Artista de fama e icono de la lucha antirracista

Marian Anderson nació el 27 de febrero de 1897 en Filadelfia. Fue la mayor de las tres hijas de Annie Rucker y John Anderson, un vendedor de carbón y hielo, que murió cuando su primogénita tenía 12 años de edad. Con la ayuda de sus tías, abuelos, becas y la congregación de su iglesia pudo continuar sus estudios hasta lograr sus primeros triunfos siendo aún muy joven. En 1928 cantó por primera vez en Carnegie Hall, y a finales de la siguiente década fue invitada por Franklin D. Roosevelt y su esposa a un recital en la Casa Blanca.

En Estados Unidos, a finales de la década del 30, a pesar de la discriminación racial de la época, Marian Anderson solía ofrecer 70 conciertos al año, aunque le prohibían la entrada a hoteles y restaurantes, que eran de admisión exclusiva para blancos. Cuando se presentó en la Universidad de Princeton, Albert Einstein le brindó su casa, porque ningún hotel quiso alquilarle una habitación. Ya para entonces había cautivado a Europa, donde completó sus estudios musicales y aprendió los idiomas con los que luego cantaría en las principales ciudades del mundo.

En 1939 el empresario Sol Hurok la contrató para un concierto en Constitution Hall, en Washington, DC, pero “las hijas de la Revolución Americana” se negaron a que una cantante negra actuara en su sala de conciertos. La publicidad que ocasionó esa infamia tuvo gran repercusión, y la crítica mundial fue de enormes proporciones. Para hacer constar su protesta, la primera dama, Eleanor Roosevelt, se dio de baja de dicha agrupación. En desagravio, el secretario del Interior, Harold Ickes, invitó a Marian Anderson a presentarse en el Lincoln Memorial, para un concierto que se efectuó el 9 de abril de 1939, domingo de resurrección, al que asistieron más de 75.000 personas.

En 1943 Marian se casó con el arquitecto Orpheus Hodge Fisher (1900-1986) y vivió desde entonces durante varias décadas, con su esposo y el hijo de Orpheus de un matrimonio anterior, en una granja de 50 acres que habían comprado en Danbury, Connecticut, y que nombraron Marianna Farm. El 7 de enero de 1955, a punto de cumplir 58 años de edad, la mundialmente famosa contralto, interpretó el papel de Ulrica en la ópera Un Ballo in Maschera, de Giuseppe Verdi, en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Fue la primera cantante de raza negra en pisar el escenario del Met. La chiquilla que limpiaba las escaleras de los barrios pobres de Filadelfia finalmente tocó el cielo. Su actuación en el Met fue solo uno de los muchos logros que alcanzó a lo largo de su vida y su carrera.

En 1964 comenzó su gira internacional de despedida, precisamente en Constitution Hall, el sábado 24 de octubre, y la terminó en el Carnegie Hall el 18 de abril de 1965. Y aunque se retiró de los escenarios, continuó apareciendo en público en ocasiones especiales. Pocos meses antes de morir, Marian Anderson se mudó a Portland, Oregón, a casa de su sobrinoJames DePreist, director musical honorario de la orquesta sinfónica de Oregón. Allí falleció a los 96 años por causas naturales el 8 de abril de 1993, exactamente un día antes del 54 aniversario del concierto en el Lincoln Memorial de Washington, DC.

Conocida como “La dama de Filadelfia” o “La Princesa del pueblo”, Anderson fue una de las valientes precursoras en la lucha por los derechos humanos y raciales en la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos. Todavía se recuerda su memorable Concierto a la libertad, que ofreció el 9 de abril de 1939 en el Lincoln Memorial de Washington, DC. Del mismo se dice que inspiró a un joven Martin Luther King de apenas diez años, que la escuchó desde la radio de su casa.

Marian, que era nieta de esclavos, fue homenajeada por reyes, músicos, compositores y las más destacadas personalidades de los países donde cantó, además de recibir el reconocimiento y los aplausos del público. Sobre ella, Alberto Toscanini expresó: “Una voz como la suya se oye solo una vez cada cien años”. Sol Hurok la calificó como “una de las grandes voces de la actualidad”. Y Jean Sibelius dijo: “El techo de mi casa es demasiado bajo para su voz”. Y Federico García Lorca, que la escuchó en un concierto en Madrid, quedó “embelesado con su arte”.

En 1957 Marian Anderson cantó en la toma de posesión del presidente Dwight D. Eisenhower, y en 1961 en la de John F. Kennedy.

Algunos de los numerosos premios y honores que recibió:

• Medalla Presidencial de la Libertad (1963)
• Medalla de Oro del Congreso de EEUU (1977)
• Homenaje del Kennedy Center (1978)
• Medalla Nacional de las Artes (1986)
• Premio Grammy por su carrera (1991)

Nota: Hay dos documentales televisivos en PBS de las series “American Experience” y “American Masters”, titulados Marian Anderson: Musical Icon, y Marian Anderson: The Whole World in Her Hands, que resumen la carrera de esta excepcional artista.

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