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Economía, Crisis, Cambios

No es fácil…

El problema en esta islita desafortunada es que nuestra crisis ya es cincuentona y va caminando, “sin prisa pero sin pausa”, hacia la tercera edad

Comenzó el 2013 lleno de incertidumbres, digamos, planetarias. Una crisis financiera internacional que no está perdonando a nadie, ni siquiera a los más poderosos. Ya hasta Alemania está cogiendo su ramalazo y el año ha empezado con palabras un poco apocalípticas como ese nuevo término escalofriante de abismo o precipicio fiscal.

El problema en nuestra islita desafortunada es que nuestra crisis ya es cincuentona, va caminando, “sin prisa pero sin pausa”, hacia la tercera edad, gobernada por octogenarios dirigentes que, hace mucho rato, debían haberse retirado y dedicado a cuidar a nietos y bisnietos. Porque, por mucho que quieran, es imposible que sus medidas de “actualización del sistema económico” tengan el dinamismo y la audacia que requiere la lamentable situación económica en que nos encontramos.

Ahora, de pronto, han descubierto “el agua tibia”. Se han dado cuenta, en un demorado despertar económico, que hay que hacerle caso a la oferta y la demanda y que es muy importante el estímulo individual para incrementar la producción y la productividad. ¡Qué trabajo les ha costado!

En la TV la periodista obviamente autorizada para tratar ciertos temas, Talía González, presentó un interesante reportaje sobre los cambios ocurridos en 2012 y entrevistó a trabajadores de los sectores productivo y de servicios. Un campesino, sabiamente, dijo, “ahora hay que ver cómo se venden todas estas producciones”. Ya muchas tierras no están ociosas, ahora hay que llevar esos productos hasta las tarimas, con agilidad y establecer mecanismos efectivos de estímulo al campesino, sin trabas burocráticas que han demostrado que no funcionan. En pocas palabras, volver a donde estábamos en 1959 o, quizás, 1968, año en que el Comandante decidió acabar con todo lo que oliera a capitalismo.

Es cierto que se nota y se siente un movimiento, como un desperezarse económico absolutamente insuficiente pero no por eso despreciable. Conmueve ver cómo la inventiva del cubano se ha puesto en marcha, y uno ve anuncios de negocios por todos lados. Hace poco me entregaron en la calle una tarjeta de presentación donde se ofrecían servicios de lavandería con recogida en las casas. Los dueños de paladares y viviendas de alquiler entregan su tarjeta de presentación con un mapa perfecto de su ubicación. Un plomero colocó un cartel muy simpático y absurdo: “Plomero, servicio a domicilio”. ¿Cómo va a destupir un inodoro a larga distancia? No importa, el asunto es trabajar y ganarse unos pesitos.

Entonces uno se pregunta por qué hubo que esperar 55 años para volver a donde estábamos en 1959. La respuesta es fácil: por la tozudez y soberbia de un solo hombre y el silencio cómplice de los que lo rodeaban, incluyendo al ahora supuesto “salvador” de su hermanito que estuvo todos estos años a su lado. Tienen la misma responsabilidad, él y todos los que no tuvieron el coraje de decir “No, Comandante”. Los que se negaron lo pasaron muy mal, largas prisiones y fusilados, los que peor salieron; condenados al ostracismo y al silencio, castigados en tareas sin importancia, convertidos en no-personas los otros. Pero al menos, pienso yo, duermen tranquilos, con su conciencia en paz.

Lo que sí está muy claro es que los desniveles sociales en nuestro país son abismales y hay una gran parte de la población, sin dudas la mayoría, que vive al borde del precipicio y otros, muchos, ya se han caído en él, para usar las palabritas de moda. En Cuba hay un porcentaje importante de la población que vive por debajo del nivel de pobreza o en un estado de pobreza severo. Y eso se ve hasta en la televisión, si uno observa con atención. Cuando ponen imágenes de las zonas por donde han pasado huracanes, por ejemplo, se ven unas casitas humildísimas y miserables que, según lo que se desprende de la propaganda oficial, debían haber desaparecido hace muchos años. Habría que conocer la cifra de albergados y los años que llevan viviendo en la más absoluta promiscuidad y falta de higiene; la cantidad de individuos que viven en solares con peligro de derrumbe y en los que hace decenas de años no entra el agua. Todas estas personas viven en lugares que parecen haber sido sacados de las peores favelas de cualquier país latinoamericano como Venezuela, México o Colombia. Hay desnutrición en la población, y son los niños y los ancianos los más afectados. ¿Qué desayuna la mayor parte del pueblo?, ¿qué proteína come?, ¿qué vegetales, y qué frutas?, el famoso vaso de leche, ¿dónde se metió? Los precios en el agro son prohibitivos, sencillamente. Un vendedor de un agromercado me comentaba hace poco que los que más roban son los ancianos. Se roban una malanga, un boniato, una naranja, y eso es muy triste. Pero con una pensión de 200 pesos cubanos no se puede vivir. Ni con los 600 pesos que puede ganar un médico tampoco.

¿De dónde sale el dinero, entonces? Porque se ve en las calles, gente tomando cervezas (cuesta 1 CUC, o sea, 24 pesos cubanos), una tras otra; gente en paladares, en las tiendas, comprando, en hoteles, de vacaciones en los cayos lujosísimos. ¿Quiénes son? No tengo posibilidades de hacer ese estudio. Pienso que el dinero proviene de diferentes vías, lícitas e ilícitas: los que tienen familiares en el exterior —y los ayudan, porque no todos cuentan con esa entrada; los que han logrado hacer sus negocios por cuenta propia (muchos con una inversión inicial de algún familiar o extranjero); algunos artistas, sobre todo en la esfera de la música y la plástica; algunos deportistas; el sector campesino, que mal que bien, siempre ha tenido sus reservas. Y están los ladrones de cuello blanco, con cuentas millonarias en el exterior; los hijitos de papá y mamá y los funcionarios y dirigentes corruptos a todos los niveles. Se ha incrementado el robo con fuerza y los asesinatos. Dirán que eso pasa en muchos países y en mayor grado que aquí, y sé que es verdad. Pero yo hablo del país en el que vivo, de la debacle de los otros se encargan nuestros medios de difusión masivos. Con un salario del gobierno no se puede vivir, hay que inventar, a las buenas o a las malas.

Una medida muy bien recibida y esperada ha sido la eliminación del permiso de salida que, aunque con limitaciones y restricciones es, sencillamente, un derecho recuperado. Pero, otra vez, ¿qué cubano “de a pie” puede siquiera soñar en utilizarlo? ¿Qué trabajador que dependa solo de su salario puede pensar en darse un viajecito pagándose boleto, estancia y hoteles? ¿Un médico, un arquitecto?, ni siquiera pueden pensar en pasarse una noche en un hotel de tres por quilo.

“Ahora ya pueden viajar los cubanos, ¿de qué se quejan?”, dicen. Viajarán los que viajan en otros países, como siempre ha sido, los que tienen dinero para hacerlo, los que entran en las “categorías” anteriormente señaladas. Con el agravante de que viajar a países que requieran de visa, como México, EU, España, que se encuentran entre los más solicitados, ya han aumentado las trabas y es un verdadero infierno el papeleo y los requisitos que están exigiendo. Un amigo me dijo que en la calle le dicen al pasaporte cubano “pasapena”. Y sin embargo, las oficinas donde se emiten esos documentos están haciendo, como promedio, más de mil pasaportes diarios. Quien entiende nada…

El caso de la Salud Pública es uno de los más graves de todos porque repercute, directamente, en la vida de las personas. Ya es de todos sabido que la fuente mayor de ingresos que tiene el gobierno proviene de la exportación de mano de obra barata altamente calificada. El gobierno cobra esos servicios y les paga a los médicos y enfermeras una miseria. Pero como los salarios todos están por el piso, esa cantidad resulta una fortuna y todos se quieren ir de “misión”, con los riesgos y tristezas que eso conlleva: en lugares intrincados y peligrosos, separados de la familia. Los que quedan en el país han tenido que asumir la falta de personal y están sobrepasados de trabajo. Si a eso le suma que con su salario no puede vivir y mantener una casa, cuando usted entra a una consulta el doctor no puede atenderlo bien ni dedicarle el tiempo necesario. Muchos trabajan en las noches haciendo cualquier cosa menos lo que deben hacer, que es estudiar y descansar. ¿Volverán las Clínicas Mutualistas? Muchos piensan que sí. Existieron hasta 1968, se pagaba la módica cifra de 2,80 pesos cubanos y se ofrecía todo tipo de consultas incluidas visitas a domicilio. Ahora en los hospitales del país han puesto unos carteles que dicen: “La medicina cubana es gratuita pero cuesta”. Una verdad como un templo. ¿Pero a quién le cuesta? Le cuesta al pueblo porque los recursos que se destinan, que son muchos, a la Salud Pública provienen de la riqueza creada por el pueblo, porque, hasta donde sé, los hermanos Castro no lo ponen de su bolsillo. El gobierno ha mantenido congelados los salarios prácticamente desde hace cinco décadas, con pequeños aumentos insignificantes que no se ajustan ni nada tienen que ver con el incremento de los precios. El dinero que se ha dejado de pagar a los trabajadores es el que se ha utilizado para las inversiones necesarias para el desarrollo del país. Y para derrocharlo y mal invertirlo en proyectos descabellados ideados por el Máximo Líder.

Pero en todo este proceso de actualización no se ha dicho una sola palabra de la necesidad de actualizar, también, “el modelo político”. Si fueran a ser coherentes con la teoría marxista que tanto pregonaron, tendrían que recordar aquello de que la base económica define la superestructura y ésta a su vez influye, dialécticamente, en la economía. ¿Por qué hay que seguir con un modelo unipartidista que se ha demostrado que tampoco funciona? Porque si hubiera funcionado, si hubiera existido una oposición, una prensa independiente, otra voz, quizás no hubiéramos tenido que esperar más de medio siglo para descubrir las “bondades” del mercado. José Martí solo creó un Partido, repiten. Pues claro, ¿a quién se le ocurre fundar su Partido y el de la oposición? Usted funda el suyo y los demás fundan el de ellos. Y, “a ver a cuánto tocamos”. El multipartidismo no ha solucionado los problemas de ninguna sociedad, es cierto, pero, sin dudas, es un mecanismo más justo que el empleado por los regímenes unipartidistas. Ahora el presidente ecuatoriano acaba de afirmar que eso de que la oposición es necesaria para gobernar es un cuento. Sin tapujos lo acaba de afirmar en el inicio de su campaña electoral. ¡Ahora sí que estamos fritos!

El panorama económico mundial es complejo y crítico, el nacional es sombrío. La situación en Venezuela es delicada y, sin dudas, influye en la estabilidad económica no solo de Cuba sino de muchos países.

Como se dice en el argot beisbolero, “el cuadro está cerrado”. “No es fácil…”, decimos los cubanos, y todos entendemos perfectamente lo que implica esa expresión.

© cubaencuentro

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