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Crónicas

Lágrimas sobre la mantequilla

Y las remesas de Miami llegaron como una enfermedad contagiosa, a separarlos…


Hablaba con tristeza del pobre Isidoro, su infeliz pareja de dominó en el almendro del atardecer y la mañana de los domingos en una esquina del barrio, además de su amigo de la infancia. Ambos nacieron y se criaron puerta con puerta en casas que, como las de casi todos los cubanos de aquel tiempo, lucían en la puerta de la calle la insignia de la época, la muy oronda chapilla que proclamaba: "Fidel, esta es tu casa".

Su padre y el de Isidoro, que también fueran amigos desde la infancia, estuvieron en la Sierra Maestra y después en Girón. Igualmente, tradición o fatalismo, él e Isidoro, ya casados y con hijos, vieron la sangre correr. Él en Etiopía e Isidoro en Angola, donde una granada lo dejó sin un ojo.

Cansado de esas cosas, cuando a fines de los ochenta el padre de él enviudó, se "quedó" en un viaje de funcionario de copete que hacía y después pasó a Miami, donde tenía dos hermanos, médico uno y dentista el otro, gente que temprano, cuando todavía eso aquí podía hacerse, agarraron el avión de la Pan American con toda la familia: que entonces era de cuatro y ahora son diecinueve entre hijos y nietos, a cual de ellos mejor posesionados, además de muy unidos y muy cubanos, no obstante ser norteamericanos en los papeles. Cuando el año pasado murió el padre de él, le cubrieron el féretro con la bandera cubana y le cantaron junto a la tumba el himno nacional cubano.

El infeliz Isidoro, en cambio, decía, no tenía familiares allá. Su padre, que una vez fuera dueño de casas, todavía hoy, aunque ya jubilado y muy anciano, seguía militando en el Partido. De modo que no tenía el infeliz Isidoro, al igual que sus hijos (los cuales soñaban con irse), quien les tirara un cabito allá afuera, y con el sueldito que tenían ya podría uno imaginarse cómo andaría esa casa, donde hasta una taza de inodoro tuvieron que vender una vez.

Esto a él, a veces, al sentarse delante del buen bistec y pensar en Isidoro, o al untarle mantequilla al pan o en cosas así, se le aguaban los ojos. Lágrimas le cayeron una vez a la mantequilla. Nunca le hablaba de sus mesadas, aunque Isidoro, que era tuerto pero veía muy bien del ojo sano, sabía que las recibía por los dos apartamentos que le vio fabricar para sus hijos y nietos en la azotea, por el aire acondicionado que tenían en la casa —con el consumo propio de ricos que tener tres aires supone—, más la ropa de calidad que vestía su familia: todo esto coincidiendo con la "desprohibición" del dólar.

Aun así, él, poniéndose de repente la mano en la boca del estómago, fingía a veces en el dominó del atardecer sentirse mal, eructar, decir que el picadillo de soya del almuerzo no le había caído bien, cuando en realidad ese día su mujer, o sus nueras, que también eran magas cocinando, habían servido en el almuerzo un señor pedazo de lomo de cerdo asado con piña.

No quería que Isidoro, cada vez más distante, más retraído, el pobre, se sintiera pobre, distinto. Pero eso, por más que doliera, ahora con las nuevas "desprohibiciones" recién puestas en circulación por Raúl, tendría que llegarle al hueso al infeliz. El pobre. Imagínense.

Por lo que a él, uno de sus sobrinos de Miami le había telefoneado, el mes que viene vendría a Cuba expresamente con su mujer para meterlo de cabeza en el mejor hotel de Varadero, a él y a toda la familia: hijos, nietos, maridos y esposas de los hijos.

Primo que por lo que parece llegaría con una diligencia cargada de oro, pues a todos y cada uno de los de su familia de acá les había prometido comprarle lo que quisieran. Más que dicho, terminante les había ordenado por teléfono: "Vayan haciendo la lista. Sin miseria".

Imagínense ustedes —continuaba diciendo con cara de dolor de muelas aquel hombre feliz— cuando Isidoro viera entrar en su casa el microondas de los sueños de su mujer, viera a sus hijos y nietos en bicicletas de motor, con celulares, supiera que en su casa había computadora (a lo mejor más de una computadora), contestador de teléfono, DVD y todo ese repentino bienestar, pues, empezando por su esposa, toda su familia (que nunca ha visto un hotel por dentro) se había vuelto loca escribiendo y ya tenían una lista de aquí a Hong Kong para cuando el primo de Miami llegara. Imagínense a Isidoro entonces.

Pues aunque a aquel infeliz no le dio frío ni calor cuando un día sus hijos le botaron su medallita por lo del ojo en Angola y otro día aplastaron y botaron las chapillas guardadas de recuerdo que en 1959, cuando en Cuba hasta los muertos estaban de fiesta, anunciaran muy orondas en la puerta de la calle: "Esta es tu casa, Fidel", a Isidoro le dolía admitir que su vida había sido un fracaso, como le gritaban sus hijos, que no le perdonaban que siguiera militando en el Partido.

No, ese hielo movedizo que venía siendo la amistad de ambos, terminaría ahora rompiéndose. No sería ya el mismo Isidoro del dominó bajo el almendro de tantos años cuando al atardecer se sentaran a jugar, ni tampoco sería el mismo el padre de Isidoro, que aunque viejo y del Partido estaba aún lúcido y había sido para él como un tío.

Y él, a su vez, para qué engañarse, él estaba exhausto. Exhausto. Se sentía cansado de fingir, cansado de inventar historias, de hablar de premios en la "lotería" clandestina, herencias en España de un abuelo que no existió, cansado de no poder comer camarones ni langosta para que en casa de Isidoro no lo descubrieran por el olor, cansado de ni siquiera atreverse a vestir mejor que Isidoro, teniendo un escaparte lleno de ropas de esas de marca por fuera.

Su familia, que lo veía sufrir y sabía sufriendo al pobre Isidoro, estaba considerando la idea de permutar. Pero si así, ¿adónde, después de una pareja para el dominó como la del estelar Isidoro, no obstante su ojo en falta, ni un almendro como lo fuera el de ellos dos antes de que llegara el bienestar de Miami como una enfermedad contagiosa, a separarlos?

© cubaencuentro

15 Comentarios


15 by Gracias Rafael (Usuario no autenticado) 13/08/2008 8:40

¡Que articulo tan hermoso y bien escrito! Claro esta que los que lo encuentran mal escribío tienen su derecho a interpretar lo que deseen pero antes de usar groserías traten de pesar si no conocen a Isidoro. Imagino que haya muy pocos cubanos que no conocen a Isidoro.

14 by A. Lorenzo (Usuario no autenticado) 12/08/2008 8:00

Un breve cuentecito sobre la gran pobreza y la menor pobreza. Que equivale en definitiva a lo mismo: pobreza, miseria. Que uno tenga que depender de la remezas para comer, es tan indignante, como el que no recibe ninguna. El poeta Alcides dibuja para mi interpretacion individual la historia de dos hombres cada uno con una pata de palo, uno lleva un duro sabicú y el otro un frágil cedro, pero ambos les falta una pierna, y cojean, y sienten nostalgia cuando al menos eran iguales, me refiero, cuando andaban sin la necesidad de tener en sus respectivas extremidades una pata de palo. Si despojáramos a los personaje de la historia, de sus creencias ideológicas, si no hubiera ocurrido lo que ocurrió, estaríamos frente a un escenario normal de una mayoria de los pobladores que sobreviven en los míseros pueblos del tercer y cuarto mundo, donde hombres y mujeres, o se marchan a buscar el bienestar básico a los países del primer mundo, o esperan que los que ya se fueron les envíen migajas de ese bienestar. Creo que asi surgen por diversas rutas, las sociedades parasitarias. Millones de criaturas siempre en la espera que les caiga algo de afuera o de adentro(El Estado protector y proveedor), y lo peor, que esa dependencia se vuelve un hábito, adquiere una personalidad irreversible. ¿Acaso el poeta Alcides no se ha fijado como ya cojean por el mundo y dentro de nuestra arruinada Isla nuestros compatriotas?

13 by Tin marin D2 Pingüe. (Usuario no autenticado) 09/08/2008 8:20

Si es una historia real, quizas se pueda aceptar, un poco novelera, pero bueno... Si lo que se quiere es representar dos cubas, no hay punto de comparacion. La historia de Isidoro es muy frecuente, pero los que reciben remesas del esterior no es tan así. Casi todos lo que hacen es sobrevivir un poco mejor que los demás. La mayoria de los cubanos que conosco, y conosco algunos, mandan entre 50 y 150 dolares por mes, (esos los que lo pueden hacer). En su conjunto es una gran ayuda para el gobierno, pero para las familias, cuando ese dinero hay que repartir para la abuela, una tía, sobrinos, mujer e hijos, se comvierte en nada. Valoracion: 4/10.

12 by Para los que no saben (Usuario no autenticado) 07/08/2008 20:40

Entrevista a Rafael Alcides: Para los que no saben y quieran conocer algo de Rafael Alcides ahi les va esta direccion, que lo malo no es conocer, sino pensar que lo que no conocemos no existe. http://www.desdecuba.com/14/articulos/1_01.shtml

11 by Pepillla Pepillona de Ponce (Usuario no autenticado) 07/08/2008 18:20

Y quien es este sr. Alcides?

10 by Mario Ague. (Usuario no autenticado) 06/08/2008 23:20

Y tu mi pobre vecino, no entiendes ni una palabra. Romance de la niña mala. Raul Ferrer

9 by iris (Usuario no autenticado) 06/08/2008 20:40

mira te juro que no entendi nada, y lo lei dos veses, isidoro tenia o no, su amigo lo ayudo o no, al fin quien se murio isidoro o el que escribio esto.

8 by El Analista (Usuario no autenticado) 06/08/2008 13:00

Mal estamos Rafael Alcides, nadie entiende nada y eso que aqui se sobreentiende que entramos los mas letrados; pero... que mal estamos Rafael Alcides.

7 by El Analista (Usuario no autenticado) 06/08/2008 5:00

Todo un tratado de humor negro el relato de Rafael Alcides; veamos si alguien es capaz de disfrutarlo o si todos, como los dos comentarios publicados hasta este momento, son como el vecino del "romance de la niña mala" que "no entienden ni una palabra".

6 by QUE CHEO ESTA ESTO... (Usuario no autenticado) 06/08/2008 5:00

TREMENDO CULEBRON...DE LAS TIPOS COLOMBIANAS CHURRIBURRI....OYE ASERE, CUANTO EUROS DISTES PARA QUE TE PUBLICARAN ESTE PANFLETO...?

5 by Isidoro III (Usuario no autenticado) 06/08/2008 5:00

Isidoro perdió a su amigo por tacaño, que comparta el lomo de cerdo chico! La abundancia no le hace mal a nadie, la miseria es la que te convierte en ave de rapiña.

4 by ¿Enfermedad o bendición? (Usuario no autenticado) 06/08/2008 5:00

No me he leido el articulo en su totalidad, pero por la manera que comienza pareceria que alguien nos invita a llevarnos toditos bien en Cuba, y querernos mucho, mientras compartimos el veneno y la miseria que nos suministra la tirania castrista. En pocas palabras: Buenos "pioneritos", buenos "cederistas", buenos "compañeros", pero comiendonos tremendo cable y dejandonos ensartar por la dictadura. Si no fuera por Miami, la segunda ciudad mas poblada de Cuba, hace rato que aquello hubiera reventado, gracias a Miami comen y viven muchos cubanos, comunistas y no comunistas. Alguien escribe articulos desde una comoda habitación con aire acondicionado y un carro del año en la puerta. Asi cualquiera.

3 by No Names (Usuario no autenticado) 06/08/2008 5:00

Esto lo escribio Lazaro Barredo Medina? El intento se queda en la pobreza de la imaginacion...lastima Cubaencuentro

2 by midiala rosales (Usuario no autenticado) 05/08/2008 22:40

querido rafael alcides, muy bonito y telenovelesco (estilo univision) su relato, pero el final deberia de cambiarlo, por una frase mas justa:antes de que llegara la miseria total de la cuba revolucionaria a separarlos. No seria mejor? O todavia usted es lo de los que cree que la riqueza capitalista es un pecado? Pobre de ud. si asi lo cree, Isidoro.

1 by Tinajón del Patio (Usuario no autenticado) 05/08/2008 18:20

¡No joda, chico!

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