallas, quienes viven relativamente bien gracias a los esfuerzos de “revolucionarios” de Buena Fe y de los tantos anónimos que, sin que puedan hacer otra cosa, les nutren los caminos con sus sudores.

Pero el grupo más nutrido, digo, resulta el de Canallas. Aquí se cuentan ciertos artistas y escritores que se venden, se arrastran a cambio de obtenciones que en cualquier sitio del plantea no son más que haberes de amas de casa.

Y bueno, sabemos, por lo que se escucha, que cada día aquel régimen cuenta con menos simpatías entre la población.

No tiene a casi nadie, me atrevería afirmar.

Pero no es posible comprobarlo, manita, porque en Cuba no existen elecciones ni encuestas ni referendos, ni censos… ni nada.

No debería ser así.

Pero es así.

© cubaencuentro

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