Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 09/05/2024 0:28

Economía

Los inspectores de los inspectores

A menos alimentos, más policías, más restricciones, más vigilancia popular…

Los efectos de la crisis estructural en que está inmersa la economía cubana se reflejan en la agricultura de disímiles formas. Como en los demás sectores, las carencias han hecho del desvío de recursos, la evasión fiscal y el robo formas generalizadas de sobrevivencia bautizadas por la sabiduría popular con viejos términos plenos de nuevos significados: escapar, luchar, resolver…

Vendedores que declaran una cantidad determinada de mercancías y precios para los productos del agro, pagan un impuesto por ellos y después introducen más mercancía y/o aumentan el precio declarado; empleados que violan los precios y el peso de los productos; establecimientos del Estado devenidos estaticulares (gastos del Estado y utilidades del particular), donde administradores y trabajadores canalizan el instinto de propiedad comercializando sus "propias" mercancías.

En fin, una eficiente red de producción y comercialización que, en ausencia de derechos y libertades para el ejercicio legal en un pueblo instruido y emprendedor, en franca manifestación de resistencia a las imposiciones totalitarias, encuentra múltiples salidas para escapar.

Como en Cuba el trabajo dejó de ser la fuente principal de ingresos, la respuesta ha sido sobrevivir. Si a ello se añade que esas conductas son aceptadas socialmente y todos, de una u otra forma, conviven con ellas, entonces esa y no otra es la moral predominante, una ética necesaria pero negativa. Ello explica por qué las mencionadas violaciones se cometen públicamente mientras los sobrevivientes sustraen, alteran, venden, compran o miran hacia otra parte, pero no se oponen.

Mirar hacia otra parte

Ante tanta "indolencia", las autoridades, en vez de actuar a partir de las razones de la escasez —cuyas causas no son secreto para nadie—, miran hacia otra parte, al igual que los sobrevivientes. De forma "enérgica y viril" han optado por fomentar un creciente ejército de inspectores para librar una "batalla" contra ese mal y poner fuera del juego a los "enemigos del pueblo". Por eso, más policías, más restricciones, más vigilancia popular y más inspectores.

Diferentes iniciativas se han puesto en práctica para el fortalecimiento de la disciplina y la eficacia del movimiento de inspectores. Por ejemplo, una de las medidas consistió en cambiar frecuentemente a los inspectores de los lugares que visitan; también han sido sometidos a una supervisión y depuración sistemática.

Otra medida, quizá la más socorrida, ha sido formar más y más inspectores. Pero como el desequilibrio entre salario y costo de la vida afecta también a nuestros fiscalizadores, no resulta extraño que muchos conviertan las inspecciones en una vía factible para escapar y así mejorar la canasta familiar tal y como hace el resto de los cubanos.

En días pasados, uno de los vendedores en los mercados del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), interpelado por la prensa oficial, expresó que antes de las últimas medidas vivían acosados por los inspectores, quienes —en representación de diferentes organismos— venían buscando "tajadas" para su beneficio personal y no para el de los clientes.

Como parte del proceso, recientemente se dio a conocer una nueva modalidad: los inspectores en precios y comercio, que controlarán la política de precios en las entidades del Estado, desde un mercado agropecuario hasta un hotel. Los primeros 113 egresados, después de jurar mantenerse incorruptibles en el combate contra el delito y las indisciplinas en nombre de los más nobles propósitos de la sociedad, firmaron su Código de Ética y recibieron sus carnés acreditativos.

Parece que el problema no se había resuelto hasta el momento porque los combatientes carecían de esa condición: los anteriores no eran integrales.

Teniendo en cuenta que la desequilibrada relación entre salario y costo de la vida no ha cambiado, es de suponer que a los recién egresados les será muy difícil vivir sin "luchar", a pesar de que juraron, poseen el carné acreditativo y firmaron el Código de Ética. Por eso, más temprano que tarde asistiremos a la graduación de nuevos suprainspectores para combatir las desviaciones de los integrales.

¿Juez y parte?

Ante esos obstáculos algunos funcionarios consideran que las irregularidades ocurren porque no hay una contrapartida estatal de supervisión que garantice la disciplina en el cumplimiento del reglamento y penalice económica y moralmente a las direcciones y empleados de esos comercios. Una sugerente reflexión que padece del arraigado mal de apuntar contra efectos e ignorar las causas.

Por ejemplo, para los directores de precios del Ministerio de la Agricultura y del Ministerio de Finanzas y Precios, la solución no es colocar un inspector detrás de cada tarima —a lo que agrego: ni tampoco delante—, sino que la administración de cada mercado ejerza el control.

Una vez puesta en evidencia la ineficacia de la espiral de inspectores, se comienza a pensar en una especie de Comisario del Pueblo. Por ejemplo, el administrador de uno de los mercados del EJT, objeto anterior de inspecciones, decidió ser juez y parte. Tomó la decisión de que los inspectores pueden realizar su fiscalización, pero acompañados por un representante de la administración del mercado.

Según Fernando Martínez, jefe de la Red Nacional de Mercados del EJT, de esa forma se evita el soborno, y si de verdad se advierte una infracción, se adoptan medidas de inmediato.

La idea es que los administradores de los centros de comercio respondan por la responsabilidad que les ha dado el Estado, lo cual presenta un gran obstáculo en su camino: sus salarios también son insuficientes para vivir, lo que los obliga a luchar y resolver para sobrevivir.

Ojalá no sea demasiado tarde cuando las autoridades decidan enfrentar las verdaderas causas que originan la falta de boniatos. Cuando eso ocurra con las actuales o futuras autoridades, es posible que muchos inspectores, integrales o no, aprovechando la implementación de los derechos y libertades ahora inexistentes, participen no como luchadores, sino como combatientes en la solución de los graves problemas económicos de la nación desde su propiedad personal, familiar, privada, cooperativa o mixta.

Entonces, como nadie se roba a sí mismo, el robo y la moral para sobrevivir dejarán espacios para el florecimiento de una ética positiva.

© cubaencuentro

En esta sección

Un Mariel silente

Waldo Acebo Meireles , Miami | 13/04/2022

Comentarios


La «Batalla Comunicacional» (I)

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Cuba, tan cerca Rusia, tan lejos de Ucrania

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 29/03/2022

Comentarios


¡Cuba derrota a Venezuela!

Waldo Acebo Meireles , Miami | 28/03/2022

Comentarios


La segunda dictadura de Batista

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 11/03/2022


Cuba sin encanto

Alejandro Armengol , Miami | 24/02/2022

Comentarios



Rectificaciones a Silvio Rodríguez

José Gabriel Barrenechea , Santa Clara | 21/02/2022

Comentarios


Boicotean a la mujer del presidente cubano

Vicente Morín Aguado , La Habana | 17/02/2022

Comentarios


Dictadura y lenguaje (II)

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 09/02/2022

Comentarios


Participar en el referendo es legitimar al régimen continuista

José Gabriel Barrenechea , Santa Clara | 07/02/2022

Comentarios


Subir