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Actualizado: 28/03/2024 20:07

Economía, Embargo, Bloqueo

Todo lo que me dijeron del bloqueo no es verdad

El verdadero bloqueo es el bloqueo interno

No se puede entender lo que ha sucedido en Cuba, incluyendo lo que los gobernantes cubanos llaman “el criminal bloqueo norteamericano”, si se excluye del análisis la trayectoria histórica y los discursos de Fidel Castro.

Lamentablemente, muchos de sus críticos y admiradores no conocen, o se han olvidado, de esa parte de la historia. El régimen cubano, siguiendo el modelo soviético, ha reescrito la historia con regularidad. Un ejemplo es la alteración de las fotos tomadas en la Sierra Maestra con el fin de borrar a los que más tarde se opusieron a la transformación de la gesta revolucionaria en una dictadura marxista.

Recientemente el presidente Miguel Díaz-Canel volvió a culpar al supuesto bloqueo por las carencias que sufren los cubanos; lo denunció como un ataque criminal que se prolonga ya por más de 58 años. ¿Qué hay de cierto en todo eso? Recurramos al pensamiento del Comandante-en-Jefe.

Más de quince años después de la victoria revolucionaria, y casi tantos después de que Washington impusiese sanciones económicas debido a la confiscación de centrales azucareros, bancos, industrias y empresas norteamericanos, Fidel Castro dijo lo siguiente en el Primer Congreso del Partido Comunista en diciembre de 1975:

“Al principio [los Estados Unidos] bastante que fastidiaron con sus cancelaciones… pero cuando ya por suerte, no dependemos de ellos para nada, ni en el comercio, ni en los abastecimientos, ni en nada, si ya salimos victoriosos, ahora después de la victoria, ¿con qué nos pueden amenazar? ¿Con cancelar qué cosa?

Diez años después en la revista Playboy (abril 1985), en una entrevista que causó gran revuelo, Fidel explicaba: “Los Estados Unidos tienen menos y menos cosas que ofrecer a Cuba. Si pudiésemos exportar nuestros productos a los Estados Unidos, tendríamos que comenzar a hacer planes para nuevas líneas de producción… porque todo lo que producimos ahora y todo lo que vamos a producir en los próximos cinco años ya ha sido vendido a otros mercados. Deberíamos privar a otros países socialistas de esos productos para venderlos a Estados Unidos. Pero los países socialistas nos pagan precios mucho mejores y tienen relaciones mucho mejores con nosotros que las que tenemos con los Estados Unidos. Hay un dicho popular que dice: ‘No cambies una vaca por una chiva’”.

La vaca a la que se refería en el discurso no era su querida vaca “Ubre Blanca”, era la Unión Soviética que, como sentenció él en el Tercer Congreso del Partido en febrero de 1986, “por su condición de primer país socialista, por su enorme potencial económico, su fuerza militar indudable, y su fidelidad a los principios del marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario, es parte decisiva de las fuerzas históricas contemporáneas”.

Es decir que su optimismo sobre la Unión Soviética y el fracaso del bloqueo económico de Washington, en el discurso ya citado del Primer Congreso del Partido, continuaba vigente, once años más tarde. Lo había asegurado el Líder Máximo: “Con la solidez de la Revolución, con el desarrollo de nuestras relaciones con todo el mundo, con nuestros sólidos vínculos con el CAME y con la Unión Soviética garantizando en este país el combustible, garantizando el trigo, los alimentos, los equipos, las inversiones industriales, ¿con qué nos pueden amenazar los imperialistas?”

Y, ¿qué pensaba Fidel de Estados Unidos, la chiva imperialista? Pensaba que “la bancarrota de la economía capitalista ha confirmado lo inexorable de las predicciones de Carlos Marx, y contrasta con el creciente, vigoroso progreso de los países que, agrupados en la comunidad socialista del CAME, tienen en el sólido desarrollo de la Unión Soviética su puesto fundamental de apoyo”.

Y, para que todos entendieran, años más tarde, en un discurso frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en el Malecón habanero, proclamaba: “Cuba no comprará ni una aspirina, ni un grano de arroz… Han puesto un montón de restricciones, (en la decisión de Washington que permitió la venta de alimentos y medicinas) que la hacen humillante para el país, pero además la hacen imposible en la práctica”.

La humillación y el montón de restricciones a que se refería Fidel era que se exigía a Cuba pagar por adelantado y en efectivo sus compras. En otras palabras, el importe de la mercancía por delante antes de que el barco saliera de un puerto norteamericano.

Las restricciones demostraron ser providenciales, porque Cuba dejó de pagarle a sus acreedores. Todavía hoy, a pesar de varias reestructuraciones de la deuda y de los muchos millones de dólares que esos países han perdonado, estos se encuentran en una larga cola esperando por los pagos prometidos por el régimen. Mientras otros esperan, los Estados Unidos continúan vendiendo sus productos a la isla, incluyendo pollos congelados mediante una política de “cash and carry”.

Cuba importa la mayor parte de los alimentos que consume a pesar de la feracidad de su suelo, su clima tropical y un mar repleto de mariscos y pescado que la rodea. El verdadero bloqueo es el bloqueo interno. Ese bloqueo es la causa de campesinos presos por vender directamente a otros cubanos sus pollos, su arroz, sus frijoles y otros productos que cosechan con el sudor de su frente.

Frank Calzón es un politólogo cubano.

© cubaencuentro

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