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Actualizado: 10/05/2024 11:46

Represión, Disidencia, La denuncia de hoy

La oficial «Yuli»

Uno de los aportes del castrismo, quizá, será conseguir la incorporación a nuestra lengua del femenino de esbirro

En estas mismas páginas hemos afirmado, ejemplos mediante, que ningún régimen que los haya requerido, ha necesitado importar esbirros.

Son productos nacionales. Veamos en las dictaduras de Argentina, Chile, la cubana de 1952-1959, entre otras.

Uno de los aportes del castrismo, quizá, será conseguir la incorporación a nuestra lengua del femenino de esbirro. Hasta ahora, la RAE solo reconoce el masculino, como:

Esbirro: “Hombre que ejecuta las órdenes de una autoridad, especialmente si para ello debe emplear la violencia.

4. m. despect. Secuaz a sueldo o movido por interés.”

Ya ven, lo más probable será que las noticias sobre Cuba estén llegando a la Academia, y así esta finalmente se verá forzada a agregar, ¿por qué no?, el término “esbirra”.

De este modo, la Revolución cubana podrá sumar otro logro a su ya larga cosecha a lo largo de 58 años.

Se trata de la oficial Yuli, de la Pene R de Cárdenas.

Ella, el pasado miércoles le hizo saber a la Dama de Blanco Leticia Ramos Herrería una amenaza muy seria: “'No voy a parar hasta matarte”.

Hasta ahora, la Yuli ha golpeado a Leticia Ramos a razón de una tanda por año, desde 2013 hasta el presente 2017.

Bueno, ya lo sabemos: hay personas que cumplen las órdenes mejor que otras. De manera que llegado el momento de las aclaraciones —¿llegará?—, la compañera Yuli —entonces habrá de declararse, no lo duden, “excompañera”— expresará durante su autoalegato que ella cumplía órdenes; y las cumplía perfectamente bien, agregará. “Solo eso, nada más que eso”, enfatizará.

[Deberíamos considerar, en mi opinión, que los esbirros —y ahora también, las esbirras— no se expresan solo mediante el músculo, la fuerza bruta. También los hay y las hay que trabajan con su intelecto para sojuzgar al prójimo. Es decir, manipulan ideas, proyectos, hechos históricos, etcétera, con tal de que la sociedad víctima del poder que representan, no vea la luz. No pueda o no sepa apreciar la verdad. Por lo general, este tipo de esbirro-rra, según su ámbito, resulta también un eficiente censor.]

Ha expresado la Dama de Blanco Leticia Ramos que la oficial Yuli, en la mañana del pasado miércoles “Me dio varios manotazos por el hombro. (…) me dio por el pecho un fuerte golpe que me empujó hacia atrás. Me cogió por el moño y me llevó la cabeza al suelo donde comenzó a golpearme con los puños cerrados. En el piso me propinó varios golpes en la espalda y el pecho, y me quitó bastante cabello”.

Buen trabajo, Yuli. Conforme otros se venden por un diploma, un premio, la publicación de un libro o un viaje al extranjero —a Miami, si es posible—, digamos, tú lo haces para usufructuar ciertos haberes que hoy, en medio de la inopia patria, reciben los miembros del ejemplar Ministerio del Interior. Creo que tus émulos te entenderán. No hay problema.

Visto lo anterior, pienso que sí deben ser incluidas las féminas en algunas de las alocuciones públicas, como hoy en día reclaman varias organizaciones de mujeres.

Por ejemplo, el caso que antes citábamos de legalizar gramaticalmente el femenino de esbirro.

Y en lo adelante, asimismo, tomar en cuenta el femenino en frases como: “ruindad la de un hombre que golpea a otro con alevosía y ventaja”, “canalla, miserable es ese hombre que somete a otro amparado por el poder”, etcétera. Considerar el femenino para estas sentencias, decía.

Pero los varones —eso de “hombres” no aplica en este caso, en mi opinión—, claro, no podían faltar en un festín como el que relatamos: Los oficiales de la Seguridad del Estado, Manuel y José, repletos de “júbilo revolucionario” sin dudas, contemplaban, absortos, en qué cantidad y con cuánta calidad la oficial Yuli golpeaba a la Dama de Blanco Leticia Ramos Herrería.

Dicho lo cual, queda en el aire la pregunta: ¿en realidad, la oficial Yuli no parará hasta matar a su compatriota, cuyo único delito es pensar diferente?

¿Será?

Referencia:

© cubaencuentro

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