Sarkozy y Royal disputarán la segunda vuelta de las presidenciales
El ultraderechista Jean-Marie Le Pen fue el gran perdedor de los comicios del domingo.
El conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal abren este lunes la campaña final por el Elíseo, en la que la batalla por el voto centrista determinará cuál de los dos presidirá Francia durante los próximos cinco años, informó EFE.
Según los resultados definitivos de la primera ronda de las presidenciales del domingo, el postulante de la conservadora y gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) obtuvo un 31,18 por ciento de los sufragios, con lo que consiguió su apuesta de situarse en cabeza con el mayor avance posible.
Sarkozy, al que el presidente saliente, Jacques Chirac, expresó este lunes su apoyo para la segunda vuelta del próximo 6 de mayo, se reunió con sus asesores para definir la "hoja de ruta" de esta recta final antes de visitar un albergue para víctimas de la exclusión. Una visita a tono con el giro que ya anoche quiso dar a su campaña, en el que busca mostrar voluntad de "proteger" a los más vulnerables y temerosos del futuro y de reunir a "todo el pueblo" en torno a su "nuevo sueño" de una Francia "fraternal".
Ese "nuevo sueño", de geometría variable, pretende atraer tanto a centristas como a votantes del ultraderechista Frente Nacional y a electores de izquierdas reticentes ante Ségolène Royal.
Favorito de los sondeos para el 6 de mayo, el candidato de la UMP debe captar a la vez parte de los votos del centrista François Bayrou y del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, para superar el "frente anti-Sarkozy" que se está armando para cortarle el paso.
Royal, que consiguió el 25,87% de los votos, tiene que movilizar a todos los votantes a la izquierda del Partido Socialista (PS) y conquistar al mayor número posible de los 6,8 millones de electores que votaron por Bayrou.
El compañero de Royal y líder del PS, François Hollande, apeló este lunes directamente a esos votantes, muchos de los cuales, según él, están "decididos a derrotar a Sarkozy" y a optar por una "política de cambio", en el proyecto de la que puede ser la primera mujer en alcanzar la jefatura de Estado en Francia.
Royal, que el mismo domingo por la noche instó a "la mayoría de franceses que quieren un verdadero cambio" a unirse a ella, no querrá aparecer a la cabeza de un "frente anti Sarkozy", porque, entre otras razones, eso haría de su rival una víctima.
De esa labor se encargarán ultraizquierdistas como Olivier Besancenot (el primero de esa franja con 4,08% de los votos), quien ya describe el duelo del 6 de mayo como "un referéndum" contra Sarkozy.
Los dos candidatos, protagonistas de un mano a mano televisado el próximo 2 de mayo que permitirá a los franceses evaluar sus respectivas y controvertidas personalidades, tendrán que hacer equilibrismos ya que, además, la participación histórica del domingo no da mucho juego a un eventual captación de voto de abstencionistas.
El reto de Sarkozy es a la vez atraer a los votantes de Le Pen, frustrados por la derrota de su líder (10,4% de los votos), y a los de Bayrou (18,57%) que optaban por superar la división izquierda-derecha o que fueron ahuyentados por la "derechización" de su discurso en la campaña de la primera vuelta.
Le Pen, gran perdedor del domingo, se posicionará el 1 de mayo, mientras que el soberanista de derechas, Philippe de Villers (2,23%) no quiso dar consigna porque, dijo, no es "propietario" de los votos.
Royal, por su parte, cuenta ya con el apoyo explicito o implícito de sus antiguos rivales de la izquierda radical y Verde, pero, aunque lograra que todos sus votantes siguieran la consigna, la suma de todos los votos de izquierda no llega al 37%.
Y además deberá conquistar como sea al electorado de Bayrou, cuyos votos, según advirtió hoy el brazo derecho del líder de la Unión por la Democracia Francesa (UDF), "no están en venta".
El líder de la UDF, cuyo resultado del domingo triplica el obtenido en 2002, se ha cuidado mucho de pronunciarse y su rueda de prensa anunciada para el próximo miércoles suscita una gran expectación.
Bayrou afronta el dilema de querer preservar su autonomía con la vista puesta en las Presidenciales de 2012, volver a una alianza clásica con la UMP para salvar su grupo parlamentario en las Legislativas de junio o desorientar a parte de sus militantes con un acuerdo inédito con los socialistas.
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