«Boleros prohibidos»

Boleros prohibidos (2023), además de ser una excelente obra de consulta, es un fiel testimonio de la época en que ocurre lo comentado en cada uno de sus treinta capítulos sobre compositores canciones y cantantes. A Armando López Salamó no le bastó subtitularlo La Habana sin Olga Guillot y le añadió uno más: Cuba a través de su música; y este es el que mejor lo define, ya que en 321 páginas resume la historia de la música popular cubana.

Así me explicó el autor la razón de ser y las características de su libro.

«Traté de contar, como esos cuentos conque amanecía en el malecón, tras cabaretear cada noche como si fuera la última… En cada charla, crónica y anécdota, volví a ser el enamorado de La Habana, en mi adolescente travesura de contar...»

Y en efecto, López Salamó logra transmitirnos y contagiarnos su nostalgia por la Habana, una ciudad donde la tienda El Encanto vendía, en exclusiva, vestidos de los más famosos modistos, como Christian Dior, y al igual que la perfumería Guerlain, en su local del Paseo del Prado, proclamaba su exclusividad imprimiendo en las etiquetas París New York La Habana.

La Habana, urbe farandulera en la que la revista Bohemia, con su sección La farándula pasa era, en 1956, la de más circulación en idioma español: 320 mil ejemplares semanales. Y donde había 14 revistas dedicadas exclusivamente a espectáculos teatrales, música y artistas.

La Habana, ciudad con más cines que Nueva York y París juntos; y en la que el recién construido (1949) Teatro Blanquita tenía 6.600 lunetas, 500 más que el Radio City Music Hall neoyorquino; una cafetería para 200 personas y un enorme escenario que se congelaba para el patinaje sobre hielo.

Resultaría imposible en esta breve reseña nombrar a todas las personas que aparecen en el libro, pero quiero destacar a las que el autor dedica el mayor número de páginas: María Teresa Vera «la madre de la canción cubana», Rita Montaner, Olga Guillot, Benny Moré, Bola de Nieve y La Lupe.

Descripciones que se complementan con extractos de las conferencias que impartió López Salamó y los artículos y entrevistas que publicó en periódicos y revistas internacionales. Por citar solo dos: con el premio nobel colombiano en el capítulo García Márquez me dijo («A mí me gusta desde la música comercial que se oye por radio hasta un concierto de Bela Bartok»). Y en Cuba a orillas del río Hudson, con Paquito D’Rivera («Admiro a Lecuona por su sencillez, a Stravinski por su complejidad, y a Tom Jobin por todo»).

Quienes deseen revivir una Habana que ya no existe, en una prosa amena y bien documentada, con fotos y las letras de inolvidables canciones, les garantizo que disfrutarán enormemente su lectura. Sobre todo, aquellos que vivieron las deslumbrantes noches habaneras, de finales de la década del cincuenta y los tres primeros años de los sesenta del siglo pasado; época, en la que, a pesar de la dictadura de Batista y el inicio de la tiranía castrista, La Habana era “mucha Habana”, como la califica López Salamó.

Sobre el autor

Armando López Salamó, originario de Santa Clara, fue fundador de la revista cubana Opina y del Premio Girasol a los artistas más populares de cada año en la Isla. Sus artículos y entrevistas han sido publicados en Latinoamérica, España y Estados Unidos. Ha impartido conferencias sobre música cubana en prestigiosas universidades, y ha dirigido espectáculos musicales en los principales teatros de Nueva York y La Habana.

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