Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Estrella Acosta: una guajira en la capital de Holanda

Breve repaso por la música guajira

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El dietario de la música guajira cubana es, hasta cierto punto, impreciso. Las definiciones y entradas de manuales y diccionarios especializados no especifican su desarrollo e integración en la compleja sonoridad de nuestra música popular. Es perentorio realizar una glosa musicológica mínima del asunto. Laguajira/ “Género cantable, situado, como la criolla, con la que guarda semejanza, en el ámbito de la canción cubana. Se refiere, en sus temas, a asuntos campesinos, de manera bucólica, idílica. Utiliza estrofas versificadas, casi siempre bajo el modelo de la décima”: (Orovio, Helio. Diccionario de la Música Cubana, 1981). “En la guajira alternan los ritmos de tres por cuatro y seis por ocho. Su primera parte se escribe en modo menor, y la segunda en mayor. Concluye siempre sobre la dominante del tono en que está compuesta” (Sánchez de Fuentes, Eduardo). El maestro Cristóbal Díaz Ayala, en Música Cubana. Del Areyto a la Nueva Trova (1981), subraya y comenta los pares dicotómicos que subyacen en el proceso dialéctico de la música cubana durante el siglo XIX y albores del XX: músicablanca/música negra & música guajira/música urbana. “Será música guajira la que se produce en el campo y en pequeños núcleos poblacionales que no pasan del concepto de villa. Será, casi en la totalidad de los casos, música de origen español, tocada con instrumentos de cuerda, guitarra, bandurria o laúd y, generalmente, sin instrumento de percusión, salvo las claves; sí le acompañaran los típicos instrumentos fricativos cubanos, maracas y güiro: música más para cantar que para bailar, contará básicamente con una forma de baile: el zapateo y con una forma musical básica: la décima, cantada con diversas tonadas. Será generalmente música blanca…”, especifica el autor de Cuando salí de La Habana (1999). El nacimiento del son borra esas axiologías: el mestizaje (España, Francia, Inglaterra, África, Portugal…) puntualizará los ajustes definitorios de la música de la Isla. Danzón, Changüí, sucu suco y son montuno: ajiaco sonoro en el que converge lo negro y lo europeo: palpitación de cuerdas, fragores de metales e improntas de tambores.

Repaso sucinto: del zapateo a Guaguanjira de Paquito D’Rivera

Modalidad musical que parte de un instrumento clave: la guitarra. Cuerdas pulsadas —no olvidar el tiple, el arpa o la vihuela— que se criollizan: se acampesinan, se aguajiran. Habrá que escuchar con atención las coplas mediterráneas que irrumpen en la isla mayor del Caribe durante el siglo XVI tras la conquista de los españoles. Los migrantes canarios que se establecen, sobre todo, en el occidente de Cuba, hacen posible un “proceso de ruralización de unos elementos culturales hispánicos que primero había tenido su asiento en medios urbanos: la decima, la guitarra, la bandurria, el punteado en estos instrumentos en oposición al rasqueado, y algunos zapateados que ya se practicaban en España” (León, Argeliers. Delcanto y el tiempo, 1981). Tonadas (melodías que conciertan décimas y poesías): origen de un cancionero que forja la cronología de un campo sublime, placentero: retrato de unos pobladores (guajiros) “felices”, a pesar de sus penurias económicas.

Zapateados de abolengo hispánico que toman distintas modalidades en Cuba, Puerto Rico, México, Santo Domingo, Venezuela, Perú y Argentina, principalmente. María Teresa Linares (La música y el pueblo, 1974) nombra al zapateo de Cuba, la zamacueca de Perú, joropo de Venezuela y los jarabes de México. “Al son del tiple y el güiro”: locución que hace referencia en el siglo XIX a la música campesina zapateada.

Lo que hoy conocemos como música guajira tiene sus raíces en el Punto (canto campesino) y Trova de Sancti Spiritus (localidad situada al centro de la isla de Cuba, La Villa del Espíritu Santo, hoy Sancti Spiritus, fundada en 1514 por el gobernador Diego Velázquez, promotor de las primeras misiones de descubrimiento que salieron hacia las costas mexicanas). El Punto yayabero, punto joropo, punto cerrado, punto corrido, punto en clave, fandango espirituano, punto libre o pinareño, punto fijo o villaclareño, parranda, punto matancero, seguidilla, punto cruzado, trova y pasacalle marcan los preámbulos de la música guajira (campesina) actual.

Habrá que definir a La Guajira como una variedad de la canción cubana, secuela de una mixtura en la que el punto, la criolla (originaria de Santo Domingo) y el canto de clave (compás 6x8) juegan un papel determinante. En la representativa composición —para muchos, iniciación de la guajira— “El arroyo que murmura” (1899), de Jorge Anckermann (1877 – 1941), se hace evidente la cepa espirituana: 6x8 melódico con el 3x4 alternativo del acompañamiento. (“El arroyo que murmura / Y que la luna retrata / Cuando sus rayos de plata / Atraviesan la espesura. / El sinsonte de voz pura / Que alegra el monte y el llano / Las palmas de verde guano / Que al son del viento se mece / Y que suspirar parece / Ese es el punto cubano”).

Lo que interpretan hoy algunas agrupaciones y vocalistas de la Isla, bajo la póliza de guajira (Celia González —necesario en otra ocasión, comentar la fusión que explota esta cantante de son, pregón, elementos yorubas y guajira—, Eliades Ochoa, María Ochoa, Leyanis López, Los Guanches, Barbarito Torres, David Álvarez, Arte Mixto, Los Jubilados, Los Fakires, Pancho Amat, Albita, María Victoria Rodríguez Sosa…), entra en el canon de guajira-son (dos cuartetas en sucesión de un montuno/mambo en 2/4. Escúchese “Alborada Guajira”/ Raúl Lima, “Amorosa Guajira”/ Jorge González Allué y “Guarapo, pimienta y sal”/Reynaldo Hierrezuelo: tres modelos clásicos de guajira-son).

El caso de “Guajira guantanamera”, de Joseíto Fernández (1908–1979), merece una reflexión detenida. Fernández era un gran repentista (improvisador), distintivo de su manera de afrontar la guajira. “Guajira guantanamera” debe su éxito internacional al cantante de country norteamericano Pete Seeger, quien la interpretó, con estrofas de los Versos Sencillos de José Martí, en junio de 1967 durante un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York. Traslación que ya el compositor y pianista cubano-español, Julian Orbón de Soto (1925–1991) había realizado a finales de los 50. “Cuento mi vida”, “A mi chocita”, “Piano, ritmo y laúd”, “Dulce regazo”, “A mi buena madre”, “La mujer cubana” y “El día de mañana”, entre otras composiciones de Fernández, son guajiras con entonaciones soneras de mucha más riqueza melódica que la “célebre” guantanamera.

Otros desenlaces se presentan en la obra de Guillermo Portabales (1914 – 1961), creador de la guajira de salón y fundador de Trío Portabales —acompañante de Carlos Gardel en varias películas—, cuya faena musical está influenciada por Jorge Anckermann, Casas Romero, Alberto Villalón, Félix B. Caignet, Sindo Garay. Su “El Carretero” —punto de partida de la popularidad de la más conocida cantante campesina de Cuba, Celina González— se balancea entre el bolero rítmico santiaguero, el son montuno y las euritmias espirituanas, matanceras y de Vueltabajo (escúchese “No te subas que te caes”, de Claudio Ferrer, o “La alborada” de Celia Romero: modelos de guajiras de salón).

Imposible soslayar la presencia latente de la guajira en la música popular cubana contemporánea. Por ejemplo, la pericia del tresero Pancho Amat es fruto de su estudio del laúd (instrumento de marcado uso en toda la gama de la música guajira). “Asimilé la ejecución del tres, a partir de mi curiosidad por el laúd español; no podía separar la técnica del punteo propio del laúd en la guajira en mi aprendizaje del tres”, ha explicado el director de El Cabildo del Son. Escuchar los solos de “El tresero de Güira de Melena”: retorno a la sonoridad virtuosa del laudista Raúl Lima, líder del Conjunto Campo Alegre que todos los domingos amenizaba el más popular programa de música campesina en la TV cubana de los años 70, Palmas y Cañas (Ramón Veloz, Coralia Fernández, Radeunda Lima, Inocente Iznaga, Coralita Veloz…). Hay en el talante de Pancho Amat reflujos guajiros de las habilidades de Lima y Barbarito Torres (el laudista de Buena Vista Social Club) en empalmes con modulaciones montuneras del mítico tresero, laudista y bandurriero Isaac Oviedo (1902–1991) y apuntes jazzísticos/descarga cubana del Niño Rivera( 1919 – 1996): consúltese el fonograma Mis raíces/María Victoria Rodríguez Sosa & Pancho Amat (Bis Music, 2010) —Gran Premio Cubadisco— y se verificarán las prosapias guajiras/soneras/ jazzísticas en el idiolecto del fundador del Grupo Manguaré.

La mancuerna autoral, Piloto y Vera, proporcionó a la Orquesta Aragón en 1967 el tema “Guajira con Tumbao”, que el violinista Rafael Lay arregló en matices de chachachá para dar nacimiento a la dualidad acompasada de la guajira-cha (“Si quieres gozar / al bailar / oye un rico chachá / la cadencia de un son / con mi guajira con tumbao / Si sientes deseos de cantar / una bella canción / canta con emoción / con mi guajira con tumbao // Antes de hablar / tú ten cuidao / con mi tumbao / ¡tumbao!”) muy presente hoy en las concordancias de la timba habanera (N.G. La Banda, Manolito y su Trabuco, Bamboleo, Paulito FG…). En Piedras y Flores (Universal Music, 2001) el vocalista Amaury Gutiérrez elucida la composición de Piloto y Vera en coloraciones de bebop: swing de inflexiones en scat de son/mambo/cubop (influencias de Orlando Guerra, Cascarita, Francisco Fellove y Amado Borcelá, Guapachá): curiosa corrida de las proporciones rítmicas de la guajira en la cartografía del jazz. La guajira-cha ha sido muy bien aprovechada por el flautista José Luis Cortés en algunas concordancias de sus propuestas bailables de N.G La Banda (“Cha Cortés”, “Charly se la llevo”, “El Indio”…). La joven vocalista de tonadas, la guantanamera Leyanis López, ha incorporado a su repertorio “Mi guajira Cha”, composición del guitarrista Israel Martínez Zapata, concebida en los meridianos de “Guajira con tumbao”. Uno de los platos fuertes del CD Así quiero vivir (Blue Jackel, 2000) de María Ochoa es, precisamente, la guajira-cha “Como estoy sufriendo” (Sergio Siava) que la trovadora de Alto Songo fusiona con muletillas de bolero santiaguero.

En Afrocubismo (World Circuit, Discos Corasón, 2010) Eliades Ochoa entromete a los músicos de Malí (Lassana Diabaté, Toumani Diabaté, Kouyate, Djelimady Tounkara, Baba Sissoko…), con sus instrumentos ancestrales (kora, balafón, tambor parlante…), en los paseos de “El vaivén de mi carreta”(Ñico Saquito), “Para los pinares se va Montoro” (Hierrezuelo/Repilado) y “Guantanamera” (Joseíto Fernández): osadas orquestaciones de guajiras sones en hojarascas y refracciones de consonancias meridionales africanas desbordadas de sandungas únicas. Disco de rara y alborozada belleza que fue nominado para el Premio Grammy (2012) de Estados Unidos.

Chico O’Farrill llevó la guajira a los espacios del latin jazz en el CD Heart of a Legend (Milestone Records, 1999) con “La verde campiña” (los solos de Paquito D’Rivera —sax alto— e Ilmar Gavilán —violín— entablan un sugestivo coloquio entre la guajira y algunos ángulos del blues). Isaac Oviedo en Rotes of Rhythm (Rounder Records, 1992) ejecuta su legendario “Engancha carretero” en figuraciones de guajira son con ensambles de yambú. El contrabajista Israel Cachao López (1918–2008) en CubaLinda (CineSon, EMI Latino, 2000) presenta “Guajira de mi corazón” totalmente bordada en consonancias de guajira/descarga/son. Papa Noel & Papi Oviedo ofrecen en Bana Congo (Tumi, 2002) frondosos juntes de progresiones ritmáticas congolesas con seguidilla, punto yayabero y guiños de joropo venezolano (“Bana Congo”, “Kin Havane” “M Bonge”, “Molino”). La “Romanza guajira” (Perico Hernández), que aparece en Caravana Cubana (Rhino, 1999) vocalizada montuneramente por Pio Leiva (1915–2006): buen ejemplo de guajira son asentida en los parámetros de la descarga cubana. El contrabajista tanguero Pablo Aslan compuso “Tanguajira” (instigadora miscelánea de tango con guajira desde configuración armónica suscrita en decididos guiños a Cachao/Arcaño: motivo melódico en los demarques del danzón y solos de Paquito D’Rivera con el clarinete que son citas de varios temas guajiros cubanos) que aparece en el fonograma Tango Jazz (Paquito Records, 2010), que grabó en conjunto con Paquito D’Rivera en Jazz At Lincoln Center. En los álbumes Rústico (Escondida Music, 2005) y Natural (Escondida Music, 2006), del guarachero Pedro Luis Ferrer, aparecen varias changüisas que son expresas mescolanzas de changüí, son y guajira. Muchos jazzista latinos han explotado empastes de la guajira en sus trabajos: John Santos, Federico Britos, Steve Turre, Conrad Herwig, Brian Lynch, Dave Valentin, Jimmy Bosch y Papo Vázquez, entre muchos más. En 40 Years of Cuban Jam Session (Messidor, 1993) el sax alto y clarinetista Paquito D’Rivera decide incluir “Guaguanjira” (Jesús Caunedo), descarga en abierto cruzamiento de guaguancó y guajira.

Estrella Acosta: una guajira en Ámsterdam

Estrella Acosta nació en La Habana y creció presenciando los guateques que su abuela armaba en su casa de San José de Los Ramos, Matanzas. Cuando cumplió 11 años su familia se muda a Texas, Austin, donde se licenció años después, en Antropología Cultural. Vivió una temporada en Ciudad México: se le podía ver en los espacios del jazz azteca interpretando música brasileña, mexicana y cubana. Su estancia en New York o Río de Janeiro ha marcado parte de su periplo musical en colaboración con el pianista Ramón Valle, el trompeta Claudio Roditi, el guitarrista Toninho Orta, el pianista Luizao Paira, el guitarrista Leonardo Amuedo, el sax tenor Craig Handy, el productor Eddy Martínez y el baterista Jimmy Branly, entre otros destacados músicos internacionales. Actualmente vive en la capital de Holanda, Ámsterdam. Se ha presentado en los festivales de Jazz de Curazao, Jazz Heineken, Jazz Mar del Norte, Zelt Musik, Dunnya Multicultural, Madison World Music, Chicago World Music… Aclamada en los prestigiosos clubes Ronnie Scott (Londres) y SOB’s (New York), en Holanda se ha convertido en referencia obligada de la música campesina cubana (Cuban country songs).

Alma Guajira (eStar Records, 2006), CD de 13 composiciones en las rondas de la música cubana en apegos y cruces de gradaciones guajiras: parranda, guajira son, guajira de salón, guajira, punto, guajira, guaracha/guajira, bolero, trova espirituana… Nominado a un Edison Award (Grammy Holandés), Alma Guajira ha sido un éxito de venta en los Países Bajos. Piquete conformado por músicos cubanos y holandeses (Pedro Luis Pardo, bajo; Armando Vidal, congas, bongos percusiones; Liber Torriente, timbales; Carlos Irarragorri, guitarra acústica, tres; Mark Alban, flauta; Jorge Martínez Galán, piano; Joe Rivera, trompeta; Jan Luc van Eendenburg, maracas; Hernando Vanin, Beatriz Aguiar, Sandra Mirabal, Estrella Acosta: coros y voz): formato orquestal de reflujos montuneros en diálogo con fragores charangueros por la presencia de la flauta trasversal y los timbales.

El convite inicia con “Guateque campesino” (“Hay guateque en el bohío / del compadre Don Ramón // Ya está en la púa el lechón / ya está llegando el gentío. / Hoy se viene abajo el bohío, / es santo de Don Ramón. // Van llegando bailadores, Compay, / por los caminos atascaos. // El bongó, el tiple y el güiro / no han cesado de tocar / porque así son los guajiros / no tienen cuando acabar. / Es costumbre campesina / desde el tiempo colonial.”), tema de Celia Romero, armonizado en visos de guasona guaracha con diapasones guajiros de insoslayable invitación bailable: las improvisaciones de Estrella Acosta, proferidas en vitales influjos soneros. “La guayabita madura” (Hevia/Pérez), “Buscando la melodía” (Marcelino Guerra), “La chamaca Rosalía” (tradicional) y “Romance guajiro” (Celia Romero) continúan en las líneas de la guaracha/guajira/son en arreglos orquestales en los que la consonancia rítmica(reflujo de chachachá en “Buscando la melodía”; tenues guiños de timba en el montuno de “Romance guajiro”; aclaratorio enlace de punto de la flauta en “La chamaca Rosalía”) sobresale por encima de las iniciativas melódicas: “Jaranero jolgorio que se manda y se zumba”, ha dicho el musicólogo Luis Tamargo.

El clásico “El amor de mi bohío” (Julio Brito) es concebido en genuino serpenteo guajiro: el fraseo delicado, agradable y acariciante de Acosta se columpia en los lenitivos y precisos acordes de una guitarra acompañante que sabe fluctuar con desenvoltura la melodía de uno de los temas más hermosos del cancionero cubano. “Mi parranda” (Jesús Hernández Corona), “Las riquezas naturales” (tradicional) y la imprescindible “El arroyo que murmura” (Jorge Anckermann), piezas abordados en los badenes y costuras de zapateo en punto de métrica de 6/8 y acompañamiento de 3/4. La transcripción de “El carretero” (Portabales): frescura incitadora que nadie puede esquivar.

“Yo soy el punto Cubano”, índice representativo de Celina González, es vocalizada por Acosta en paliativa tesitura de contralto y preciso sentido del tiempo en los ataques y entrada del bloque melódico. “Raíces”, bolero/son/guajira de la trovadora Marisela Verena, es mostrado desde limpia instrumentación en la que flauta y trompeta conversan con dibujos de chachachá y son montuno. El colofón entra en fincas sandungueras de pronunciaciones altivas: “Camina y ven”, de Siro Rodríguez —voz segunda y maracas del Trío Matamoros—, aparece en merodeos de suculenta guajira/ chagüí/son/ timba en la que los músicos cubanos y europeos despliegan sus cualidades de soneros mayores. Estrella Acosta, convincente en sus embistes montuneros; percusiones en tabaleos guaguancoseros; bongos en repiques retadores; tres en pactos changüiseros; trompeta en silbos guaracheros; contrabajo en síncopa adelantada invitando al baile. Nadie puede ser indiferente ante semejante jarana de tan colorida romería. La música cubana en itinerario por bosquejos de hirsuta broza acompasada: punto de Vueltabajo y parranda de alborozo en clave de cruces inolvidables.

“¡Camina y ven pa’ la loma / camina y ven! / Qué linda está la mañana / en esta verde pradera / cuánta belleza se encierra / en esta extensa sabana // ¡Camina y ven pa’ la loma / camina y ven! // Qué lindo es ver un sinsonte / cantando en una marea / y ver los claros del día / alumbrando el horizonte// Si preguntan dónde estoy / dile que voy pa’ la loma // ¡Camina y ven pa’ la loma / camina y ven!” Parece que hay parranda y bembé guajiro pa’ rato en las renovadas cartas de navegación de la música cubana contemporánea.


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