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Cambios, Reformas, Raúl Castro

Las reformas raulistas no están bien orientadas

Se requieren cambios significativos para desechar las prácticas y leyes vigentes que impiden, entre otros, la propiedad privada y el funcionamiento apropiado de los mercados

Recientemente sostuve un intercambio de opiniones con Carmelo Mesa Lago sobre la importancia de las reformas socioeconómicas raulistas en la era revolucionaria en CubaEncuentro y en la reunión anual de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE). Mesa Lago sostiene que las reformas raulistas son las más importantes de la era revolucionaria, en cambio yo considero que hasta ahora no lo son porque no incluyen reformas generales (institucionales-legales) o macroeconómicas como las adoptadas por Fidel Castro en los años 1990. Entonces, en 1992, se modificó incluso la constitución política para promover la inversión extranjera, el turismo y las remesas, así como se adoptó el CUC, los que han desempeñado importantes papeles en la economía en los últimos 20 años. En este sentido coincido con las expresiones de Miguel Díaz-Canel y Marino Murillo quienes indican que las reformas difíciles aún no se han realizado.

En el presente artículo presento otra diferencia sustantiva con Mesa Lago porque considero que postula incorrectamente que las reformas sectoriales y microeconómicas están bien orientadas. En 2011 el gobierno determinó reducir las nóminas infladas o trabajadores redundantes de las empresas estatales y la burocracia pública para compensar su empobrecedor efecto y aumentar la productividad y los salarios. Asimismo, para disponer de mayores recursos públicos para la inversión, a fin de superar la obsolescencia tecnológica del acervo de capital, y mantener el gasto social.

Esta es una decisión correcta de política pública. Lo que es erróneo, y no está bien orientado, es pretender que en las condiciones vigentes para la ampliación del cuentapropismo en las 184 actividades autorizadas, brindar tierras agrícolas en usufructo y convertir a las pequeñas y medianas empresas estatales en cooperativas se pueda absorber a los trabajadores redundantes requeridos y se genere una dinámica virtuosa de expansión económica sostenible. El despedido de los trabajadores redundantes y la absorción de trabajadores en las nuevas actividades son interdependientes. Sin embargo, las excesivas limitaciones, regulaciones, trámites burocráticos y elevados impuestos a las tres promisorias actividades comentadas están asfixiando el significativo intento, mantienen las condiciones para la corrupción y determinan que los resultados de las reformas sean limitados, lentos y atrapados en inconsistencias.

Cuba requiere cambios institucionales y legales significativos como los que adoptó con la modificación constitucional de 1992 para desechar las prácticas institucionales y las leyes vigentes que impiden la propiedad privada, el emprendimiento individual y asociativo, y el funcionamiento apropiado de los mercados. Desde la nefasta ofensiva revolucionaria del 13 de marzo de 1968 se eliminaron la pequeña y mediana empresa privada, la contratación privada de empleados y se le otorgaron excesivos poderes a la burocracia estatal propios del socialismo real, los cuales posteriormente se elevaron a condición constitucional en 1976 y desde entonces obstaculizan la expansión del sector privado (no estatal). Las reformas raulistas todavía tienen como base el viejo esquema de la propiedad estatal y la centralización y el control de la economía del socialismo real; las nuevas regulaciones, leyes e impuestos aún son muy restrictivos. No hay un nuevo pensamiento estratégico de cómo hacer la transición del sistema económico centralizado e ineficiente imperante a otro sistema más descentralizado, eficiente, inclusivo y sin tantos entorpecedores controles.

Las cooperativas son asociaciones voluntarias manejadas directa y democráticamente por sus socios para mejorar sus condiciones económicas. En cambio en Cuba tanto las UBPC, o cooperativas agrícolas establecidas a partir de 1993, como las más recientes cooperativas de servicios se han constituido por decisión gubernamental y están muy controladas y regimentadas, lo que determina su rigidez estructural y funcional. Sus actividades están sujetas a elevados impuestos, pagos por servicios públicos (electricidad, agua, etc.), alquileres por las instalaciones y contribuciones a la seguridad social. Parece ser un cambio para recaudar impuestos en vez de promover mayor producción y empleo como la Isla requiere.

En esas condiciones el establecimiento de las UBPC no resolvió el problema agropecuario de Cuba ya que las fuerzas productivas quedaron atrapadas en la rigidez y las limitaciones de las normas y controles vigentes, por lo que no se estimuló el emprendimiento ni el esfuerzo individual o asociativo. El nivel del producto agropecuario real de 2012 (1.786 millones de pesos) fue similar al que había 16 años antes en 1996 (1.781 millones de pesos), el 50 % de las tierras estaban ociosas y cubiertas de marabú en 2007 y hay una elevada importación de alimentos de unos $2.000 millones anuales.

En 2013 el gobierno no estimuló el emprendimiento en las pequeñas y medianas empresas estatales de servicios y prefirió retornar al fracasado experimento de las UBPC. En la forma planteada las nuevas cooperativas de servicios son básicamente una medida dirigida a aumentar las recaudaciones y a deshacerse de actividades que el Estado no puede gestionar ni administrar bien en vez de lograr el propósito central de mejorar la iniciativa, flexibilidad y la productividad de ellas. Y de esa forma facilitar el aumento de los salarios reales y la productividad en las restantes empresas estatales, así como generar recursos públicos para la inversión y hacer sostenible el gasto social.

El gobierno brindó tierras en usufructo sujetas a muchas restricciones que después ha venido liberalizando lentamente para alentar mayores resultados. Entre ellas ampliar el plazo y la extensión de las tierras otorgadas en usufructo, la autorización de construir viviendas e instalaciones en ellas, etc. Sin embargo, dado el historial de la revolución, no se debe esperar que los agricultores privados que, según las estadísticas de la ONE, han mostrado consistentemente una mayor productividad que los trabajadores estatales agrícolas, tomen decisiones de realizar inversiones y mejoras permanentes en las tierras a menos que el gobierno les de garantías y seguridades sobre su disponibilidad en el futuro.

Cuba ha invertido mucho en la educación y tiene una elevada proporción de la fuerza laboral en técnicos y profesionales. Lo más sensato socialmente sería permitirles desempeñarse como tales en los servicios personales, lo que aumentaría la disponibilidad nacional de bienes y servicios con base en su esfuerzo e iniciativa y frenaría la creciente emigración del capital humano que en 2012 fue la mayor desde 1994.

Es resumen es necesario que el gobierno cubano reoriente bien sus reformas brindando una base institucional y jurídica similar a la que le otorgó a la inversión extranjera en 1992. Tiene que liberalizar y desburocratizar las tres áreas comentadas. Darle garantías a los pequeños agricultores, permitir a las pequeñas y medianas empresas estatales que se puedan transformar en pequeñas y medianas empresas privadas o en cooperativas autónomas reales, y ampliar las actividades de los cuentapropistas a nuevas actividades de mayor valor agregado. De lo contrario, el sector privado, o no estatal como se le insiste en designar, carecerá de la capacidad de absorber a los empleados redundantes de las empresas estatales. Por consiguiente, el gobierno deberá modificar su plan de cambios en forma pragmática y realista para hacerlas de mayor calado y ayudar a la economía a enfrentar una cada vez más probable disminución de la ayuda venezolana. Se requiere alentar mayor iniciativa, independencia, protagonismo, gestión y libre asociación y cooperación a las fuerzas productivas privadas, lo que además constituirá un incentivo para atraer inversión extranjera que enfrentan empresas estatales ineficientes y tienen que suplirla de alguna forma.

© cubaencuentro

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