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China, Trump, Negocios

La familia Trump y sus negocios con China

La relación que tiene Trump con gobiernos extranjeros a través de sus negocios supone, en opinión de algunos analistas, una clara violación de la Constitución

Si uno entra en la Torre Trump de Nueva York, encontrará un “Trump café”, una “Trump heladería”… y la sede estadounidense de uno de los bancos estatales más grandes de China, informa la BBC.

El Banco Industrial y Comercial de China (ICBC), de propiedad estatal y una de las mayores entidades financieras del mundo por valor de activos, firmó un acuerdo para alquilar un espacio en el emblemático edificio hace casi diez años y, según lo acordado, seguirá allí hasta 2019.

Este contrato es uno de los vínculos más directos entre el Gobierno chino y el actual presidente de Estados Unidos, y, a ojos de sus críticos, eso supone un problema.

Poco antes de su llegada al poder, Trump cedió el control de su imperio empresarial a sus hijos mayores, pero grupos ciudadanos y políticos consideran que no es suficiente para evitar conflictos de interés, pues el presidente no se ha desprendido de sus activos.

Desde Rusia hasta Arabia Saudita e incluso Argentina, la lista de países en los que Trump y sus negocios pueden tener conflictos de interés es amplia y el caso de China, un país donde el gobierno es cuasi omnipresente, es especialmente controvertido.

La polémica no sólo rodea al presidente; también a su familia.

Su hija predilecta, Ivanka, que cedió el control de su empresa, o los Kushner, familia del yerno del presidente, también han estado en el centro de las críticas por posibles conflictos de interés.

Durante su campaña, Trump dirigió graves y repetidas críticas contra Pekín, acusándole de “manipular su moneda” y culpándole del déficit comercial de Estados Unidos con China.

Pero esta semana dio un giro radical en su primera visita presidencial a China.

Tras una calurosa bienvenida por parte de su homólogo chino, Xi Jinping —que incluso le invitó a disfrutar de una ópera en la Ciudad Prohibida, un gesto inusual por parte de Pekín—, Trump consideró que China no tiene la culpa del déficit.

A su juicio, los culpables de la “injusta” relación comercial de Estados Unidos con China son sus predecesores en Washington.

“Conozco China muy bien, porque trato con China todo el tiempo (…) He firmado grandes acuerdos con China (…) el mayor banco del mundo, con 400 millones de clientes, es uno de mis inquilinos en Nueva York, en Manhattan. El banco más grande de China. El más grande del mundo”, destacó en referencia al ICBC al ser preguntado por los intereses de China en el Mar de China Meridional.

Otro de los asuntos polémicos de Trump en la relación con China es la reciente aprobación de sus marcas en el país asiático.

Poco después de estrenar la presidencia, China concedió oficialmente protección legal al presidente de Estados Unidos para el uso de la marca “Trump” en el país asiático en servicios de construcción tras más de una década de batalla legal y, desde entonces, se han producido autorizaciones similares para otro tipo de productos —desde clubs de golf hasta servicios de guardaespaldas— que se habían solicitado alrededor de un año atrás.

Esas aprobaciones no le abren las puertas de China directamente, sino que protegen su marca ante aquellos empresarios chinos que traten de lucrarse utilizando su nombre, una práctica común que han tenido que batallar multinacionales como Apple o personalidades como Michael Jordan.

De hecho, la marca “Trump” se popularizó desde la llegada del magnate a la Casa Blanca y numerosas empresas han buscado hacer negocio con su nombre, aunque alguna que otra compañía lo hacía de forma anterior y existen retretes inteligentes e incluso una marca de coche (Trumpchi) con el apellido del presidente de EEUU.

Desde China, expertos en el sector consultados por BBC Mundo no consideran que el periodo en que se produjeron las autorizaciones sea llamativo, pues se ajusta al proceso habitual.

No obstante, el momento sí es “sospechoso” para otros grupos como el Center for American Progress, una organización afín al Partido Demócrata que ha publicado un análisis sobre los conflictos de interés de Trump en China y considera que pudo haber un pacto.

“Tan sólo días después de que cambiara de opinión y respaldara la política de ‘una sola China’ (como le pedía Pekín), los chinos aprueban sus marcas por primera vez (…) Está muy claro que a todas luces fue un intercambio, él cambiar de política y el Gobierno chino empezar a aprobarle sus marcas. Es una manera de hacer negocios para los chinos”, señala a BBC Mundo John Norris, quien trabajó en diferentes cargos gubernamentales y es un veterano investigador del citado centro.

Por otra parte, los negocios en China de Ivanka, la hija de Trump, que tiene su propio despacho en la Casa Blanca como asesora del presidente —aunque no cobra por ello—, fueron el centro de atención este año tras conocerse la detención de tres activistas que investigaban supuestos abusos en una fábrica que produce zapatos de su marca.

Li Qiang, el director ejecutivo de la ONG para la que trabajaban los detenidos, China Labor Watch (CLW), mantiene que la respuesta de las autoridades del país asiático está directamente vinculada a la relación de la fábrica con la hija del presidente.

“Si hubiera sido una fábrica diferente, no hubiera habido una detención”, sostiene en declaraciones a BBC Mundo.

Su organización lleva denunciando casos de explotación laboral en China desde hace más de una década y ninguno de sus investigadores, que se infiltran en las plantas de incógnito, había sido detenido antes, afirman desde CLW.

CLW asegura que envió dos cartas a Ivanka Trump pero no recibió respuesta.

Preguntados por estas acusaciones, desde la empresa de Ivanka Trump se limitaron a referirse a un comunicado anteriormente publicado.

En él, el presidente de la marca, Abigail Klem, destacaba que están consultando a expertos de la industria “para promover los derechos humanos en el lugar del trabajo no sólo porque es lo correcto, sino porque también conlleva mejores resultados tanto para los trabajadores como para el negocio”.

“Reconocemos que nuestra cadena de proveedores está formada por miles de mujeres y buscamos asegurar que los valores centrales de nuestra marca se respetan en todo el proceso”, indica el comunicado de una fecha anterior y enviado ahora en respuesta a las preguntas de BBC Mundo.

Los actos de Kushner

La familia de Jared Kushner, yerno de Trump y marido de Ivanka, también ha sido objeto de señalamientos.

Este año, la hermana de Kushner atrajo los focos en un acto de promoción de inversiones en Pekín.

Presentando un proyecto inmobiliario en Nueva Jersey como la oferta más reciente de la “famosa familia” Kushner, la hermana de Jared destacó las conexiones de su familia y mencionó el rol de su hermano como consejero delegado de la Kushner Companies antes de abandonar este puesto para trabajar en la administración Trump.

“Una y otra vez vemos cómo la familia al completo, trata en cada ocasión de maximizar los beneficios de su compañía”, critica al respecto John Norris, del Center for American Progress.

La empresa de la familia Kushner estuvo negociando un acuerdo con el conglomerado chino Anbang para renovar una de sus propiedades en la Quinta Avenida de Nueva York, pero canceló las conversaciones después de que miembros del Congreso manifestaran su preocupación por los vínculos de la firma con el Gobierno chino.

La relación que tiene Trump con gobiernos extranjeros a través de sus negocios supone, en opinión de algunos analistas, una clara violación de la Constitución, en concreto, de la llamada Cláusula de Emolumentos.

La citada cláusula de la Carta Magna estadounidense establece que “ninguna persona que ocupe un empleo remunerado u honorífico aceptará ningún regalo, emolumento, empleo o título, sea de la clase que fuere, de cualquier monarca, príncipe o Estado extranjero, sin consentimiento del Congreso”.

El pasado mes de junio, los fiscales generales de Maryland, Brian Frosh, y del Distrito de Columbia, Karl Racine, presentaron una demanda contra el presidente por recibir dinero de gobiernos extranjeros en base a esta cláusula, meses después de otra demanda similar presentada por el grupo Ciudadanos en favor de la Responsabilidad y la Ética en Washington.

Los fiscales consideraron que “nunca antes en la historia de este país” un presidente había tenido una conjunción tan grande de intereses económicos de los que no se ha desvinculado.

Su demanda cita el gasto de miles de dólares que han hecho los gobiernos de Kuwait o Arabia Saudí en el International Trump Hotel de Washington D.C., para ejemplificar cómo mandatarios de otros países tratan de endulzar su relación con la Casa Blanca.

Otros expertos se muestran en desacuerdo.

“No creo que Trump simplemente por tener negocios de manera abierta, viole esta cláusula. Los emolumentos son un regalo, un intercambio por algún tipo de servicio”, explica a BBC Mundo Trevor Burrus, investigador del Centro de Estudios Constitucionales del Instituto Cato de Washington.

Burrus recuerda que, durante la presidencia de George Washington, en su finca de Monte Vernon, había una granja que siguió con sus operaciones y si “algún miembro de un gobierno extranjero” le hubiera comprado algo, no hubiera sido un emolumento, “ni lo es ahora”.

El experto, no obstante, considera que no desvincularse de sus negocios completamente es una decisión “desacertada” para Trump y coincide en que, en cierta medida, tiene conflictos de interés, aunque “no en el grado del que le acusan”.

Mientras tanto, los posibles conflictos de interés del presidente vuelven a generar titulares.

Esta vez, en Corea del Sur, por donde Trump pasó esta semana antes de dirigirse a China como parte de su primera gira asiática, el mandatario estadounidense ofreció un discurso en el parlamento surcoreano durante su visita de Estado al país.

En un discurso ante la Asamblea Nacional surcoreana, Trump criticó a Corea del Norte, ensalzó a su socio en el Sur y mencionó su campo de golf en Nueva Jersey.

Un detalle que, como los otros muchos comentarios que ha realizado en todo tipo de foros sobre sus propiedades y sus productos, dio más munición a aquellos que piensan que los intereses del magnate Trump siempre van por delante de los intereses del presidente.

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