Pekín dijo que los disturbios ocurridos el domingo en la convulsionada región de Xinjiang, en el extremo oeste del país, dejaron 140 muertos, y el gobierno calificó a la violencia étnica como un complot contra su poder, dando señales de una ofensiva para reestablecer el orden, informó Reuters.

Los lugareños tomaron las calles de la capital de la región, Urumqi, y algunos quemaron y destrozaron vehículos y se enfrentaron con la policía y con brigadas antidisturbios.

La cifra de muertos por los disturbios ha trepado a 140, reportó la semioficial China News Agency citando declaraciones de Li Zhi, jefe del Partido Comunista de Urumqi, en una conferencia de prensa el lunes por la mañana.

Un reporte separado de la agencia oficial de noticias Xinhua había dicho que los disturbios dejaron 816 heridos, de acuerdo con las autoridades policiales regionales. Ese reporte mencionaba que los muertos eran 129.

El gobierno calculó que las personas que tomaron las calles el domingo fueron entre 300 y 500, mientras que otras fuentes elevaron ese número hasta un máximo de 3.000.

Los disturbios siguieron a una protesta en Urumqi —una ciudad de 2,3 millones de residentes ubicada a 3.270 kilómetros al oeste de Pekín— contra el manejo del gobierno en un enfrentamiento a fines de junio entre chinos de la etnia Han y trabajadores uigures, en el que murieron dos uigures en Shaoguan.

El lunes por la mañana "la situación estaba bajo control", dijo Xinhua. Hasta el momento no había reportes de violencia en otras partes de Xinjiang.

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