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Actualizado: 28/03/2024 20:04

EEUU, Rusia, Trump, Putin

Trump y Putin tuvieron en el G-20 una segunda reunión de la que no informaron

El presidente de EEUU y el de Rusia estuvieron charlando a solas en una cena con otros líderes

La polémica relación entre Donald Trump y Vladímir Putin tuvo un capítulo oculto a los ojos del mundo. En la cumbre del G-20 celebrada en Hamburgo, ambos presidentes mantuvieron una reunión que hasta ahora no había trascendido. Fue durante una cena de líderes y sus parejas celebrada el 7 de julio, horas después de su primer encuentro bilateral, informa el diario español El País.

La segunda cita surgió de forma aparentemente casual. Durante el convite nocturno, Trump tenía como compañeros de mesa al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y a la esposa del presidente argentino. Transcurrida una hora, les dejó y, según The Washington Post, se fue a sentar junto a Putin. Entre ambos solo permaneció el intérprete del líder ruso.

Lo que se dijeron quedó en el misterio. La Casa Blanca no ha explicado el contenido de la conversación y el Presidente, sin entrar en detalles, se ha limitado a despreciar la información como “deshonesta y enferma”.

“Hasta una cena preparada para los 20 líderes mundiales en Alemania la hacen aparecer como siniestra”, tuiteó Trump. Esta falta de transparencia está destinada a atizar la polémica.

Por su parte, Rusia aseguró el miércoles que las informaciones sobre esta segunda “reunión secreta” entre Putin, y Trump en Hamburgo “quieren minar la autoridad” del inquilino de la Casa Blanca, informa la agencia Efe.

“Los que plantean esta cuestión quieren minar la autoridad del presidente Trump y crearle problemas añadidos. Quieren privar a su propio presidente de la posibilidad de contactar con otros líderes”, dijo el miércoles el viceministro de Exteriores ruso.

“Cada uno de los líderes es libre de hablar con quien quiera y de la manera que crea conveniente. Hay decenas de contactos de este tipo que no se registran de ninguna forma. Sólo lo registran en sus cabezas aquellos que ven en esto algún delito”, subrayó el diplomático ruso.

Tras conocerse ese segundo encuentro, que al parecer duró una hora, la Casa Blanca reconoció que se había producido en una cena social en el marco del G20, agrega Efe.

La relación entre Trump y Putin viene ensombrecida por la interferencia electoral del Kremlin. Durante la campaña estadounidense, los servicios secretos rusos lanzaron una operación de desprestigio contra la candidata demócrata Hillary Clinton. El ataque, que incluyó el saqueo de los ordenadores del Partido Demócrata, fue contestado por la Administración de Barack Obama con fuertes sanciones y la apertura de una investigación del FBI. Las pesquisas han derivado en un enorme escándalo en Washington y ahora están bajo el mando de un fiscal especial, el legendario Robert Mueller, quien durante 13 años dirigió el FBI, informa El País.

En este horizonte, cualquier contacto entre ambos presidentes es mirado con lupa. Así ocurrió con la reunión oficial que celebraron ese viernes por la mañana. Con una duración prevista de 35 minutos, se alargó más de dos horas. En ella estuvieron presentes el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov. Durante el encuentro se acordó un alto el fuego parcial en Siria y se trató, según la Casa Blanca, la implicación del Kremlin en la trama rusa.

“Le pregunté a Putin dos veces si había interferido y las dos veces me dijo que no categóricamente. ¿Qué voy a hacer? ¿Acabar a puñetazos con él?”, contaría Trump días después en el avión presidencial a los periodistas. De la segunda charla nada dijo.

La reunión había permanecido hasta ahora inexplicamente en la sombra. La Casa Blanca ha intentado rebajar su importancia. “Durante la cena, todos los líderes se movieron por la habitación y hablaron unos con otros libremente. El presidente Trump conversó con muchos dirigentes a lo largo de la velada. Y cuando la cena estaba concluyendo, se dirigió a su esposa Melania y ahí aprovechó para hablar con Putin”, indicó un portavoz, quien no dio detalles del contenido de la conversación.

Las críticas ante esta opacidad no se han hecho esperar. Para muchos, confirma que entre Trump y Putin se ha establecido un nexo excepcional que el presidente quiere conservar a toda costa. El Presidente nunca ha escondido la fascinación que siente por el ruso. Le considera un “valor seguro”, le ha antepuesto en público al “débil” Barack Obama y le ha defendido de las acusaciones de asesinato a opositores. “¿Te crees que nuestro país es tan inocente?”, llegó a contestar en una entrevista televisada.

En las últimas semanas, Trump ha mantenido la misma actitud pese a que ha trascendido que su propio hijo mayor se reunió en plena campaña con supuestos emisarios del Kremlin para recibir información tóxica contra Clinton. Ahora, el descubrimiento de esta segunda reunión ahonda las sospechas.

El hijo mayor del Presidente, Donald Trump Jr., y su ex jefe de campaña, Paul Manafort, comparecerán el próximo miércoles ante el comité del Senado que investiga la presunta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.

Los dos aparecen listados como testimonios en una convocatoria del Comité Judicial del Senado para el miércoles 26.

El interés del comité por Trump Jr. despertó al conocerse que el hijo del Presidente se reunió en junio de 2016 con una abogada rusa con la promesa de recibir información comprometedora sobre Hillary Clinton supuestamente obtenida por el Kremlin.

En esa reunión, que el diario The New York Times sacó a la luz hace apenas dos semanas, también participaron Manafort, el yerno del presidente, Jared Kushner, y otras cuatro personas además de la abogada, Natalia Veselnitskaya.

Se trata de la prueba pública más tangible sobre una posible coordinación entre el Kremlin y la campaña presidencial del multimillonario para interferir en las elecciones a la Casa Blanca.

Además de las comparecencias de Trump Jr. y Manafort, una abogada de Kushner dijo a la CNN que su cliente testificará el lunes 24.

Esta comparecencia, según la cadena, será a puerta cerrada.

Kushner, esposo de Ivanka Trump y asesor de Trump en la Casa Blanca, se reunió con el embajador ruso en Washington, Serguéi Kislyak, durante la campaña electoral y en el período de transición, antes de que Trump asumiera el cargo.

Además, a petición de Kislyak —quien también mantuvo contactos con Michael Flynn, dimitido ex asesor de Seguridad Nacional—, se reunió en diciembre con el banquero ruso Serguéi Gorkov, consejero delegado del banco nacional ruso Vnesheconombank y graduado de la academia de los servicios secretos rusos.

Pocos presidentes han causado tal indignación o se han enfrentado a tantas crisis como Donald Trump en sus primeros seis meses, informa la AFP.

“Ser consumido por el escándalo desde el primer día no es bueno, (no aprobar) ninguna legislación importante no es bueno, tener niveles de aprobación tan bajos con potencial para defecciones republicanas; todo esto no es lo que usted espera”, dijo Julian Zelizer, profesor de historia en la Universidad de Princeton.

Trump asumió el 20 de enero declarando que Washington estaba en quiebra y solo un hombre de negocios agresivo como él podía arreglarlo. Esa promesa parece haberse desintegrado.

La Casa Blanca continúa con escaso personal, poco calificado y luchando por atraer nuevos talentos. El personal existente admite estar agotado y desmoralizado.

La agenda política de Trump ha sido destruida: el “muro” fronterizo no se ha construido, el TLCAN no fue anulado, el acuerdo nuclear con Irán perdura y el Obamacare sigue vigente.

Incluso con los republicanos controlando ambas cámaras del Congreso, el influyente Drudge Report declaró que este era el “CONGRESO MÁS IMPRODUCTIVO EN 164 AÑOS”.

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