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Actualizado: 18/04/2024 23:36

Migración, Pasaporte, Viajes

Pasaporte cubano continuará siendo indispensable para cubanoamericanos que viajan a la Isla

La intención del Gobierno cubano no es solo controlar a quienes viven en la Isla, sino también a quienes se fueron

Sin cambios en el futuro inmediato para la mayoría de los cubanoamericanos que viajan a la Isla. Tendrán que seguir utilizando el pasaporte cubano. El asunto no entra en las modificaciones constitucionales que han comenzado a estudiarse. El embajador José Ramón Cabañas fue enfático en este punto en un evento en Washington, informa el Nuevo Herald.

“El principio por el que nos regimos es que todo cubano —y puede tener una segunda o tercera ciudadanía, cuando vuelve a Cuba, en la Isla, en nuestras fronteras es cubano”, afirmó.

“Entendemos que hay otras prácticas, los chinos, por ejemplo, cuando adquieres la segunda ciudadanía, eres británico o de donde sea, pero en nuestro caso consideramos la ciudadanía de nacimiento”, dijo. “No espero ningún cambio en ese sentido”, añadió.

Desde hace años se viene señalando que las razones para no modificar la regulación son de dos tipos: una de control política, ya que quien regresa “acepta” el sometimiento a las leyes que se aplican a los naturales y por lo tanto puede ser juzgado como tal, con independencia de otra ciudadanía adquirida; la otra es económica, por el alto costo del pasaporte (unos $450, con gastos de envío incluidos), que debe ser prorrogado cada dos años (a un costo adicional de $160).

Desde hace décadas, la decisión del Gobierno de La Habana de que los cubanos que emigraron después de 1971 y que ahora viven en el extranjero, para ir a la Isla necesitan viajar con sus pasaportes cubanos y renovarlos periódicamente, ha establecido una medida discriminatoria con efectos extraterritoriales, que afecta a quienes en la actualidad son ciudadanos estadounidenses.

La Habana tiene todo su derecho a exigir una visa —y por supuesto a negarla—, pero ninguno a chantajear y no permitir la visita si no se cumple un requisito que implica no solo una vuelta atrás para el cubano que ha adquirido una nueva ciudadanía, sino que obliga a éste a cometer una falta de ética con el país que le permitió naturalizarse.

Lo que siempre ha buscado el Gobierno cubano es incrementar las ganancias económicas, con los inmigrantes en general y especialmente con los que considera “respetuosos” y el exilio llama “obedientes”.

Para ello no le faltan explicaciones, como hablar de la “emigración patriótica” y otras palabras propias de un vendedor del último mejunje curalotodo en un pueblo del oeste.

Este razonamiento siempre tiene un fin muy preciso: buscar términos de igualdad y semejanza entre quienes se fueron y quienes se quedaron, pero en base a una obediencia disfrazada de amor a la patria; un concepto que —como ocurre en un país totalitario— se confunde e iguala al de Estado, gobierno y en última instancia caudillo.

La actualización en la política migratoria que llevó a cabo Cuba no fue más que modificar una ley arcaica mientras se mantenía su esencia.

Por supuesto que fue un paso de avance que más cubanos pudieran viajar, la simplificación en los trámites y el aumento del permiso de estancia en el extranjero. Pero con respecto a quienes viven en el exterior, se ha producido una inversión de la “Parábola del Hijo Pródigo”. No se trata del padre misericordioso ni del perdón hacia el hijo pecador. Todo se reduce, obligatoriamente, a que a su vuelta ese hijo debe mostrarse arrepentido. Y ese arrepentimiento tiene un nombre: pasaporte cubano.

La norma es además arbitraria. Quienes emigraron antes de 1971 pueden entrar usando el pasaporte de su nacionalidad actual. Sin embargo, la diferencia no implica un cambio total, ya que en ese caso se requiere un “Documento de Viaje”, aunque éste cuesta $100, mucho menos de los $450 del pasaporte cubano cuando se incluyen los gastos de envío, o las dos posibles prórrogas, de $160 cada una.

Un país cuya parte de su población no solo ha emigrado sino continúa haciéndolo, y donde esos que se van contribuyen a la economía nacional al verse obligados a alimentar a los familiares que dejaron atrás, debe permitir la doble ciudadanía o al menos establecer una visa múltiple a un precio justo.

De lo contrario, queda claro que la intención del Gobierno cubano no es solo controlar a quienes viven en la Isla, sino también a quienes se fueron.

© cubaencuentro

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