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Actualizado: 15/04/2024 23:17

Polanco, Política, Gobierno

Entre el ideólogo Richelieu y el cardenal Polanco

El ascenso meteórico en el último año ubica a Polanco Fuentes en una situación extraña y demuestra la incompatibilidad en la doble gobernanza

Alexander Specht Céspedes es el cabecilla del partido comunista en Manzanillo, ciudad a orillas del Golfo de Guacanayabo. Aliuska Hernández Rodríguez es el miembro del buró municipal, a cargo de la esfera política ideológica. Su influencia en el proceso de toma de decisiones del partido en su municipio es pequeña.

Más poder tiene el carismático Vladimir Rodríguez Zambrano, jefe del departamento ideológico de la provincia Granma. Su jefe en los ñanga-ufa, es el obeso y mangurrino Federico Hernández. Se cuenta en los corrillos de Bayamo que, para confeccionar su vestimenta militar, hubo que unir dos uniformes grandes.

No hay noticias de que Vladimir o Federico, conversaran alguna vez con el coronel Rolando Alfonso Borges, un individuo que hacía temblar con su sola presencia en los medios de comunicación del país a directores y periodistas. Borges dirigió el Departamento Ideológico durante veinte años (1994-2014), sustituyendo al polémico Carlos Aldana, que se creyó en algún momento el tercero en el escalafón jerárquico de la dictadura.

Borges, un neandertal de la cabeza a los pies, fue relevado de sus funciones en medio del proceso de deshielo con Estados Unidos. Su salida, creó un quebradero de cabezas para el jefe de recursos humanos, el ortodoxo Machado Ventura, quien no encontraba a quién poner al frente para sostener la pureza de la “iglesia”. De tal manera, utilizó a dos personajes indistintos para aparecer extraoficialmente como jefes del departamento, el ingeniero Joel Suarez, de talante liberal y con doble nacionalidad cubana y francesa, y el abogado Víctor Gaute, un conservador que venía de ser el capo de las misiones cubanas en Caracas.

El escenario estaba preparado para el desembarco de Rogelio Polanco Fuentes, en el 8º Congreso de abril de este año.

El ideológico del reino

Armand Jean du Plessis, cardenal-duque de Richelieu, fue ordenado obispo, y entró en política al ser nombrado secretario de Estado, pero en la historia, gracias a la literatura, y las novelas de Alejandro Dumas. Richelieu alcanzó poder con la dignidad cardenalicia, y el cargo de primer ministro del rey Luis XIII. Consolidó la monarquía luchando contra las facciones internas, transformando a Francia en un fuerte Estado centralizado. Su política exterior fue contrarrestar a la dinastía austro-castellana de los Habsburgo, para ello, aun siendo un ministro católico, se alió con los protestantes. Fue notoria su intervención en la guerra de los Treinta Años, y la Paz de Westfalia.

Conocido como l'Éminence rouge (La eminencia roja) gobernó de manera autoritaria. Censuró la prensa, creó una red de espionaje interior, prohibió la discusión de asuntos políticos en el Parlamento de París, y persiguió y ejecutó a sus rivales políticos. Se le considera el padre del Estado moderno con poder centralizado y de los modernos servicios secretos.

El Cardenal del Partido

El ascenso meteórico en el último año ubica a Polanco Fuentes en una situación extraña y demuestra la incompatibilidad en la doble gobernanza. El nuevo Cardenal pasó en 24 meses, de ser embajador en Venezuela, a rector del Instituto de Relaciones Internacionales, a supremo gurú. Cancerbero de la ortodoxia, de lo que algunos llaman acertadamente el tardo-castrismo, y creó de esta manera, una disrupción en la escala jerárquica del Estado y el gobierno.

Durante la intervención televisiva de “El Impostor”, llamando a la guerra civil, tras el levantamiento popular del 11-J, se pudo notar que no estaban los ministros de ejercito o Interior, quizás los indicados para esta situación. A su lado estaba el ideológico del partido. Un hombre no elegido, ni tan siquiera por el amañado sistema de selección de la cúpula. En primera línea, indicándole al dictador como actuar. Y comprendimos los simples mortales de su poder real, y su metamorfosis en el Richelieu del partido.

Pero quien es el actual jefe del departamento ideológico, develado como la fuerza tras el trono, al aparecer al lado del primer Secretario, muy por encima de lo que incluye su escala jerárquica. Según su ficha oficial, fue vanguardia nacional de pioneros, y estudiantes secundarios. Se graduó con título de oro como licenciado en Relaciones Políticas Internacionales en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García, en 1990. Miembro del Buró Nacional de la UJC, y el Comité Nacional de la UJC. También jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Nacional de la UJC (1994-1997), lo que lo hace un hombre de la “Gestapo”, y más tarde diputado por Holguín, ahora lo es por La Habana.

La mayoría de los antecesores en el puesto de catecúmeno del tardo-castrismo, no han sobrevivido a su personal historial político. Apellidos como Gaute, Suárez, Alfonso Borges, Aldana, Pérez, o Escalante, no aparecen en el panteón castro-comunista, de hecho, ni en EcuRed, la enciclopedia oficial de la dictadura. Aunque, a decir verdad, no todos fueron un poder tras del trono.

De paso es bueno aclarar la incertidumbre sobre la doctrina ideológica del partido de gobierno, pureza detrás de la cual estará en nuevo cardenal, una mezcla de nacionalismo decimonónico con palabrería de Fidel Castro y citas de José Martí con incertidumbre sobre la presencia de dios y con un único dogma: el Estado autoritario-totalitario sobre todas las cosas.

La doctrina de los partidos comunistas, como se conocieron desde finales del siglo XIX, era un conjunto coherente de enseñanzas o instrucciones, basadas en un sistema de creencias, campos de estudio o ciencia concreta, especialmente en el cuerpo del dogma de la religión marxista-leninista (maoístas, estalinistas, titoistas, etc.) tal como fue enseñado por las instituciones.

Pero que aporta la presencia del cardenal, acosando constantemente al “presidente de la república”, en cuanto acto importante de política interna irrumpe. La experiencia del príncipe de la Iglesia como embajador de la dictadura en Venezuela se puede circunscribir a la presencia del dictador Maduro, y la muerte de Hugo Chávez. Se relaciona con el uso práctico de la presencia de cubanos en ese país, y su uso para controlar desde los servicios de inteligencia, correos, “la jabita de estímulo” y hasta la medicina. Si Maduro no fue expulsado en estos ocho años fue por verbigracia de Polanco. Miraflores resistió la oposición del 80 % de la sociedad y los militares. Su gobierno asesinó a miles de personas, desapareció a decenas, encerró en prisión política a miles… y aún se mantiene, atomizando el país, deconstruyendo un estado cada vez mas débil. No es esa la experiencia que nos deja la actuación del gobierno el 11-J.

¿Será esa su fórmula para que Díaz-Canel, gobierne “per seculum seculorum” y el partido comunista no haga los cambios necesarios en el país? Puede ser. Su doctrina, la del socialismo del siglo XXI, es la de mantenerse en el poder a como dé lugar.

Por lo pronto la equivocada intervención de Díaz-Canel, el 11 de junio, llamando a la guerra civil, es solo una pieza. Pero también lo son sus discursos ante los periodistas que le reclamaron pedir perdón, o contra los médicos rebeldes en Holguín, y pone al jefe en una posición cada vez mas impopular, y a su asesor Polanco Fuentes, el carcunda del partido, en el enterrador por adelantado de un gobierno entrando precipitadamente en un callejón sin salida.

© cubaencuentro

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