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Brasil, Rousseff, Copa

Ahora que terminó el Mundial

Las intenciones de voto en favor de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff , han subido del 34 % al 38 % en un mes

El Mundial de Fútbol ha terminado y Brasil ya puede concentrarse en las elecciones presidenciales de octubre.

La presidenta, Dilma Rousseff, se jugaba mucho en la competición y aunque ha sido abucheada cada vez que pisaba un estadio es probable que rentabilice en las urnas el éxito organizativo, sobre todo teniendo en cuenta que hace un mes el ambiente en las calles era de absoluto malestar, según Europa Press.

Días antes de que arrancara el Mundial Río de Janeiro y São Paulo vivían grandes huelgas de metro y autobús, las obras de los estadios se terminaban a última hora y aunque las protestas en contra de los gastos millonarios en la competición tenían escaso seguimiento solían acabar con enfrentamientos entre policía y manifestantes.

El ambiente estaba muy alejado de esa “Copa das Copas” de aire triunfalista que había presagiado Rousseff desde el principio, y desde el Gobierno se observaba con preocupación el efecto que un Mundial desastroso podría tener en las elecciones.

En la apertura del Mundial en São Paulo Rousseff fue abucheada y gravemente insultada, como ocurrió en la Copa Confederaciones del año pasado.

Sin embargo, muchos analistas consideran que supo aprovechar esos abucheos en su favor, cuando dijo que no se iba a amedrentar y que en su vida ya había sufrido situaciones mucho peores, como cuando fue torturada y presa durante la dictadura militar.

Tras esos primeros abucheos en el estadio de Itaquerão sus colegas del Partido de los Trabajadores (PT) —incluido el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva— se afanaron en decir que las críticas venían de una “élite blanca”, intentando que cuajara el mensaje de que el descontento con el Gobierno provenía sólo de una minoría privilegiada.

A pesar del sobresalto inicial, en cuanto empezaron los primeros partidos y las calles se empezaron a teñir de verde y amarillo la situación cambió ligeramente para la presidenta.

Las intenciones de voto subieron del 34 % al 38 % en un mes, según la encuesta de Datafolha del 1 y 2 de julio.

En el mismo periodo el instituto constató un aumento del 51 % al 63 % de los brasileños que aprobaban la realización del Mundial en el país y los que decían sentir orgullo del evento pasaron del 45 % al 60 %.

Durante toda la competición Rousseff se mantuvo cerca de la Selección.

Bromeó diciendo que su Gobierno no era “estándar FIFA” sino “estándar Felipão”, en referencia al entrenador; cuando se lesionó Neymar le mandó un mensaje de apoyo en Twitter y cuando el equipo perdió estrepitosamente contra Alemania por 1 a 7 animó a los jugadores a “levantarse y sacudirse el polvo”.

Tras la humillante derrota cundió el desánimo en las calles, pero los partidos de todas las tendencias coincidieron en que el mal resultado de la selección no iba a influir en la intención de voto.

El caos en los aeropuertos o la falta de seguridad sí que lo hubiera hecho.

El equipo de Rousseff empezó entonces a recordar que pesar de que Brasil no se llevara el trofeo, estaba organizado el mejor Mundial de la Historia, la “Copa das Copas”.

Sus rivales políticos han criticado tímidamente el papel de Rousseff en el Mundial.

El líder y candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) a la presidencia, Aécio Neves, aseguró: “Cuando había manifestaciones ella no tenía nada que ver. Cuando el Mundial va bien parece que sea la delantera de la selección”.

El lunes, su candidato a vicepresidente, Aloysio Nunes, ha dicho que el Mundial no tiene “nada que ver” con el voto y que los ciudadanos quieren calidad en los servicios y una economía estable.

© cubaencuentro

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