Electricidad, Economía, Desarrollo
Los mitos de la electrificación en Cuba tras 1959
Es un mito que al triunfo de la Revolución Cuba fuera uno de los peores ejemplos globales en cuanto a electrificación
En 1963 se terminó de imprimir en la entonces Checoslovaquia, por el Instituto de Cartografía, el Atlas Geográfico Mundial de Bolsillo. Todo un hito de la edición cartográfica en el periodo revolucionario, en el cual, muchos cubanitos nacidos en esa década, y a inicios de la siguiente, aprendimos a localizar continentes, cordilleras, ríos, océanos y países.
De esta fuente, nada cuestionable desde el punto de vista ideológico, al menos desde el campo revolucionario, hemos tomado los datos que nos han servido para elaborar la siguiente tabla:
Tabla V.
País (año) | Producción de energía eléctrica (en miles de millones de KWh) | Per cápita de esa producción (en KWh) |
EEUU (60) | 840 | 4.600 |
México (59) | 9,7 | 270 |
Argentina (60) | 7,3 | 460 |
Chile (59) | 2,8 | 370 |
Brasil (60) | 21,1 | 300 |
URRS (60) | 292 | 1.460 |
España (59) | 17,5 | 580 |
China (59) | 55,5 | 80 |
India (60) | 16,3 | 40 |
Francia (60) | 71,5 | 1.550 |
Italia (60) | 56 | 1.090 |
Como en el mencionado Atlas no se especifica si en cuanto a Cuba los datos corresponden al bienio 59-60, o a otro año posterior, hemos preferido, para contextualizar a Cuba en su época, en cuanto a la producción de energía eléctrica, utilizar los correspondientes al año 1958 en el informe rendido por Fidel Castro al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba.
País | Producción de energía eléctrica (en miles de millones de KWh) | Per cápita de esa producción (en KWh) |
Cuba | 2,55 | 406 |
Resulta evidente que cierto recurso capcioso, destinado a evitar la crítica, al descalificarla, no cabe aquí. Después de observar detenidamente las dos tablas anteriores, a cualquiera le queda claro que no se puede invocar el aquello de que para evaluar de manera justa y ponderada los resultados de la labor administrativa posterior a 1959, al menos en cuanto a lo de promover la producción de energía eléctrica, a los cubanos solo nos cabe compararnos con las naciones más pobres, nunca con las más ricas. Nosotros, los cubanos, no arrancamos esta carrera en tan mala posición, como pretenden los sostenedores de ese prejuicio equívoco, y manipulador. Lo cierto es que en los cincuenta, entre las demás naciones iberoamericanas solo nos superaban la Argentina y España, y entre africanos y asiáticos, nadie.
Pero incluso esos datos no nos ayudan a entender el verdadero lugar de Cuba, un país en que, a diferencia de lo común en el mundo de los cincuenta, en que el litro de petróleo costaba uno o dos centavos, buena parte de la energía que se usaba para mover las industrias no provenía de la electricidad producida en termoeléctricas o hidroeléctricas. No olvidemos que los 172 centrales azucareros cubanos se movían gracias a la quema del bagazo —desecho de la cosecha azucarera, y que incluso suministraban electricidad a sus bateyes y a algunas pequeñas fábricas relacionadas— en lo fundamental, aunque no tan solo, destilerías de alcohol y refinadoras de azúcar. Esa considerable cantidad de energía no era tenida en cuenta en los balances energéticos nacionales de aquellos tiempos de petróleo muy barato, y fiebre de electrificación.
De hecho, si tomamos en cuenta el equivalente en energía eléctrica que significarían las entre doce y dieciocho millones de toneladas de bagazo que, en promedio, se quemaban anualmente en nuestros centrales, aun y con toda la ineficiencia de sus calderas, la producción de energía industrial anual en Cuba aumentaría en mucho más de un 50 %, y con ello dejaríamos atrás a los valores correspondientes a la Argentina o España.
Me atrevo a afirmar, aunque sin datos exactos para demostrarlo aquí, que en 1958 Cuba era el país del Tercer Mundo con mayor producción per cápita de energía, y que incluso superábamos a algunas naciones como España, Grecia, o Irlanda, que hoy ostentan un sitio entre las economías desarrolladas —los datos del Atlas y del Informe ya demuestran que éramos el segundo país en el Tercer Mundo, detrás de la Argentina.
Aclarado el punto de nuestra verdadera situación de privilegio en el mundo de 1958, en cuanto a la producción de electricidad, cabe preguntarse a continuación: ¿es cierta la afirmación oficialista de que hemos sido el país latinoamericano que más ha crecido en cuanto a producción de energía eléctrica, a posteriori de 1959?
Para ello basta con comparar los avances de cada país entre ambas épocas. La siguiente tabla, elaborada en base a la disponible en www.indexmundi.com, y correspondiente al 1º de enero de 2020, nos servirá para ello. He incluido una tercera columna en que se refleja la proporción de crecimiento en cuanto a producción de energía eléctrica, entre los dos momentos históricos.
Tabla VI.
País | Producción de energía eléctrica (en miles de millones de KWh) | Per cápita de esa producción (en KWh, aproximado) | Índice de aumento con respecto a los datos de la tabla anterior (Producción) |
EEUU | 4.095 | 12.409 | 4,9 |
México | 303 | 2.525 | 31,2 |
Argentina | 132 | 3.142 | 18 |
Chile | 76 | 4.470 | 27,1 |
Brasil | 568 | 2.840 | 27 |
Cuba | 19 | 1.727 | 7,45 |
España | 259 | 5.510 | 14,8 |
China | 5.883 | 4 357 | 106 |
India | 1.386 | 1 117 | 85 |
Francia | 529 | 8.015 | 7,39 |
En cuanto a producción global de energía eléctrica, mientras nosotros aumentamos en poco menos de 8 veces, Chile y Brasil lo hicieron en 27, y la India y China en 85 y 106 veces respectivamente. Por tanto, la verdad es que durante los 61 años que van desde el 1º de enero de 1959 al 1º de enero de 2020, nuestra capacidad de generar electricidad aumentó solo en mayor medida que en algunos países industrializados —en este caso EEUU y Francia. Y ello, porque en dichas naciones, desde la década del setenta y la primera crisis petrolera, se aplicaba ya lo que nosotros solo pusimos en práctica recién en 2006: la aplicación de tecnologías menos gastadoras y contaminantes, no reducida al cambio de bombillos incandescentes por ahorradores, o a la entrega de cocinas eléctricas “más eficientes”.
La comparación de los per cápita entre ambas tablas, por su parte, inhabilita el cuestionamiento que, desde los muy diferentes aumentos poblacionales, se le podría hacer a lo planteado anteriormente: se puede ver que el país cuyo per cápita menos creció en dicho periodo también fue Cuba, al menos entre los países latinoamericanos que estaban a un nivel comparable al nuestro en el bienio 1958-60. Unas 4 veces en el caso cubano, contra casi 9 veces en los casos mexicano y brasileño, o 13 veces en el chileno.
Podría, por último, caber la duda de si ese menor aumento nuestro es debido a que a partir de 1990, con el desmerengamiento de la URSS —así lo calificó alguien que embarró mucho su barba en el merengue de ese cake, nuestra economía se vio envuelta en las condiciones extraordinarias, especiales, que todos conocemos.
Para demostrar que no es así, usaremos los datos que pueden encontrarse en el número 4, del año 71, de la revista Bohemia correspondiente al 26 de enero de 1979.
Tabla VII.
País | Consumo de energía eléctrica per cápita (1975) en KWh. |
EEUU | 9.396 |
México | 724 |
Brasil | 730 |
Argentina | 1.161 |
Cuba | 705 |
China | 153 |
India | 143 |
Para 1975, naciones que en el bienio 1958-60 nos seguían, y no muy de cerca, como México y Brasil, nos habían alcanzado. En cuanto a la Argentina, ya se nos había separado lo suficiente como para anular la referida ventaja nuestra en el balance global de energía, debida al tipo con que se movían nuestros centrales azucareros -a partir de 1959 no se construyeron más centrales azucareros hasta los ochentas, por el contrario, se cerró una docena a inicios de los sesentas; tampoco se mejoró la eficiencia de sus calderas.
No es, por tanto, algo nuevo que con respecto a 1958-60 para 2006 hubiéramos retrocedido en cuanto a per cápita de producción de energía eléctrica: en tan temprana fecha como 1975, y a pesar de las increíblemente favorables condiciones de nuestras relaciones con el Campo Socialista, ese proceso de retroceso acelerado en nuestra capacidad de producción relativa había comenzado ya.
Conclusión
Primero: Es un mito que al triunfo de la Revolución Cuba fuera uno de los peores ejemplos globales en cuanto a electrificación. Por el contrario, Cuba tenía un per cápita de producción de electricidad que solo cedía ante la Argentina en América Latina, e iba muy por delante del conjunto de países africanos o asiáticos.
Segundo: Es también un mito el que la Cuba de Fidel haya tenido en este campo logros por encima del resto del Mundo y de Latinoamérica. En cuanto a crecimiento de la producción eléctrica, en el periodo revolucionario, Cuba ha estado por debajo del promedio de crecimiento global, muy por debajo del de la región latinoamericana, y solo se puede comparar con el crecimiento en países como Estados Unidos y Francia. Los cuales ya tenían una considerable ventaja inicial, y por demás iniciaron a partir de los setenta una revolución en el uso racional de la energía —aún hoy Estados Unidos tiene un per cápita tres veces superior al de China, a pesar del espectacular crecimiento en ese país.
© cubaencuentro
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