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Actualizado: 17/05/2024 12:58

A Debate

El origen del diferendo

Sería maniqueo concluir que la nación cubana ha estado y estará siempre reñida con los intereses de EE UU.


Los historiadores Carlos Alzugaray y Arturo López Levy han objetado algunas afirmaciones de mis artículos "Dilemas de la nueva historia" (en el número 50 de Encuentro) y "Un pasado virtual " (en la última entrega de Foreign Policy). López Levy también criticó frases de otro artículo, "Obama y Cuba", aparecido en El País, que, a diferencia de los dos primeros, no es histórico sino político. Todas las objeciones que ambos han hecho me parecen respetuosas y plausibles, aunque, naturalmente, no concuerdo con varias de ellas.

¿Qué se debate?

La discusión parece moverse en varios planos, lo cual dificulta la polémica. Uno ético, que tiene ver con los límites necesarios entre "opinión" y "propaganda", que se presta a malentendidos, descalificaciones y a que el debate de ideas degenere en cuestionamiento mutuo de la credibilidad de los polemistas. Otro político, relacionado con la exigencia o no de "condiciones" para un "diálogo", todavía remoto, entre Washington y La Habana —dos términos que yo no he utilizado en ninguno de esos artículos. Y un plano histórico, ligado a maneras divergentes de entender las causas del conflicto entre Estados Unidos y Cuba y la identidad ideológica del primer exilio.

Voy a dejar a un lado los dos primeros aspectos de la cuestión y me concentraré en el debate historiográfico sobre los orígenes del diferendo entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, que es donde encuentro el punto de desacuerdo más sustancial y estimulante con Alzugaray y López Levy. Al final regresaré al escenario de una negociación de ese diferendo —conceptos más pertinentes que "condiciones" o "diálogo"— pero desde una perspectiva también histórica o de larga duración, que considero saludable para el análisis de la Cuba actual, tan dado a la inmediatez y el anacronismo.

En las últimas semanas, varios políticos, historiadores o periodistas oficiales (Ricardo Alarcón, Mariela Castro, Esteban Morales, Jorge Gómez Barata, Orlando Cruz Capote…) han reiterado, de manera más simple, la misma idea de Alzugaray y López Levy: el conflicto entre Estados Unidos y Cuba no surgió durante la guerra fría, sino a fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX, cuando la isla no era, ni siquiera, una nación-estado. El debate sobre el origen de ese diferendo, constitutivo de la experiencia cubana del último medio siglo, tiene, naturalmente, un aspecto académico, pero dicha connotación historiográfica no está desligada, como afirman otros, de los dilemas del presente y el futuro de Cuba.

La forma en que se entienden los orígenes del conflicto está relacionada con la solución o la permanencia del mismo que imaginan los más diversos actores. Quienes, desde la historia oficial y sus proximidades, insisten en que esos orígenes deben localizarse antes del contexto de la guerra fría buscan presentar el conflicto como una pugna eterna entre la "nación" cubana y el "imperio" norteamericano. Según esta tesis, la deriva comunista de la revolución, en 1960, no habría sido el detonante de la oposición de Estados Unidos, por lo que el problema entre ambos países no sería entre totalitarismo y democracia, sino entre independencia y hegemonía.

Con la cancelación de la variable socialismo del diferendo entre Estados Unidos y Cuba, la historia oficial politiza, finalmente, la nación cubana: en dos palabras, nacionaliza el comunismo. Si lo que Estados Unidos rechaza no es el régimen comunista sino la soberanía de la isla, entonces esta última puede acoplarse a un orden totalitario sin mayor dificultad. Al hacer pasar el reconocimiento de la legitimidad del comunismo en Cuba como un reconocimiento de la independencia de la nación cubana, las élites del poder reiteran su propósito, constitucionalmente afirmado, de que la isla sea "socialista" a perpetuidad.

La Cuba de Raúl intenta relacionarse con el mundo por medio de una "doctrina de la diversidad", según la cual, el comunismo no es un régimen político racional e ideológicamente adoptado por esas élites sino la forma natural y necesaria que asumió el Estado en su enfrentamiento "bicentenario" a Washington. El socialismo —partido único, economía estatal, ideología marxista-leninista, líderes perpetuos— sería algo así como una especificidad cultural cubana que debe ser respetada desde los valores pluralistas de la comunidad internacional. De esta forma, el relato sobre los orígenes se conecta con el aparato de legitimación del régimen en la Cuba después de Fidel.

Las páginas que siguen son una crítica de esa visión histórica. Pero debo advertir, antes de entrar en materia, que no existe una sino varias historias de Cuba y de sus relaciones con Estados Unidos. Poco sentido tiene, a estas alturas del desarrollo de las ciencias sociales, armar una contrahistoria hegemónica, desde el exilio o desde la oposición, o descalificar cualquier interpretación del pasado porque "distorsiona" o "falsifica" algún guión historiográficamente establecido. La historia "real" y "verdadera" de Cuba no existe y, por eso, la idea misma de un relato oficial es tan cuestionable. Si quiere ser eficaz, la crítica de ese relato debe ser flexible y diversa.

Dos relatos

La historia oficial ha manejado dos tesis sobre el origen del socialismo en Cuba. Durante los años soviéticos (1961-1992), los ideólogos de la isla hablaban de la "transición", iniciada en 1960, para pasar de la fase "burguesa" a la fase "socialista" de la Revolución. Esa transición era presentada como resultado de una toma de conciencia de los máximos dirigentes a favor del marxismo y no faltó quien escribiera, a partir de alguna declaración de Fidel Castro, que éste era comunista desde los tiempos del Moncada pero que ocultaba su ideología para ganar respaldo popular. Paradójicamente, ese relato coincidía con el de la historiografía batistiana y anticomunista.

En la época postsoviética (1992-2009) la historia oficial ha cambiado. Con mayor o menor vehemencia, la explicación de los orígenes del socialismo no está ahora asentada en el marxismo sino en el nacionalismo. Según este nuevo y, a la vez, viejo enfoque, el cambio de régimen que se inició en 1960, por medio del cierre de la esfera pública, la represión de la oposición, la estatalización de la economía, la alianza con la URSS y la creación de un liderazgo único, fue provocado por la oposición de Estados Unidos a la Revolución desde su triunfo o desde su fase precomunista. El socialismo no habría sido tanto una elección ideológica como una maniobra defensiva.

Aunque no lo parezca, entre las dos tesis existe una gran diferencia. En la primera, la confrontación con Estados Unidos se asumía como inevitable, toda vez que la alianza con el principal rival de Washington en la guerra fría, decidida por los líderes cubanos, implicaba no sólo la ruptura sino la promoción del comunismo en la región. En la segunda tesis, sin embargo, se trasmite la idea de que el liderazgo revolucionario quería tener buenas relaciones con Estados Unidos, pero que fueron estos quienes, con su rechazo, precipitaron la radicalización comunista de una Revolución que sólo pugnaba por una Cuba independiente.

Esta segunda tesis, además de contener una suerte de comunismo vergonzante o inseguro, reacio a aceptar aquella elección ideológica de la dirigencia revolucionaria con todas sus consecuencias, magnifica, a través del lente nacionalista, fenómenos de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, desde el siglo XIX, y, específicamente, entre enero de 1959 y julio de 1960, cuando estalla el conflicto por el refinamiento de crudo soviético, la suspensión de la cuota azucarera y la nacionalización de empresas extranjeras y nacionales. En versiones extremas de esa tesis, Cuba aparece como una colonia de Estados Unidos en 1958, a pesar de que ninguno de los programas de los movimientos antibatistianos demandara la "independencia" de Estados Unidos.

La historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, como demostraron varios historiadores republicanos (Ramiro Guerra, Herminio Portell Vilá, Emeterio Santovenia, Emilio Roig de Leuchsenring…) ha estado marcada por la hegemonía regional que Washington construyó en el siglo XIX y por la hegemonía mundial que alcanzó esa potencia en el siglo XX. A mediados del siglo XIX, Estados Unidos intentó anexar la isla, por medio de su compra o del respaldo a expediciones anexionistas. A fines de esa centuria intervino en la última guerra separatista y, luego de una ocupación militar y política de cuatro años, dejó una república con soberanía limitada.

Pero como también advirtieron esos mismos historiadores republicanos, la política de Estados Unidos hacia Cuba no siempre fue la misma y no siempre fue perjudicial para la isla. En Washington se produjo la Enmienda Platt, pero también la Joint Resolution, que reconocía el derecho a la soberanía plena de los cubanos. Estados Unidos ocupó Cuba entre 1898 y 1902 y entre 1906 y 1909, pero también contribuyó a la modernización insular en la primera década del siglo. La injerencia norteamericana, entre 1902 y 1959, fue permanente, pero en 1934 fue derogada la Enmienda Platt. Estados Unidos respaldó a Batista, pero en 1958 le retiró ese apoyo y en 1959 reconoció al gobierno revolucionario. En su último libro, Cuba in the American Imagination. Metaphor and the Imperial Ethos (2008), Louis A. Pérez Jr., sintetiza muy bien la íntima complejidad de esas relaciones:

"Armed intervention and military occupation; nation building and constitution writing; capital penetration and cultural saturation; the installation of puppet regimes, the formation of clientele political classes, and the organization of proxy armies; the imposition of binding treaties; the establishment of permanent military base; economic assistance —or not— and diplomatic recognition —or not— as circumstances warranted ".

El historial hegemónico de Estados Unidos, en sus relaciones con Cuba y con toda América Latina, es incuestionable. Sin embargo, sería maniqueo y esencialista concluir, a partir de ese historial, que la nación cubana ha estado y estará siempre reñida con los intereses de su vecino. Esa ontología nacionalista es la que impide a la historia oficial analizar con flexibilidad las relaciones entre Estados Unidos y la Revolución Cubana durante todo 1959 y parte de 1960. Esos son los años en que se construye el diferendo diplomático entre ambos países, que persiste hasta hoy y que no puede verse como expresión de una dicotomía perpetua entre la "nación" cubana y el "imperio" norteamericano.

El relato nacionalista tiene una ventaja sobre el marxista: coloca la ideología en un segundo plano y abre mayores posibilidades de actuación pragmática para el gobierno cubano. Pero el relato marxista tenía una ventaja sobre el nacionalista y es que reconocía la responsabilidad de Cuba en el conflicto, dado que para los marxistas la confrontación con Estados Unidos no era un fenómeno involuntario sino una necesidad del posicionamiento ideológico de la Habana en el contexto de la guerra fría. Es por ello que algunos marxistas cubanos, en los años 70 y 80, pensaban que el conflicto con Estados Unidos debía ser administrado, mientras los nacionalistas de la "batalla de ideas", en los últimos años, han apostado por un "antimperialismo" visceral.

Razones de una ruptura

Diferendo, entiéndase bien, es un concepto diplomático que alude a un desacuerdo en las relaciones entre dos países que deriva en congelación o ruptura de las mismas. Afirmar que existe un "diferendo" entre Estados Unidos y Cuba desde el Tratado de París o desde la Enmienda Platt o, más atrás, como acostumbra esa historia oficial, desde que Jefferson escribió que Cuba debía incorporarse a la federación norteamericana, es histórica y teóricamente incorrecto. En 1959, Estados Unidos y Cuba tenían relaciones diplomáticas y comerciales: Philip Bonsal era embajador en la Habana y Ernesto Dihigo embajador en Washington. De ahí que el diferendo entre ambos países deba ser fechado: las relaciones se congelaron en la primavera del 60, hicieron crisis en el verano de ese año y se rompieron en enero de 1961.

Estados Unidos reconoció al gobierno revolucionario cubano el 7 de enero del 59, es decir, al día siguiente de haberse instalado el gabinete en Palacio Presidencial. Entre enero y julio de ese año, el embajador Bonsal tuvo constantes encuentros con el presidente Urrutia, con el canciller Agramonte y con el propio Castro, a quien recibió afectuosamente en el aeropuerto de la Habana, el 4 de mayo, tras el regreso del comandante de su primera visita a Estados Unidos. Durante esos meses, Bonsal envió al Departamento de Estado informes favorables de estos políticos, asegurando que no eran comunistas, insistió en la importancia de avanzar en el "acuerdo económico para el desarrollo", firmado por los dos países el 2 de mayo, e instó a Washington a que aceptara la reforma agraria, cosa que Washington hizo por medio de la nota del 11 de junio.

Bonsal, con el apoyo de varios funcionarios del Departamento de Estado, intentó contener la presión que comenzaban a ejercer sectores exiliados cercanos a Allen Dulles y la CIA y que, a partir de las crisis provocadas por la deserción de Díaz Lanz, la renuncia de Urrutia y la dimisión de Huber Matos, entre junio y octubre del 59, reiteraban la acusación de que el gobierno giraba al comunismo y cuestionaban los arrestos y fusilamientos. A pesar de que en octubre hubo intercambio de notas duras entre la cancillería cubana y el Departamento de Estado, sobre las normas de derecho internacional que amparaban las indemnizaciones, y de que la inquietud crecía en Washington por los cambios ministeriales de noviembre —salida del gobierno de líderes moderados como Manuel Ray, Felipe Pazos, Faustino Pérez y Enrique Oltuski, y ascenso de líderes marxistas, como Ernesto Guevara y Osmany Cienfuegos— la interlocución diplomática entre Bonsal y el canciller Roa se mantuvo.

La mejor señal de que, pese a todo, las relaciones entre ambos países podían salvarse, en enero de 1960, fue el comunicado conciliatorio de Eisenhower, agradeciendo la mediación ante el gobierno cubano realizada por el embajador argentino en Cuba, Julio Amoedo, y haciendo votos por la recuperación de las vías diplomáticas. Eisenhower había pedido a Amoedo que tratara de llegar a un acuerdo con el gobierno cubano sobre el tema de las confiscaciones de bienes norteamericanos en la isla. Washington demandaba el reconocimiento del derecho de compensación a los ciudadanos norteamericanos expropiados e incluso estaba dispuesto a adelantar el dinero necesario —unos 300 millones de dólares— a fin de dejar a salvo el principio de la indemnización. Una semana después del comunicado amistoso de Eisenhower, llegaba a la Habana Anastas Mikoyan, el primer ministro soviético, para inaugurar una exposición de logros científicos y firmar un acuerdo comercial.

Según el tratado entre Cuba y la URSS, Moscú se proponía comprar 10 millones de toneladas de azúcar anuales, entre 1960 y 1965, y concedía a la isla un crédito de cien millones de dólares para la construcción de plantas industriales. Este acuerdo con la URSS, en febrero del 60, y otro con la RDA, a principios de marzo de ese mismo año, fueron recibidos por Washington como ofensas. El gobierno cubano no sólo no aceptaba la mediación de Amoedo sino que avanzaba en la alianza con los principales rivales de Estados Unidos en la guerra fría. Todavía el 15 de marzo de ese año, el ministro de hacienda Rufo López Fresquet, según él mismo relatara, intentó retomar la negociación entre ambos países y, ante la negativa de Castro, renunció a su cargo. El 17 de marzo, Eisenhower autorizó a la CIA para que planeara —no ejecutara— el derrocamiento del gobierno cubano, aunque el Departamento de Estado, hasta octubre de ese año, trató de mantener abiertas las vías diplomáticas.

La tensión entre el Departamento de Estado y la CIA se hizo evidente desde el intercambio de notas entre Bonsal y el subsecretario Rubotton luego de la explosión de La Coubre, el 4 de marzo. Ambos funcionarios comentaron con preocupación el escalamiento del conflicto y el cada vez más amplio despliegue de una retórica antiestadounidense en los discursos de los líderes cubanos. Además de confiar en la gestión de López Fresquet, esa corriente diplomática dentro del gobierno de Estados Unidos consideró, en algún momento, responder la nota de la cancillería cubana del 29 de febrero en la que se pedía a Estados Unidos que no tomara medidas unilaterales antes de resolver el desacuerdo sobre el derecho a indemnizaciones. A mediados de marzo, sin embargo, los moderados de ambos gobiernos habían sido rebasados por los intransigentes.

En el libro citado de Louis A. Pérez Jr., que será leído por muchos en clave nacionalista pero que, al igual que su anterior On Becoming Cuban (1999), ofrece una visión compleja y no binaria de la intimidad cultural y política entre ambos países, se suscribe esta tesis: "the announcement of a major trade agreement between Cuba and the Soviet Union in february 1960, confirmed what many in Washington had suspected… One month after the Cuban-Soviet trade agreement, president Eisenhower authorized the CIA to prepare for the overthrow of the Cuban government". El origen del diferendo entre Estados Unidos y Cuba está, por tanto, directamente ligado al universo geopolítico y simbólico de la guerra fría y la corrección diplomática de 1959 no puede entenderse como la fachada de una hostilidad "encubierta" sino como una política exterior que fue reemplazada, en la primavera del 60, por otra de carácter confrontacional.

Entre marzo y junio de ese año —cuando se producen las confiscaciones de Texaco, Esso y Shell, tras el lógico rechazo de estas a procesar crudo soviético— las nacionalizaciones de medios de comunicación, bancos, industrias y periódicos y los acuerdos diplomáticos y comerciales entre Cuba y varios países del campo socialista fueron tan acelerados que sólo pudieron responder a una estrategia concebida antes del 17 de marzo, día en que Eisenhower dio luz verde a los planes que Allen Dulles había elaborado desde fines del 59 y que incluían proyectos de atentado contra Fidel Castro. La confrontación con Estados Unidos no fue un efecto inesperado o el resultado de una reacción desproporcionada por parte de Washington, sino un elemento constitutivo del nuevo proyecto político cubano en el contexto de la guerra fría. La revolución nacionalista democrática de 1959 buscaba sólo un reajuste soberano de las relaciones con Estados Unidos. La revolución socialista estatalizadora de 1960 contemplaba, deliberadamente, la ruptura con Washington y la alianza con Moscú.

Cuando Eisenhower se decidió a autorizar los primeros planes subversivos, ya el liderazgo de la oposición y el exilio cubanos estaba compuesto, en su mayoría, por partidarios de la revolución nacionalista y democrática de 1959. Tras el discurso del primero de mayo de 1960, en que Fidel Castro lanzó la consigna de "elecciones para qué", se creó el Frente Revolucionario Democrático, la principal alianza de la nueva oposición violenta, que estableció el pacto definitivo con Washington. Sus integrantes no eran batistianos sino revolucionarios anticomunistas, una orientación ideológica con arraigo en la insurrección contra el régimen del 10 de marzo. Es cierto que muchos nacionalistas revolucionarios respaldaron el socialismo por sentimientos patrióticos. Pero no es menos cierto que quienes se opusieron a ese sistema luchaban por las ideas democráticas de la primera revolución.

La tesis de que Estados Unidos se propuso un "cambio de régimen" en Cuba desde 1959 es insostenible desde la historia diplomática y política ¿Cuál era el "régimen" cubano en 1959? No otro que el de la democracia del 40, refrendada, con algunos candados ejecutivistas, por la Ley Fundamental que decretaron el presidente Urrutia y el primer ministro Miró Cardona el 7 de febrero ¿Por qué habrían de oponerse los Estados Unidos a ese régimen si mientras funcionó de manera continua, entre 1940 y 1952, lo aceptaron y, en buena medida, lo respaldaron? Más bien, podría argumentarse lo contrario: que Estados Unidos se opuso al cambio de ese régimen y su sustitución por otro, comunista, basado en la economía de Estado, el partido único y la ideología marxista-leninista.

Un conflicto bilateral

Los diferendos, al igual que los acuerdos, son construcciones bilaterales. La fractura de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en 1960 fue un proceso en el que intervinieron ambos gobiernos y no una coronación histórica del "anexionismo" norteamericano. La política de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe, durante la guerra fría, seguía reglas claras, que iban desde la ortodoxia macarthysta y la complicidad con dictaduras militares hasta la colaboración con gobiernos de la izquierda democrática. El segundo gobierno revolucionario cubano, que emerge de las remociones ministeriales de noviembre del 59, eligió, racional e ideológicamente, no contrarrestar o equilibrar esa política, como habían intentado Perón, Vargas o Cárdenas, sino confrontarla, aliándose con el rival de Estados Unidos en la guerra fría.

Si esa elección se oculta en el análisis histórico, entonces se reproduce el mito del pequeño país caribeño, víctima permanente del imperio vecino. Ese mito, además de colonial, es teleológico y ahistórico, ya que atribuye a ambos actores, Estados Unidos y Cuba, una identidad inmutable, siempre dada, que prefigura un mismo patrón de comportamiento. Hay cuestiones básicas, como la soberanía o la democracia, que siempre serán prioritarias para ambos países, pero la manera de entender esos conceptos no ha sido siempre la misma en la historia de Estados Unidos ni en la historia de Cuba. Esas historias, contrario a lo que supone el relato oficial, no han sido continuas ni homogéneas.

Los tres componentes básicos del conflicto bilateral no son eternos sino que están ligados al contexto histórico de la guerra fría: 1) la obstrucción del comercio entre ambos países por la estatalización de la economía de la isla y el embargo decretado por Washington el 19 de octubre de 1960, cuando Cuba ya estaba comercialmente vinculada al bloque soviético y a China; 2) la confrontación ideológica y política, provocada por la creación de un régimen de partido único, que encarcela y ejecuta opositores y que genera un numeroso exilio hacia Estados Unidos; y 3) la tensión militar generada por la alianza con la URSS, la oposición violenta del exilio, la CIA y la Casa Blanca y el respaldo de Cuba a las izquierdas también violentas de América Latina y el Tercer Mundo.

De esos tres elementos, sólo el último ha quedado plenamente descontinuado después de la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS. La guerra fría terminó en 1992, pero la única manifestación clara de esa nueva era, en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, es la ausencia de oposición violenta, la pacificación de las izquierdas latinoamericanas y el reconocimiento, por parte del Pentágono, de que Cuba no representa una amenaza a la seguridad de Estados Unidos. Los otros dos puntos originarios del conflicto siguen vivos: la economía cubana está en manos del Estado y la política de la isla sigue siendo totalitaria, es decir, de partido único. Esto último no es un "juicio de valor anticubano", como dice la cancillería insular, sino la definición de un régimen.

La superación de cualquier diferendo en las relaciones internacionales implica una transacción entre las partes involucradas. La diplomacia, como escribieran Maquiavelo, Metternich, Bismarck y Kissinger, no es una rama de la moral o del derecho, sino un arte de lo posible. Aunque ambos gobiernos articulen una retórica principista, en la que ninguno de los dos cede nada y demanda la reparación de una ofensa histórica de parte del otro, Estados Unidos y Cuba tendrán que normalizar sus relaciones bilaterales en los próximos años. Qué gobierno de cada país lo hará y cómo o qué intercambio de ventajas comparativas entre uno y otro se establecerá en dicho arreglo son asuntos del futuro que no podemos cronometrar a golpe de buenos deseos.

Para el gobierno cubano, cualquiera que este sea, será siempre una prioridad que Estados Unidos respete la soberanía de la isla, aunque las formas de entender esa soberanía cambien. Para el gobierno de Estados Unidos, cualquiera que este sea, será siempre una prioridad que en Cuba existan libertades económicas y políticas, aunque el concepto de libertad también cambie. La tensión entre ambos países, como han reconocido los mejores estudiosos del tema, tiene que ver con los dilemas de la democracia y la soberanía en América Latina. Lo que sí se puede vaticinar, sin riesgo de poses oraculares, es que una democracia soberana en Cuba será el desenlace final de esa negociación inútilmente postergada desde 1992.

Una democracia soberana es una construcción política autónoma y no el resultado de presiones o persuasiones diplomáticas. Pero, dado el carácter constitutivo que ha tenido el diferendo entre Estados Unidos y la isla, en la política cubana del último medio siglo, es posible imaginar que ese compromiso entre la principal demanda de la Habana —soberanía— y la principal demanda de Washington —democracia— tratará de abrirse paso. Así como el origen de la confrontación entre Estados Unidos y Cuba estuvo ligado a la formación del totalitarismo, el fin de esa confrontación tendrá que ver con un cambio de régimen en la isla.

La realpolitik impondrá, seguramente, un ritmo lento a cualquier negociación entre Washington y La Habana. Muchos actores, dentro y fuera de la isla, presionarán para que el entendimiento se acelere o se detenga a favor de unos u otros intereses. Aún cuando se logre un, por ahora, improbable consenso legislativo en pos del levantamiento del embargo o se alcance un también improbable consenso a favor de reformas en la isla, la distensión tomará tiempo. Pero, al final, una normalización plena de las relaciones entre ambos países, vendrá acompañada de la liberalización de la economía y la democratización de la política cubanas. Sobre eso hay pocas dudas en la Habana y en Washington.

-Debate sobre el tema en 'Foreing Policy'

© cubaencuentro

26 Comentarios


26 by Alberto Carrero (Usuario no autenticado) 07/01/2009 7:40

Yo no se con quien esta bravo el historiador. Rojas no esta en contra de EE.UU. Lopez Levy dice que ha cambiado mucho al elegir Obama. Hay que tener menos combatividad historiadora.

25 by comentarista deportivo (Usuario no autenticado) 06/01/2009 17:00

Historiador, no vengas con curvas. Dilo recto y directo: EEUU no se metera mas en LA. El kit de la cosa es que no solo tu, NADIE, puede predecirlo y mientras exista el miedo, el rencor, y EEUU no renuncie a su legado imperial, habra quienes justifiquen su politica (Caracas o la Habana) en base de esa historia. Ellos, como usted dice, pueden seguir pensando que la guerra fria no se ha acabado. Y pueden estar equivocados. Pero el kit de la cosa es que la guerra no ha terminado, sigue andando (en el Medio Oriente), y el discurso si no es el mismo, se parece bastante...

24 by Historiador (Usuario no autenticado) 06/01/2009 10:00

Esto no es un torneo deportivo sino un debate electrónico y nadie está obligado a poner su nombre en un comentario si no lo desea. Quien habló de "esencia" fue Raúl Castro. El futuro no puede predecirse pero el presente y el pasado sí pueden ser analizados. Hoy en América Latina la mayoría de los gobiernos son de izquierda y Estados Unidos tiene una buena relación con ellos. No creo que esa relación vaya a empeorar con Obama. Allá los que quieren seguir viviendo en la guerra fría, esperando una invasión del "imperialismo yanqui" en cualquier momento. Esa siempre ha sido la mejor manera de justificar cualquier dictadura en el continente.

23 by Cangrejo Moro (Usuario no autenticado) 06/01/2009 10:00

Comentario No 21, no seas pendejo, es decir, comemierda. Si crees que de verdad el comunismo y los Gastros son una necesidad histórica (histérica)por la rapacidad norteamericana, lo único que demuestras es una estupidez, bastante más allá de ingenuidad, rampante. Aparte de eso, sería poco menos que desfachatado acusar a EU (que sí lo ha sido) de intervencionista, con tantas guerras, guerrillas, "revoluciones", revolturas, dictadores apuntalados con las fuerzas de las armas (Mengistu o el mismo Mugabe) e intervenciones en formas de apoyos a invasiones (Checoslovaquia y Afganistan, el de Babrak Karmal) pormovidos, auspiciados, organizados y hasta puesto en marcha por el Gastro mayor, secundado por su hermanito, el Gastro menor. Hay que mirar la viga en el propio ojo; en buen cubano, límpiate la boca antes de hablar de otros. Ah, y sabes quién quita que Gastro mande a impulsar nuevas guerrillas, el que no tiene un titiritero detrás que le mueva los hilos de los recursos

22 by guajirai (Usuario no autenticado) 06/01/2009 10:00

La realidad No hacia falta una revolucion marxista- leninista-stalinista para darselas de haber conseguido por fin la soberania nacional. Ya en tiempos de la presidencia de Ramon Grau se le avisaba, microfono en mano, a los 'americanos' que esperaran ...que el estaba hablando con el pueblo". Tambien Prio se metia en centroamerica con aviones cubanos a apoyar a Arbenz y los 'americanos' no actuaban contra Cuba. Hoy en dia Cuba es mas dependiente de la ayuda 'desinteresada' de la Venezuela de Chavez que gobiernos liberales y 'autenticos' en la epoca republicana eran de los 'americanos'. Cuba nunca ha sido menos independiente y soberana que cuando su soberania nacional fue violada teniendo que reconocerle, en su propia Constitucion, a la URSS su apoyo 'incondicional'. Manda huevo!!! Esto no quita que el exilio miamense en terminios generales haya cometido el error por decadas de depender mayormente de los 'americanos' para rescatar a Cuba del totalitarismo. Salirse de ese perverso y premeditado engan~o de Fidel Castro de meternos el comunismo por la cocina, sin que los comunistas pusieran los muertos. Cualquiera que haya estado en Giron, de la parte mas cercana al agua, puede dar fe que entregarle la soberania a terceros no resuelve los asuntos nacionales. Al menos no lo resolvieron ni los gringos ni los bolos, ni antes los espan~oles colonialistas. Habra' que buscarnos a los chinos de la China para que nos acaben de resolver nuestros problemas 'historicos' ? No parece, sin embargo, que a los chinos le interese ese toston. Entonces tendran que sentarse la oposicion interna con los ex-socialistas reales (segun Armando Hart ya fallo' el socialismo real en Cuba) para mantener la 'soberania' al mismo tiempo que se respetan los DDHH. Todavia falta que los cubanos del exterior inviertan en ese escenario... En los proximos an~os, como dijo Clinton en una ocasion anterior de deterioro economico, "It is the economy silly". Para entonces, los billes quienes los ponen ? Porque los de adentro, hasta ahora, no cuentan con los de afuera. Vuelta al circulo vicioso y ventaja extranjera (soberania?)

21 by comentarista deportivo (Usuario no autenticado) 05/01/2009 22:40

Historiador, no seas ingenuo. No te hagas el Waltersupermercado que no tienes contrato en el 41. Una cosa es lo que tu y Rojas llaman "esencia" y otra que los EEUU hayan renunciado a su legado imperial. Esta vez no fue Latinomaerica, sino el Medio Oriente. Pero nada quita que otro presidente, igual a Bush, vuelva a mandar los marines a Panamá o a cualquier otro país del continente. Si realmente quieres vaticinar, escribe tu nombre con letras y apellido y dilo clarito: EEUU renunció a su legado imperial y nunca más volverá a meterse (por la fuerza o la diplomacia)en los asuntos de nuestro contiente. Vamos, te reto a hacerlo!!

20 by Historiador (Usuario no autenticado) 05/01/2009 18:40

No se trata de "predicciones" sino de la observación de la realidad histórica. Estados Unidos cambia como todos los países y no posee una "esencia" perversa como dice Raúl Castro. Especialmente en su relación con América Latina. ¿A qué "andanzas" volvió Bush, un presidente de derechas, en América Latina en sus ocho años de gobierno? Esta región se ha vuelto demasiado cercana para Estados Unidos. Cualquier error en cualquiera de sus países puede costarle muy caro a Washington.

19 by cheoelfeo (Usuario no autenticado) 05/01/2009 8:00

Mientra exista un Castro, no habra cambio en Cuba. Durante los 50 años han habido "aperturas" y conseno para aliviar o normalizar las relaciones con los Castro. Hasta la Base de Guantanamo le fue ofrecida durante la ternura de Kisinger como Secretario de Estado. Hoy el NYT exibe un articulo relacionado con CASTRO y UNCLE SAM. The half-century has been a roller coaster for Cuba and the United States. Dwight Eisenhower was quick to recognize Mr. Castro’s government, and quick to slam shut the diplomatic door. John Kennedy got stung at the Bay of Pigs. Lyndon Johnson was uninterested in negotiating with Castro; so was Richard Nixon until his opening to China made him and his secretary of state, Henry Kissinger, think they could do something similar with Cuba. Mr. Kissinger tried, and continued under President Ford, but got nowhere. http://www.nytimes.com/2009...lma.html?_r=1&ref=weekinreview Valeriano Weiler extermino cerca del 50% de la poblacion cubana con la reconcentracion y ya ven como los Castros avasallan al pueblo cubano pagandoles en moneda nacional los que los epañoles le pagan en dolares. Tanto uno como el otro son culpables de la miseria de pueblo cubano

18 by comentarista deportivo (Usuario no autenticado) 05/01/2009 8:00

Creo que el "historiador" esta cayendo en el mismo error que todos lo que tratan de predecir el futuro. Dice que los EEUU "aunque algunos quieran, no podrá repetirse". Lamento decirle, que usted no es nadie para predecir el futuro, y que si piensa guiarse por el pasado para guiarnos en el camino del futuro esta tan equivocado como el que mas. Porque nadie, absolutamente nadie, puede decir si los EEUU puede regresar a sus antiguas andanzas, que no son tan antiguas si miramos a Bush, ni tan del "pasado" como quieres hacernos creer el "historiador"...

17 by Fumando espero II (Usuario no autenticado) 05/01/2009 8:00

En el libro On Becoming Cuban de Louis A. Perez queda más que claro que a la altura de los años 50 los cubanos de las clases dirigentes ya habían comezado a entender que la reciprocidad entre su país y EU era completamente ficticia. Mientras en la isla creían en la propaganda del buen vecino, cuando estudiaban en EU regresaban convencidos de que la cultura estadouniudense oficial miraba con desdén a los cubanos. En otras palabras, comprendían que, al interior de la política entre ambos países, se mantenía intacta la situación de dominanción que existía en la época de España, aunque con matices culturales y mediáticos diferentes. Lo que el cubano de a pie intuía, el cubano rico o de clase media y alta que se profesionalizaba en EU comprobaba intelectualmente y a través de su propia experiencia. En ese mismo libro se demuestra cómo una parte considerable de los nacionalista prerrevolucionarios eran graduados de instituciones academicas estadouniudenses y a su regreso a la isla estaban interesados en promover una relación más independiente y realista con los EU. ¿Por qué digo esto? Porque el hecho de que la revolución haya monopolizado el discurso antimperialista y en muchos sentidos radicalizado, eso no significa que previo a 1959 no existiese un creciente sentimiento contra el exceso de control y poder de las compañías y la política estadounidenses en la isla. De hecho, lo mismo ocurría alrededor del mundo y es por eso que hubo o hay un proceso de descolonización a nivel global del cual Cuba ha sido parte. Luego, habría que separar de una vez y por todas, el decursar histórico del diferendo del uso ideológico que la clase política cubana ha hecho de él en los últimos 50 años. ¿Hubiese sido posible la independencia económica de EU sin caer en la dependencia económica de la URSS? ¿Qué sentido tuvo desvestir un santo para vestir a otro? No lo sabemos todavía a ciencia cierta, pero en 1959 sí había una cosa clara: el flujo nacional invitaba a un deslinde político con respecto a la influencia de EU en Cuba, aunque los términos del mismo serían, son aún, tema de conflicto.

16 by Leonel Roca (Usuario no autenticado) 04/01/2009 21:20

Que fin de año tubieron los niños cubanos Casi 10 dias de baba revolucionaria . Ellos lo único que conocen por reyes magos son los LIDERES de la revolución cubana : Fidel(Merchor),Raúl(Gaspar) y Juan Almeida Bosque (Baltasar) . Lo más triste de todo es que a los niños desde muy temprana edad los mezclan y los utilizan para esa politiquería cochina . Deberían respetarles sus años de infancia un poquito más.Si todas esas inverciones que realizan en estos actos revoluciones( que ya ha nadie convence y están super repetidos )se emplearan en en programas sociales para los niño:Actividades , fiestas , parque de diverciones , mejorar los círculos infantiles y sobre no quitarle el litro de leche a los 7 años creo que resolverían un problema mayor y quizás recuperaran un poco la credibilidada del pueblo y la confianza . Que aunque muy pocos se atreben a decirlo , ya todos la han perdido y el que aún la coserva es porque está mamando de la revolución , como se dice bulgarmente .De todas formas les deseo por lo menos a los niños cubanos un feliz año nueno ya que muy pocos se dignaron a utilizar esta frace en unos días tan significativos .

15 by Raúl Castro (Usuario no autenticado) 04/01/2009 21:20

"Por su esencia, el gobierno de Estados Unidos nunca dejará de ser agresivo, dominante y traicionero". Santiago de Cuba, 1 de enero, 2009.

14 by Historiador (Usuario no autenticado) 04/01/2009 21:20

El asunto no es aquí de "perdonar" o no las injerencias de Estados Unidos en Cuba sino de comprenderlas históricamente como parte de un momento del pasado que, aunque algunos quieran, no podrá repetirse. Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina han cambiado y ese cambio no es producto de la radicalización de las izquierdas latinoamericanas, que ninguna es comunista, ni del comunismo cubano, que ha buscado siempre la confromtación y no el entendimiento con Washington. Ese cambio es producto de la transformación de los propios Estados Unidos de los años 90 para acá. Hoy Estados Unidos es una sociedad multicultural con más de 40 millones de hispanos y la fuerza de esa comunidad exige un nuevo trato con América Latina.

13 by Pedro Pablo Arencibia Cardoso (Usuario no autenticado) 04/01/2009 9:20

http://www.vitral.org/vitral/vitral48/cent.htm Enmienda Platt y República Pedro Pablo Arencibia Cardoso Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó: "Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía. Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (Ibarra, 312) He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político: Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado. El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.

12 by Rafael Rojas (Usuario no autenticado) 03/01/2009 23:00

Fe de errata Pido disculpas a los lectores porque cometì un error en el artìculo. En el tratado entre la URSS y Cuba, firmado en la Habana en febrero de 1960, por Mikoyan y Castro, Moscù se comprometiò a comprar un millòn de toneladas de azùcar anuales, entre 1960 y 1965, no "100 millones", que Cuba nunca habrìa podido producir en cinco años. En todo caso un millòn de toneladas era una cifra considerable, ya que representaba el doble o el triple de lo que Cuba vendìa a la URSS a fines de los 50. Rafael Rojas

11 by Historiador (Usuario no autenticado) 03/01/2009 23:00

Buena prueba de esa mentalidad maniquea que critica Rojas es el discurso reciente de Raùl Castro en Santiago de Cuba. Allì se dice que Estados Unidos siempre serà malo y traicionero, como el lobo de la Caperucita Roja.

10 by Historiador (Usuario no autenticado) 03/01/2009 23:00

Buena prueba de esa mentalidad maniquea que critica Rojas es el discurso reciente de Raùl Castro en Santiago de Cuba. Ahì se dice que Estados Unidos serà siempre malo y traicionero como el lobo de la Caperucita Roja

9 by Liborio Clout (Usuario no autenticado) 03/01/2009 10:40

Rojas es un excelente escritor, pero está completamente desorientado históricamente. Su posición le perdona a los americanos sus invasiones económicas y militares en la región, haciendo de ellas anécdotas marginales en el curso de los acontecimientos. Para hacer un análisis del diferendo entre Cuba y EU hay que incluir ese historial como parte del contexto de lo contrario se estaría perdiendo dirección en las conclusiones. ¿O es que Rojas piensa que el actual radicalismo de la política latinoamericana cayó del cielo, especialmente después de la caída de la URSS cuando el socialismo se desacreditó a sí mismo? El giro pro soviético de los Castro fue una acción premeditada, cierto, pero su eficacia hay que buscarla, precisamente, en el sustrato histórico de la relación entre EU y la isla y no en una supuesta agonía tanto revolucionaria como de la política estadounidense hacia Cuba. Como decía Cabrera Infante, escritor que ha resultado ser el más brillante de nuestros historiadores, Cuba podrá cambiar muchas cosas, pero no su posición geográfica. Lo mismo sucede con respecto a EU y su política: podrán intentar muchas cosas, pero no borrar el precedente comunista a solo 90 millas de su territorio. El cambio tendrá que venir de ambos lados del estrecho para que el diferendo deje de ser crónico. Good Luck.

8 by Pedro Pablo Arencibia Cardoso (Usuario no autenticado) 03/01/2009 10:40

Sólo deseo, por ahora, hacerle algunos señalamientos al importante artículo de Rafael Rojas 1) La anexión que planteaba el Presidente Jefferson solamente era vista como una alternativa si Inglaterra trataba de ocupar Cuba para tomarla como una base para agredir e invadir a la naciente Unión Americana y así tratar de recuperar a sus ex 13 colonias. Ya desde los primeros años del siglo XIX criollos de Cuba se habían acercado a Jefferson pidiéndole la anexión. En el libro del historiador marxista norteamericano Forner aparece lo anterior.En 1812 Inglaterra invadió a la Unión Americana y trató de recuperar a las antiguas 13 colonias. en lo que se llamó la guerra de 1812-1815; ardió hasta La Casa Blanca Los temores no eran infundados. 2) En la compra de la isla de Cuba por EE.UU. a mediados del siglo XIX, al igual que en la de los años 90s de ese siglo,realmente se encontraban capitales criollos y cubanos detrás de esas compras que usaban la fachada yla garantía norteamericana. Específicamente los capitales que estaban en la compra de mediados de siglo, eran los de los acaudalados del Club de La Habana. Si mal no recuerdo eso aparece en el libro titulado A la Sombra de la Manigua, o algo parecido,publicado en Cuba y cuyo autor es el autor de La Forja de una Nación, que trata sobre la destitución, como Presidente de la República en Armas, de Carlos Manuel de Céspedes. 3) Presidentes norteamericanos como Ulysses Grant escribieron fuertes proclamas en contra de expediciones proanexionistas como las de Narciso López; eso aparece en el libro Cuba No debe su Independencia a los Estados Unidos, del abogado e historiador Emilio Roig de Leuchsenring. En mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición, mención en el Concurso Vitral 2000 de la Diócesis de Pinar del Río, planteo todo eso y mucho más, ya que en él abordo el anexionismo cubano. del siglo XIX. El premio en la categoría de ensayo histórico y social quedó desierto ese año; de haber obtenido el Premio, y según las bases de dicho concurso, debía de ser publicado...Yo estaba en Cuba pero parece que otros tenían más temor que yo de que saliera publicado. Pedro Pablo Arencibia Cardoso http://www.baracuteycubano.blogspot.com

7 by ¿Qué diferendo? -.Obvio (Usuario no autenticado) 03/01/2009 10:20

Este "autor" mantiene el ambiguo empeño de dar por sentada la "legitimidad" del "gobierno" de Cuba (Sigue confundiendo hecho y derecho). Esta ambigüedad se apoya en querer conciliar a fuerza de "cuentos" cosas inconciliables: Si no hay historia de Cuba, pues es fácil inventrase una histopria a medida. Ninguno de los totalitarismos han dado paso a la democracia, salvo cuando han sido derrotados o se han desmoronado, resignándose a desaparecer, cosa que en Cuba no parece posible con la actual camarilla des-gobernante, conformada incluso por líderes más jovenes que pretenden mantener el status quo. En realidad no hay diferendo alguno, salvo la enemistad que se encargó Castro en crear y fue apoyada no sólo por la ExUrss y comparsa, sino por la izquierda europea, la francesa en especial, difudiendo el mito del enfrentamiento entre David y Goliat. Desde la desaparición de la Urss & Co., Cuba no representa prioridad alguna para los EEUU, y creo que tampoco para la administarción Obama. Lo cual significa que por el lado de EEUU, poco importa lo que algunos llaman diferendo o disputa. Hoy por hoy no existe diferendo alguno, puesto que para haber tal, tienen que existir al menos dos actores y en Cuba no hay gobierno como tal y a los EEUU poco les interesa el asunto Cuba y menos aún negociar con filibusteros de poca monta. Sólo dando por sentada la legitimidad del actual desgobierno de Cuba se puede afirmar que este "defiende" la soberanía de Cuba, siendo que pasó más de 40 años entregada a los designios de la política soviética. No defiende la soberanía, sino el totalitarismo, lo cual reafirma que es un gobierno ilegitimo, o sea, una banda de filibusteros (y esto es una definición) que crearon y mantienen resortes represivos como nunca en la historia de América. Por lo visto, lo del diferenco queda como asunto para unos cuantos escribidores de política-ficción que aspiran a la notoriedad entre incautos, socios y comparsas.

6 by Miguel Fernández (Usuario no autenticado) 03/01/2009 1:40

Está claro que el conflicto entre Cuba y los Estados Unidos no obedece a una pugna sempiterna, pero no atino a conciliar estas afirmaciones: • La actitud diplomática de los Estados Unidos en 1959 «no puede entenderse como la fachada de una hostilidad “encubierta”, sino como una política exterior que fue reemplazada, en la primavera del 60, por otra de carácter confrontacional». • El 17 de marzo de 1960 «Eisenhower dio luz verde a los planes que, Allen Dulles, había elaborado desde fines del 59 y que incluían proyectos de atentado contra Fidel Castro». • El 17 de marzo de 1960, «Eisenhower autorizó a la CIA para que planeara —no ejecutara— el derrocamiento del gobierno cubano». La oposición de Washington contra Castro pudo perfectamente agudizarse ya en 1959, hasta planear derrocarlo, simplemente porque se abrigara la sospecha de que saldría del closet rojo. Y si se enfoca en términos de democracia versus totalitarismo, también puede retorcerse en términos de independencia versus hegemonía, porque ¿a qué viene esa reacción de la Casa Blanca, si no es por el papel hegemónico de los EE.UU.?

5 by Fernando Jose Alvarez (Usuario no autenticado) 03/01/2009 1:40

Este artículo de Rafael Rojas es simplmente BRILLANTE. Es tal vez el mejor análisis que se ha hecho acerca del llamado diferendo entre Cuba y Estados Unidos, que si bien es cierto que es bilateral porque es de parte y parte, tambien es cierto que fue deliberadamente provocado y exacerbado por Fidel Castro personalmente, según anunció él mismo en una nota que le escribió a Celia Sanchez a fines de 1958 en la Sierra Maestra, luego de un ataque aéreo de aviones batistianos. Y lo provocó porque Castro necesitaba esa confrontación como la base de sustentación para perpetuarse en el poder en forma vitalicia como lo ha hecho. Y esa confrontación es a la vez la espina dorsal de todo el andamiaje propagandistico que ha vendido al mundo y a muchos cubanos el mito de él es el David bíblico contemporáneo Lo más extraordinario del artículo es la percepción del "COMUNISMO VERGONZANTE O INSEGURO". Esto deja al descubierto el meollo manipulador y fariseico del discurso castrista de siempre.

4 by Amicus Plato (Usuario no autenticado) 03/01/2009 1:40

Como siempre, FORMIDABLE el análisis de Rojas sobre el DIFERENDO ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CUBA. Para añadir una pequeña contribución adjunto una reseña que escribí en ocasión de un ensayo de Enrique Patterson, de alguna manera relacionado con este tema: SOBRE EL NEOANEXIONISMO. Cuarenta Años de Castrismo [ENSAYO DE ENRIQUE PATTERSON] Querido Enrique: He leído tu excelente ensayo con sumo cuidado [dos veces] y estoy orgulloso de poder llamarme colega tuyo. Aunque tu enfoque es bien preciso, dudo que algunos que no hayan vivido la experiencia cubana lo comprendan en toda su extensión. Por ejemplo, cuando hablas de que el castrismo ha terminado invirtiendo la ecuación del nacionalismo cubano [ahora millones de habitantes de la Isla aspiran a trasladarse a Estados Unidos y quizás una mayoría preferiría una solución anexionista a mantener el actual estado de cosas], no creo que ni gente tan inteligente como mi amigo el historiador Justo González haya captado la trascendencia del tema. No se trata de la cuestión nacional, muy compleja de por sí, analizada en sus aspectos histórico generales y teóricos, sino de una realidad terrible, única, que vive el pueblo cubano. Eso no se puede comparar ni con la situación de los israelitas ni de los árabes [cuya definición nacional es más religiosa que territorial—salvo ahora para una parte de los judíos con el estado de Israel—ni de ningún otro grupo en que la nación y el estado no coinciden en la geografía o en que haya estado ausente [como con Israel] durante muchos siglos o se muestre dispersa [como con los árabes] la territorialidad de la nación. Tampoco se aplica a ninguna de las muchas diásporas que pululan por el mundo [tibetanos; latinoamericanos; africanos y turcos por Europa; mexicanos y otras nacionalidades en Estados Unidos]. El caso de los cubanos es único porque ha sido el propio “estado nacional” el que prácticamente los ha obligado a emigrar hacia otras latitudes, especialmente hacia el “norte revuelto y brutal” de que hablaba Martí. Una de las cosas que más me impresionó del ensayo de Patterson es su disección del llamado nacionalismo martiano; diseñado para impedir “con la independencia de Cuba… que los Estados Unidos [cayeran] con esa fuerza más sobre nuestras repúblicas de América” [cito de memoria]. Esto le sirvió y sirve de coartada al castrismo para declarar una guerra permanente, en nombre de la defensa de la “Revolución Cubana”, al vecino del norte. Además, como se sabe, se designó a Martí ideólogo de esa revolución que se presenta a sí misma como eterna abanderada de la noción martiana de Patria. Pero quizás falte enfatizar que Martí habló además de la imperiosa necesidad de fundar una república “con todos y para el bien de todos”, o sea, una república democrática, ajena a las prácticas caudillistas de otras naciones latinoamericanas. Como dice Patterson, ese sentimiento se abrió paso a lo largo del siglo diecinueve y en un primer momento no fue ajeno a algún proyecto anexionista como ocurrió entre otros con Narciso López, inspirado en el ejemplo de Texas. Pero los patriotas más lúcidos, en primer lugar Martí, pero no solo él, rectificaron el error y postularon la creación de una Cuba independiente de España y de Estados Unidos. La separación de España implicaba fundar la nación no solo sobre principios republicanos, sino sobre el fundamento de una insularidad territorial que a su vez anhelaba algún tipo de unidad continental dentro de la tradición bolivariana. Eso de que los cubanos quisieran ser “tan insulares en política como en geografía” convertía la “insularidad” en un rasgo distintivo del nuevo estado-nación. Según Patterson, el hecho de que ahora la nación se haya “derramado” por el mundo [la diáspora cubana] debido a la política castrista pone en solfa ese principio fundacional. En otras palabras, ya el dilema no es ajustar la nación a su territorio, como ocurrió cuando la guerra contra España, sino democratizarla y sentar las bases de su futura prosperidad como una vía para su eventual “reunificación” por encima de las barreras estatales. ¿Será esto posible? Lo anterior me trae a la mente el caso de Alemania, que conocí bien de cerca. La diferencia es que allí, además de un reajuste cultural y político entre el este y el oeste, se impuso algo imposible en el caso de Cuba, el establecimiento de un solo estado que albergara a todos los alemanes. Aun así, las diferencias hoy persisten y en algunos casos siguen siendo notables entre los “occidentales” y los “orientales”. Y no es un caso de “ostrogodos” y “visigodos” sino un profundo desajuste en la identidad nacional creada por el comunismo y la división del país tras la Segunda Guerra Mundial. Volvamos al ensayo de Patterson. Este trabajo contiene tantas aristas apasionantes que no me atrevo abordarlas aquí por motivos de espacio y quizás pudor [no soy especialista en los temas cubanos]. Mi especialidad durante muchos años fueron los estudios latinoamericanos, en los que Cuba ostentaba solo un papel marginal. Aun así, el tema tratado por Patterson tiene para mí una importancia especial pues escribí mi doctorado sobre “El Proceso de Formación de los Estados Nacionales en América Latina”. Antes de comentar las diferencias entre América Latina y Cuba en lo que a la formación de la nación y el estado nacional se refiere, quiero hacer una salvedad. Me parece que en algún lugar de su ensayo Patterson dice lo siguiente: “El resultado de semejante transfusión hacia «el norte» ha convertido a la nación cubana en una entidad biestatal, si tenemos en cuenta que (al margen de la minoritaria diáspora ubicada en disímiles territorios del mundo) el grueso de la población cubana vive en el territorio de la Isla y en el de Norteamérica”. En esto mi amigo debe rectificar: No hay entidades nacionales “biestatales” [observe que la palabra ni siquiera está en el diccionario]. Puede haber “estados multinacionales, pero no “naciones multiestatales”. Creo que ese pequeño desliz no afecta en nada el rigor del ensayo. En cuanto América Latina no voy a repetir lo que dije en mi tesis, solo a subrayar una cuestión capital: Al igual que con los países africanos que surgieron del proceso de descolonización, en América Latina el Estado Nacional precedió a la constitución de la nación propiamente dicha [a diferencia de Europa occidental, sobre todo Francia e Inglaterra, naciones que se incubaron en la etapa de las monarquías absolutas], fenómeno que se extendió varios decenios, y que en algunos lugares no ha concluido aún [véase por ejemplo, Bolivia]. Eso quiere decir que lo institucional, aunque endeble, contribuyó decisivamente a una lenta integración nacional y a una progresiva [sobre todo desde mediados del siglo XIX] vinculación de los nuevos estados a la división internacional del trabajo. En algunos países, como ocurrió con Estados Unidos también, la avalancha de inmigrantes europeos [para América Latina fundamentalmente del sur de Europa; para Estados Unidos de la Europa Occidental y Central] contribuyó a redefinir la identidad nacional sin alterar la matriz básica que ya se había conformado durante la época colonial y gran parte del siglo XIX; véanse los casos de Uruguay, Argentina y el sur de Brasil. En Cuba ocurrió algo similar en las primeras décadas del siglo XX [ingresó más de un millón de españoles], lo cual no detuvo el incesante mestizaje de la población. Pero la nación cubana se formó en lo esencial—conciencia, cultura e identidad nacionales—antes de la proclamación del estado nacional. Salvo el problema de la integración racial, aun no resuelto por completo, pese a los alardes de igualitarismo del gobierno castrista, la definición de lo nacional tuvo lugar en el siglo XIX, al calor de las guerras por la independencia. Aunque quedan muchas cosas por discutir, reitero mi más profunda gratitud a Enrique Patterson, quien debe asumir el título de MAESTRO en nuestra pequeña comunidad de exiliados procedentes de la Universidad de La Habana.

3 by Fumando espero (Usuario no autenticado) 03/01/2009 1:40

Es cierto que la política estadounidense, metodológicamente, se mueve en varias líneas al mismo tiempo, pero niunguna de ellas, nunca, ha violado los intereses hegemónicos de EU. Un ejemplo clásico sería la guerra contra México en 1948 cuando buena parte de la población y la intelectualidad se opuso a ella sin embargo, el naciente imperio la continuó, ya sabemos con qué resultados. La condición hegemónica de EU le permie ser flexible políticamente, pero férrea en sus usos del poder. Hablando de Cuba, podría decirse que también ha existido una relación flexible con EU en estos 50 años y la prueba final sería el actual comercio entre ambos países. El embargo nunca debió justificar la política totalitaria del gobierno cubano, por el contrario debió ser utilizado como un argumento para abrir la economía y afianzar las libertades, pero eso hubiese expandido el universo político de la isla a lo cual afectaría el protagonismo rebelde en la misma. La política no debe ser una clase de moral, pero esta última se niega a morir en manos de la democracia, especialmente en países subdesarrollados cuya sobrevivencia depende de cuán resistente son frente a los usos y abusos del más fuerte. Mientras EU se perciba como el único super poder en el mundo, la geopolítica continuará definiendo su actuación regional. Como en otros momentos históricos, la situación de Cuba depende de los cambios globales cuya gravitación el gobierno cubano nunca ha podido romper ni siquiera para bien de su propia ideología.

2 by Desde donde estoy en el exilio (Usuario no autenticado) 03/01/2009 1:40

Mientras que Lopez Levy confunde lo que es complejo, mezclando sus elementos constituyentes, Rojas cuidadosamente analiza los fideos del guiso, uno por uno, alumbrando cada hilo del pasado y de su significado en el presente. Guerra civil, revolucion o revcoluciones? Revolucion en lo singular obviamente no ha sido, pues los que se levantaron contra Batista obviamente no lo hicieron para establecer otra tirania. Por lo tanto, habria que decidirse entre revoluciones o guerra civil. Revoluciones? La primera fue para destituir a Batista y reestablecer el estado de derecho bajo la Constitucion de 1940, y reestructurar la sociedad desde sus parametros democraticos. La segunda, la fidelista, la contra-revolucion, fue para abortar la primera y dar comienzo a una segunda tirania. Esta segunda no ha sido aceptada por millones a pesar de que han transcurrido 50 annios, Por lo tanto nes ridiculo pretender que nuestra nacion (reducida a tribus) esta en medio de una revolucion, sino mas bien que esta radicalmente dividida, es decir en guerra civil. Sin embargo, la tirania contrarevolucionaria pretende presentarse como si fuese la defensora de nuestra soberania en relacion con los EEUU, y que toda resistencia a sus atropellos es anti-nacionalista.Pretenden convencer al mundo que el marxismo leninismo que nos inpone, y el nacionalismo son la misma cosa. Los hechos objetivos muestran una realidad diferente a la qwue la tirania presenta. Son ellos los que estan destruyendo la fabrica viva de nuestro dignidad nacional, hilom por hilo, ciudadano por ciudadano. Como mas se podria interpretar el hecho de que han forzando al exilio a 2+ millones, y que pretenden seguir haciendolo? El hecho de que impiden que padres se reunan y recuperen a sus hijos? Que mientras tanto reciben con brazos abiertos a estadounidenses, venezolanos, rusos, chinos, etc. que apoyan el proyecto tiranico, a aquellos mismos que discriminan (en conspiracion con la tirania) contra ciudadanos cubanos en otros paises (Mexico, Uruguay y hasta EEUU)? El trabajo de Rojas es sumamente importante para Cuba. Sus aclaraciones sobre la historia y los consecuentes argumentos son robustos y transparentes, antidotos contra la propaganda, la mentira, y los intereses ulteriores que intentan capitalizar sobre nuestra desgracia, y donde solo los cubanos nos quebramos pagando las cuentas. Por otro lado, los argumentos de Lopez Levy me hacen cuestionar si posiblemente no es solamente un historiador. A pesar de multiples reeferencias, sus argumentos carecen de desapego y objetividad. Leyendolo uno cae en cuenta que parte desde sus conclusiones, que el analisis fluye de estas, y no vice versa, como deberia de ser. Esta obstinado con vendernos algo, pero sin garantias algunas. Me pregunto por que?

1 by Jorge Rodriguez (Usuario no autenticado) 02/01/2009 18:00

Rafael, leiste mi ensayo en el libro de Dilla sobre la democracia en Cuba? Muy interesante tu planteamiento.

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