Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Legado, Música, Pérez Prado

El legado de Pérez Prado

El creador del mambo dejó un patrimonio musical que va más allá del conocido aullido de ¡UGHT! al frente de su orquesta

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El gran José Dámaso Pérez Prado (Matanzas, Cuba, 1916–Ciudad de México, 1989) se desempeñaba en Cuba como pianista y orquestador de la más importante big band de La Habana en los años cuarenta: Orquesta Casino de la Playa. Compositor en las líneas armónicas de Stan Kenton, sus compatriotas lo tildaban de artificioso y barroco en los ajustes orquestales. Llega a México en 1949, funda un ensamble con músicos locales y populariza el mambo por todo el orbe. “Los músicos mexicanos son excelentes; en mi país no entendían mis armonizaciones: aquí, los instrumentistas agarraron la cosa rápido”, declaraba el autor de “Mambo No. 5”.

Devenir de los años cincuenta y sesenta: Jane Russell baila “Cerezo rosa” en Las sirenas de las aguas verdes (1955), de John Sturges; Anita Ekberg se contonea con “Patricia” en La dulce vita (1960), de Fellini. El grito de ¡UGHT! del músico antillano se escucha en todas las vitrolas de Estados Unidos. Benny Moré entonaba “Bonito y sabroso” (“Pero, qué bonito y sabroso / bailan el mambo las mexicanas / mueven la cintura y los hombros / igualito que las cubanas…”) bajo los compases de la agrupación de su compatriota. El tema “Rico Mambo”, se convierte en un himno de estribillo cadencioso que invade la dispendiosa vida nocturna de Nueva York.

“Toda esa algarabía rítmica viene de México, el mundo baila el mambo hecho por músicos mexicanos dirigidos por un extravagante señor de baja estatura vestido con smoking que en los espacios musicales lo conocen como cara de foca”, explicaba un comentarista radial de la época. La mambomanía era un suceso insoslayable: “Mambo No .5”, “La chula linda”, “Mambo del Ruletero”, “Caballo Negro”, “Black Magnolia”, “Tequila”, “Patricia”, “Pianolo”, “Mambo en Sax” o “Mambo No. 8” se convierten en las piezas protagonistas de los salones de baile del entonces Distrito Federal de los años 50/60 del siglo pasado. Igualmente, Pérez Prado es reconocido por ser el autor del Mambo del Politécnico, pieza, insignia de eventos y festividades significativas del Instituto Politécnico Nacional de la Ciudad de México; y el Mambo Universitario, frecuentemente referido en los foros de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Evidentes los patrones del jazz estadounidense en la concepción armónica de las composiciones del cubano (bebop, hardbop, cubop, Kenton, Ellington swing...). Legó excelentes grabaciones de alta fidelidad con su orquesta en la utilización de cámara de eco en los míticos estudios de RCA Victor. La exploración en todas las posibilidades de la percusión afrocubana da como resultado un entrecruzamiento con la sección brass (saxofones, trombones y trompetas) en que se asientan gamas sonoras profusas en juego con la armonía, el ritmo y la melodía. Los trombones repiquetean los fraseos (acentuación refrendada años después por los salseros de Nueva York) que anuncian los gruñidos, los legendarios alaridos del pianista matancero.

En el fonograma Havana, 3 a.m. (Hollywood Record, 1956) somos testigos del trabajo de un esmerado arreglista en orquestaciones singulares de “La comparsa” (Ernesto Lecuona), “Bésame mucho” (Consuelo Velázquez), “Granada” (Agustín Lara), “El manisero” (Moisés Simons), “Almendra” (Abelardo Valdés), “Historía de un amor” (Almarán). Además, incursiona en la música filarmónica: Suite en Voodoo, sinfonía en cuatro movimientos; Concierto para bongó, obra de alta resonancia poética-rítmica; y Suite de las Américas, estructurada en siete secciones donde un sugestivo motivo melódico sirve de puente para la entrada de los exóticos y sublimes movimientos: banda sonora del documental Hasta la victoria siempre 1967), de Santiago Álvarez, que muestra diversos aspectos de la vida de Ernesto Che Guevara. ¿El ICAIC pagó los derechos de autor al Rey del Mambo? El legado de Dámaso Pérez Prado va más allá del conocido aullido de ¡UGHT! al frente de su orquesta.


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