Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 10/05/2024 11:46

Religión

Recordando a Wojtyla

La presencia del número dos del Vaticano pone fin a las celebraciones por el décimo aniversario de la visita papal a la Isla.

Cuba no fue un país diferente luego de la visita del Papa, hace diez años, pero muchas de sus gentes cambiaron el mapa de sus vidas. El viaje a la Isla del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, simula los aires del histórico encuentro con Juan Pablo II y saca a la luz logros y aspiraciones de la Iglesia local. Es el final de una larga celebración iniciada el 21 de enero pasado.

Hildebrando Alcizar es uno de los que dicen "haber cambiado" tras la gira papal de 1998. "Para mi no hay más Dios que Juan Pablo II", afirma este anciano de 79 años. La historia cobra más interés cuando sabemos que es ateo.

"Me eduqué en una familia anticlerical. Mi padre era anarquista español y yo pertenecí a la juventud socialista en los años cuarenta", recuerda.

Hildrebrando es uno más de una grey de ancianos que han sido rescatados por los programas sociales instrumentados en las parroquias, luego de que el finado pontífice aceitera las relaciones entre la Iglesia y el Estado, unos nexos por años retorcidos o, cuando no, minados de mutuos recelos.

A fines de los tortuosos años noventa, este ex burócrata del aparato partidista había quedado apenas con familia —su único sobrino emigró a Hungría— y con un retiro de poco más de doscientos pesos —entonces un dólar cotizaba a 120 pesos— su existencia no pasaba de ser miserable. La Iglesia lo salvó por los pelos.

"La parroquia me dio medicinas, comida y algunos amigos. Soy diabético. Yo no creía en nada, pero aprecié la solidaridad y todo gracias a la venida del Papa", recuerda con agradecimiento.

En el ocaso de su vida, signada por el materialismo ideológico, Hildebrando no cambia de casaca. Sigue de ateo, pero ahora cree en los que creen en la fe.

"Él (el Papa) luchó contra lo que yo tuve como ideal y, sin embargo, le debo todavía hacer el cuento. Así son las ironías de la vida", termina el diálogo y se marcha a tomar sus pastillas.

El viaje 81

Hace una década, ante millones que lo seguían por televisión, el propio Fidel Castro tuvo que desempolvar el expediente anticomunista del polaco, cuyo viaje 81, de los más de cien que realizó durante su itinerante pontificado, lo dedicó a Cuba.

"Fue un activo luchador ideológico contra el marxismo, el leninismo y el campo socialista", admitió el gobernante, pero a seguidas descalificó que fuera el ángel exterminador de los regímenes de Europa oriental.

"Es realmente un gran invento querer atribuirle al Papa la responsabilidad de lo que pasó allá, pues nosotros sabemos muy bien la historia y las causas de lo que allí ocurrió", explicó Castro aludiendo directamente al saldo histórico de Mijaíl Gorbachov, a quien atribuye la mayor parte del descalabro.

"Los dos (Castro y el Papa) jugaron un exquisito ajedrez político", considera LFG, un rosacruz que pidió discreción para su identidad.

"Fidel obtuvo legitimidad dentro y fuera, y el Papa puso sus pies en uno de los últimos cotos comunistas del siglo XX. La partida no fue tablas, porque Fidel, siempre mirando para el norte, le dio un jaque mate a los americanos con la condenatoria papal al embargo".

Este religioso se niega a simplificar las cosas. Esta claro para él que Wojtyla no traía la trompeta que derribaría los muros del Jericó socialista en las Antillas.

"Creo que esa no era su misión, incluso sabía que era imposible. Esto nunca fue su Polonia. Supongo que él quiso despertar en los cubanos la búsqueda de nuevos horizontes espirituales y avivar la Iglesia que hasta ese momento estaba moribunda. Su frase de que 'Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba' es ante todo un principio, no el final del camino... ¿Fuimos otros? No tengo la menor duda".

En la cúpula eclesial la frase pontificia se ve como una perspectiva incumplida.

"Esto ha quedado como un leitmotiv para nosotros en Cuba. Siento que en este sentido hay un gran programa por cumplir", manifestó el cardenal Jaime Ortega en una entrevista publicada en la revista digital Espacio Laical.

'Trajo luz, trajo paz…'

Una de las derivaciones de la visita pastoral del sumo pontífice fueron las casas de culto. Conocidas también como casas de oración e identificadas con una cruz en la puerta, estos centros de promoción bíblica se ubican en viviendas particulares, sobre todo en barrios de bajos ingresos. No gozan de estatuto legal.

Se dice que están fuertemente vigiladas, ya que se trata de espacios de reunión, no estructurados oficialmente, que el gobierno podría percibir como potencialmente conspirativos.

Tania González es una de las concurrentes. Biblia en mano y cruz de madera al cuello da gracias a la visita papal. "Trajo luz, trajo paz y trajo un resurgir de la fe", expresa convencida, "sobre todo en los jóvenes". Su hija, Tamara, de 19 años, acude a las sesiones dominicales junto a un par de amigas.

Aunque admite que la libertad religiosa en la Isla es incomparablemente más amplia que en el pasado, todavía se queja de prohibiciones y entre ellas menciona el cierre de la revista católica Vitral, que mantenía un duro discurso crítico.

"No podemos tener escuelas, medios de comunicación, librerías, la evangelización es bastante difícil, pero algo se logra con estas casas, que todos los domingos se repletan de gente deseosa de escuchar el mensaje de Cristo", dice.

Un pintor de autos, motocicletas y "todo lo que la gente pida que embarre", opina que la visita del jefe de la Iglesia Católica hizo "que muchos dejaran de ser incrédulos" y que se sumaran a la religión en un pueblo que "vive flotando".

"Todo esto se llenó de personas que venían de Oriente, Las Villas, de los Remates de Guane, y vi que muchos hasta lloraban. Eso fue lo más grande de la vida", rememora con su overol azul y una Virgen de la Caridad sobre el sucio mostrador de su negocio. Es un garaje cerca de la Avenida Boyeros que, en el colmo de las rarezas, una de sus paredes exhibe en tiza los siete pecados capitales.

Una santera que acudió junto a sus hermanos de religión yoruba a la misa papal en la Plaza de la Revolución de La Habana, recuerda que Wojtyla la "incentivó muchísimo", pero a diez años del suceso "aún hay muchos tabúes".

"Estábamos ocultos, escondidos, y el Papa fue para todos los religiosos una bendición", manifiesta esta iniciada en Ochún que no exhibe ningún atributo propio de su culto sincrético, el cual, según estimados oficiales, es practicado por cerca del 90% de la población.

© cubaencuentro

En esta sección

La «Batalla Comunicacional» (II)

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 18/04/2022

Comentarios


Un Mariel silente

Waldo Acebo Meireles , Miami | 13/04/2022

Comentarios


La «Batalla Comunicacional» (I)

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Cuba, tan cerca Rusia, tan lejos de Ucrania

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 29/03/2022

Comentarios


¡Cuba derrota a Venezuela!

Waldo Acebo Meireles , Miami | 28/03/2022

Comentarios


La segunda dictadura de Batista

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 11/03/2022


Cuba sin encanto

Alejandro Armengol , Miami | 24/02/2022

Comentarios



Rectificaciones a Silvio Rodríguez

José Gabriel Barrenechea , Santa Clara | 21/02/2022

Comentarios


Boicotean a la mujer del presidente cubano

Vicente Morín Aguado , La Habana | 17/02/2022

Comentarios


Dictadura y lenguaje (II)

Francisco Almagro Domínguez , Miami | 09/02/2022

Comentarios


Subir