Actualizado: 29/04/2024 7:40
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Música, Bolero, Cuba

El bolero, patrimonio cultural de la humanidad

Desde los años 30 del siglo XIX hay noticias de esa forma musical

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El bolero ha sido declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Crónica de azares recurrentes: los principales países cultivadores (Cuba, México, Colombia, Puerto Rico, Costa Rica, Panamá…) tejen una red manchada por las tintas suplicantes del deseo. El mar Caribe baña con sus espumas el desborde de la pasión que nos define como animales que amamos. “Tristeza” (1883), de Pepe Sánchez (“Tristeza me dan tus quejas mujer / profundo dolor que dudes de mí / no hay pruebas de amor que deje entrever / cuanto sufro y padezco por ti…”), marca el nacimiento del género: composición que resume “la manera del ritmo cantable y danzario que luego recorrería en serenatas y reuniones, las esquinas de Santiago de Cuba” (H. Orovio).

Desde los años 30 del siglo XIX hay noticias de esa forma musical. Natalio Galán (Cuba y sus sones) suscribe: “En muchas canciones cubanas y yucatecas se hace evidente la presencia del pasacalle, heredado de la música europea (siglo XVII), con variaciones armónicas de obstinación rítmica creada en compás de 3/4 (la chacona), como preámbulo de eso que hoy conocemos como bolero”.

El son yucateco, con su rasgueado y punteado en la guitarra, llega a Cuba en los años 20 del siglo XIX: será determinante en la conformación del rico panorama melódico de la Isla y, sobre todo, de las canciones bolereadas que hacen los trovadores y soneros de la época (Pepe Sánchez, Sindo Garay, Alberto Villalón, Manuel Corona, Patricio Ballagas, Rafael Gómez, Rosendo Ruiz Suárez, Emiliano Blez, Graciano Gómez, Manuel Luna, José Bandera, Eusebio Delfín, María Teresa Vera, Miguel Matamoros…).

Forma musical Caribe: contrapunteo cultural de facetas diversas en arborescencia de “una civilización popular viva y actuante que halló en las aguas cálidas del Caribe, y en las de sus islas tierra firme, un nicho privilegiado de reproducción y encantamiento para los expedientes del amor” (García de León, El mar de los deseos).

Diario de confesiones, cenagal de gozo y dolencia: los amantes desmigajan sus venturas, guitarra en mano y copa de por medio. Poética del deseo, alegato de aflicciones, declamaciones incitantes: “En la vida hay amores que nunca /pueden olvidarse / imborrables momentos que siempre / guarda el corazón” (Inolvidable, Julio Gutiérrez); “No puedo ser feliz, / no te puedo olvidar, / siento que te perdí / y eso me hace pensar / que he renunciado a ti, / ardiente de pasión, / no se puede tener conciencia y corazón(No puedo ser feliz, Adolfo Guzmán); “La puerta se cerró detrás de ti / y nunca más volviste a aparecer / dejaste abandonada / la ilusión / que había en mi corazón por ti” (La puerta, Luis Demetrio); “Cómo yo te amé /Jamás te lo podrás imaginar /Pues fue una hermosa forma de sentir /De vivir, de morir /Y a tu sombra seguir / Así, yo te amé” (Como yo te amé, Armando Manzanero); “Es la historia de un amor /Como no hay otro igual /Que me hizo comprender /Todo el bien, todo el mal /Que le dio luz a mi vida / Apagándola después /Ay, qué vida tan obscura / Sin tu amor no viviré” (Historia de un amor, Carlos Eleta Almarán): ejemplos de metonimias espontáneas que muchas veces rozan el diseño del poema.

De María Teresa Vera a Isolina Carrillo, de Arsenio Rodríguez a René Touzet, de Eliseo Grenet a Sindo Garay, de Bienvenido J. Gutiérrez a Pablo Milanés, de Marcelino Guerra a Ernesto Lecuona, de Manuel Corona a Luis Casa Romero, de Ignacio Villa a Ernesto Duarte, de Marta Valdés a Frank Domínguez, de Agustín Lara a César Portillo de la Luz, de Pedro Junco a Osvaldo Farrés, de José Antonio Méndez a Vicente Garrido…

Agradecemos que México haya sido partícipe en la petición y gestiones ante la Unesco para que el bolero fuera declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; muchos han confundido el hecho y quieren adjudicarle una paternidad binacional (México-Cuba) al género que nació en Santiago de Cuba en 1883. Gracias a la patria de Manzanero por haber acogido con fervor las concordias de esa riada melódica-rítmica enmarcada en sentimentales episodios de amantes arropados en los avatares de Eros, la desventura, el recelo y los deseos. Pero, el bolero es cubano.


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