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Las idas y vueltas de la habanera

Partidas y vuelcos de un género que inauguró las primeras rondas de nuestra identidad musical y se ramificó hacia la canción lírica, el bolero trovadoresco, el danzón, el chachachá y el mambo

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Origen incierto el de la habanera como modalidad musical. Todo indica que su procedencia deriva de la contradanza. El Diccionario Universal de la Música (5ª Edición, 1962) le da acceso secundario y la suscribe “líneas de evolución muy interesantes entre el tango andaluz, la milonga rioplatense y el tango argentino”. El autor de Música y músicosde Latinoamérica (1947), Otto Mayer-Serra, precisa que “la habanera es una canción cubana popularizada en la segunda mitad del siglo XIX, en concordante ritmo de contradanza y sus ramificaciones, en el tango argentino, variantes rítmicas brasileñas (sobre todo la máxime, de notable semejanza con el tango) y, de manera general, en los valses, bambucos, sones y coplas de la mayoría de los países hispanoamericanos”.

Definiciones. Siglo XIX. De “La paloma” de Yradier a “La Amistad” de Saumell

“Cantares de ida y vuelta, lengua común” (El marde los deseos, Antonio García de León) latentes en la espinela de origen canario, el puntoguajiro cubano, la mejorana panameña, el zapateado jarocho de Veracruz (México), el galerón venezolano, la guajira andaluza, el paso doble español, la canción napolitana, el ragtime norteamericano (escúchese con calma cualquier cluster del pianista Jelly Morton), el vals peruano… (“En el fondo la contradanza respondía —aunque con más recato y leyes— a un mecanismo análogo a la calenda, el congó, y otras rumbas creadas por los negros mestizos de América”. Carpentier, Alejo, La música en Cuba, Edit. FCE, México, 1946).

En Cuando salí de La Habana. 1898–1997: Cien años de Música por el mundo (Fundación Musicalia, Puerto Rico, Cuarta Edición, 2001), el musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala precisa con claridad expositiva, los umbrales de este género de fuerte presencia en muchos caracteres musicales del orbe. El investigador cubano, radicado en Puerto Rico, considera que la llegada de los esclavos negros haitianos con los colonos franceses que huyen de la revolución, a la parte oriental de Cuba (Guantánamo, Baracoa, San Luis, Santiago, Nipe…) en 1791, “reaviva el uso de elementos ritmáticos procedente del África”: el cinquillo —grupo de cinco notas equivalente al conjunto normal de cuatro notas— será determinante en la conformación de la habanera: apuntes de cadencias inglesa (afluencia a través de Jamaica) y francesa se convierten en pautas esenciales de una contradanza de sensual configuración y contagioso compás (contradanza antillana, refieren algunos) que muy pronto se hace popular más allá de las fronteras de la Isla.

El Diccionario de la Real Academia Española muestra prudencia en la definición del término: “Danza propia de La Habana, que se hizo famosa también en otras partes”. Nadie niega sus orígenes africanos y el papel de la isla mayor de Las Antillas en su trasiego hasta Europa y reputación en España. En 1848, la danza cubana cantada —llamada eltengo (tango)— arrebata a los bailadores de Madrid. “En los bailes y reuniones particulares se baila deliciosamente nuestra siempre adorada danza habanera”, escribe un cubano residente en la capital española por ese período (El Faro Industrial de La Habana, referencia plasmada por Zoila Lapique, transcrita por Giró, Radamés, Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba (Edit. Letras Cubanas, 2009) –—Tomo 2— párrafo dedicado al término habanera).

El autorizado Diccionario Enciclopédico de la Música (Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 2009), coordinado por Alison Lathman, registra: “Danza cubana, posiblemente de origen africano, que tuvo fuerte arraigo popular en España. De tiempo lento, es una danza en compás de 2/4 con figura de negra con puntillo en el tiempo fuerte. En Sudamérica evolucionó posteriormente en el tango, danza similar pero de tiempo más rápido. Uno de los primeros ejemplos publicados, ‘El arreglito’, compuesto por Iradier en 1840, fue fuente de inspiración para la popular canción habanera ‘L’Amour est un oiseau rebel’ de la ópera Carmen de Bizet. Debussy, Ravel y Chabrier también escribieron habaneras en una época en la que se acostumbraba incorporar elementos del lenguaje musical español a la música francesa”. ¿Pero, quién es Iradier? En todos los documentos consultados aparece con el nombre de Sebastián Yradier (1809- 1865), músico de origen vasco, de tránsito frecuente por el puerto habanero —algunos estudiosos dudan de sus estancias en La Habana—, autor de la conocida mundialmente “La paloma”: canción preferida del emperador Maximiliano I de México (1832–1867) y de su esposa la emperatriz Carlota Amalia de México (1840–1927). A partir de los delineaciones rítmicas de Yradier aparecen otras piezas de arrolladora popularidad: “O sole mío” (Eduardo di Capua), “La bella cubana” (José White), “La bella Lola” (J. Trayter), “La caña dulce” (anónimo), “Don Gil de Alcalá” (M. Penella) y “La amistad” (Manuel Saumell), entre varias más. La Habana se convirtió a finales del Siglo XIX en la ciudad del eros: los españoles marineros y comerciantes de tránsito tropiezan con amores, desamores, encuentros, desengaños, pasiones pasajeras, despedidas tristes, reencuentros gozosos… “Yo no puedo vivir sin ti, / a La Habana he de volver / en busca de aquel amor”, reza una habanera de autor anónimo, “El regreso”.

Finales del XIX y XX: De “Tú”, de Sánchez de Fuentes, a Tango Jazz de Paquito D’Rivera/Pablo Aslan Ensemble

En 1894 irrumpe “Tú”, de Eduardo Sánchez de Fuentes (1874–1944), patrón de la canción romántica cubana (lírica y trovadoresca) con acentos de habanera. Destacan, bajo las matrices armónicas de Sánchez de Fuentes —siglo XX—, “El abanico” (E. S. de Fuentes), “Flor de Yumurí” (Jorge Anckermann), “Una mañana de abril” (Ernesto Lecuona), “Marta” (Moisés Simons), “Mariposita de primavera” (Miguel Matamoros), “Veinte años” (María Teresa Vera), “En el claro de la luna” (Silvio Rodríguez), “Siempre te vas en las tardes” (Pablo Milanés) y “Ave de madera” (Marta Valdés), entre otras. Muchos jazzistas han recreado los compases de la habanera en las libertades sincopadas de sus improvisaciones, arreglos orquestales y composiciones. La saxofonista tenor de Dinamarca, Katrine Suwalski, y su grupo Another World, en el álbum Rainbow Blues (2008), explotan compases abiertos en acento de 2/4 (“Sisters of Doubt”, “Samanta’s Dance”). Pablo Menéndez & Mezcla armoniza el tema “El médico de los pianos” (J. López Marín) en consonancias de habanera/danzón (álbum I’ll See You in Cuba, 2010). Se palpan trazas de contradanza/ habanera en “New Danzón”: Hilario Durán (piano), Horacio “El negro” Hernández (batería) y Roberto Occhipinti (bajo) —CD New danzon, 2004—; la versión que hace Bebo Valdés de “Lamento Cubano” (Eliseo Grenet) en el fonograma El arte del sabor (2001) no escapa de esos índices. José María Vitier es, posiblemente, el pianista cubano contemporáneo más apegado a las improntas de Saumell y Cervantes (escúchense las producciones Habana Secreta, 1995; Cuba dentro de un piano, 1999; Misa Cubana, 2003; Punto de Giro, 2007; Imágenes en la Memoria, 2007; Pulso de Vida, 2010) y apego armónico/rítmico de 2/4 y 6/8 en ampliada figuraciones ternarias. Mi pasión (1991), uno de los primeros trabajos del talentoso pianista Gonzalito Rubalcaba, está sustentado desde periferias de contradanza/danzón; asimismo, el arreglo que realizó de “El Cadete Constitucional”, danzón de su abuelo Jacobo Rubalcaba, —(CD Supernova, 2001)— establece articulaciones novedosas entre contradanza, habanera y danzón en junturas con el hard bop/latin jazz (una de las ejecuciones más íntegras y gozosas del jazz afrocubano contemporáneo).

El joven pianista cubano, radicado en Estados Unidos, Manuel Valera, presenta, en el disco Vientos (2007), una inspirada habanera con trazas danzoneras, “Danzón para Lisa”, de lenitiva belleza barroca. Sergio Vitier en Del Renacimiento a la Rumba (2003) muestra los apegos de su pulso guitarrístico con la contradanza/habanera/guaguancó, sobre todo en las acuciantes transcripciones de “Divertimento” (Narváez, Vitier, Menéndez), “Choros No. 1” (Villalobos/Vitier) y “Bourée” (Bach/Vitier). “Son XXI” (Enrique Ubieta), “Punto cubano” (Jesús Valdés) y “Ponle la clave” (Jesús Valdés) —composiciones pertenecientes a Live At TheVillage Vanguard (2000)— son claros modelos de disquisiciones pianísticas en los recovecos de la contradanza/habanera/son. Lo mismo sucede cuando el fundador de Irakere decide adentrarse al cosmos Lecuona y ejecuta “La Comparsa” (fonograma New Conceptions, 2003). El pianista Michel Camilo grabó, con el guitarrista flamenco Tomatito, Spain (2000): CD de refinados diapasones de habanera (“Aire de tango”, “La vacilona”, “Para Troilo y Salgan”). La traslación de “Poinciana” (Bernier/Simon) que hace Ahmad Jamal entra por momentos en las plazas armónicas de la contradanza antillana. “Waltz for Debby” —la composición de Bill Evans preferida de Bebo Valdés— tiene trazas de habanera en su pendular introito melódico. Patato Valdés y Jorge Dalto abordan “Adiós Pampa Mía” (Canaro/Mores/Pelay) en empalmes de habanera/danzón (Master Piece, 2004).

Zenaida Romeu conforma pasajes orquestales para Camerata Romeu que no soslayan los guarismos de la habanera (Cuba Mía, 2001; Bella cubana, 2001; Tampa, Habana,Oslo, 2006). Osmany Paredes estrenó en un concierto en México hace unos meses, una pieza para piano solo, “New Contradanza”, con etéreos paseos armónicos de contradanza, habanera y danzón. En Taridanzón, del álbum Sentir (2002), el pianista Omar Sosa fusiona módulos métricos yorubas con la contradanza/danzón. Atención aparte merecen algunos álbumes de Paquito D’Rivera, plenamente esbozados en el universo de la contradanza/habanera/danzón/son: Habanera (2000), The Jazz Chamber Trio (2005), Paquito D’Rivera & Chano Domínguez (2006), Funk Tango (2007), Jazz-Clazz (2010) y Tango Jazz Whit The Pablo Aslan Ensemble (2010). Escúchense con atención cuatro composiciones del saxofonista de Marianao, obras maestras del jazz afrocubano cosidas con secuencias armónicas de contradanza/habanera: “Afro”, “Alborada y son” (ambas del CD Habanera) “Contradanza” (de Jazz-Clazz) y “Bandoneón” (de Tango Jazz).

Un libro con textos de habaneras y un álbum musical adjunto

Ediciones del Prado publicó en 1996 un hermoso manual, Habaneras —compilación y estudio introductorio de Emilio Temprano— con letras de 18 composiciones de habaneras, un CD y reproducciones de dibujos al carboncillo de la Bahía de La Habana. “Un libro sobre el origen y el arraigo de las habaneras, con un variadísimo repertorio de letras completas”, escribieron los editores en la portada. Grupo de Habaneras de Sant Feliú, Ortega Monasterio/Grup Cavall Bernat, Grupo de Habaneras de Torrevieja y Grupo de Habaneras de Roses Canta son los encargados de ejecutar las piezas: “Caña Dulce”, “La paloma”, “La Bella Lola”, “El Abanico”, “Allá en La Habana”, “Mi Madre fue una Mulata”, “Habanera del Guría”, “Salió de Jamaica”, “Paloma Mensajera”, “¡Ay, Lola!”…

Elocuente cabalgata musical y textos de zalamería desbordada: “Ay, Chinita, que sí. / Ay, que dame tu amor. / Ay, que vente conmigo, Chinita, / a donde vivo yo” (“Chinita”); “Mi madre fue una mulata / y mi padre federal, / y yo teniente de una fragata / que va y viene por ultramar” (“Mi Madre fue una Mulata”); “Cuando una niña / de quince abriles / siente en La Habana / lo que es amor / con los suspiros / que da su pecho / despierta a toda / la población” (“¡Ay! Qué suspiro”); “Cuando puerto de mar / de Cuba pisé / vi a una mulatica /que con su mirar, / en triste sonrisa, / me dio a comprender / que en ella existía / el más puro penar” (“La reina del placer”); “Al río de los amores / suele enviarme mamá, / por si pesco el pez-marido / que es un besugo con frac” (“La pesca del marido”); “Paloma mensajera / cruza el ambiente, / ve y dile al amor mío / que aquí me tiene. / En el alma sintiendo grande dolor, / recordando lo mucho, ¡ay! / Que la quise yo” (“Paloma mensajera”); “Con esos ojos que tienes / Y ese modo de mirar / No es posible, chiquilla, ¡ay! / Verte con tranquilidad” (“El chin, chin, chan”); “En Cuba, la Isla hermosa / de ardiente sol, bajo su cielo azul / adorable trigueña de todas sus flores / la reina eres tú” (“Tú”); “Y una linda guachinanga, / allá voy yo, / Que se vino tras de mí, / Que sí, señor. // Si a tu ventana llega / una paloma, / trátala con cariño que es mi persona…” (“La paloma”)… Muestrario de una lírica en el que la picardía guasona, los brotes del deseo, la añoranza y la plegaria amorosa juegan un papel clave.

Hay una placa, Habaneras de Ayer y Hoy. Habaneando (Bis Music, 2000), de Gonzalo Rei/ Banda Brava con un ramillete de 12 plácidas habaneras: principia con la clásica “La Paloma” de Yradier, hace un recorrido por el XIX (“Salió de Jamaica”, “Yo le diré”, “El Meu Avi”, “La Isla”…) hasta desembocar en las ramblas de “Veinte Años”, de María Teresa Vera, y una traslación al cosmos de la habanera de la canción “Un viejo amor” (“Por unos ojazos negros / igual que penas de amores, / hace tiempo tuve anhelos / alegrías y sinsabores / Que un viejo amor / ni se olvida ni se deja…”) del mexicano Alfonso Esparza Oteo. Uno de los pocos álbumes editados en la Cuba de hoy con piezas de habaneras: la empresa licorera estatal Habana Club lo obsequia a los turistas europeos que visitan Playa de Varadero o a aquellos que compran, en las boutiques de los hoteles habaneros, una botella de Ron Habana Club.

Partidas y vuelcos de un género que inauguró las primeras rondas de nuestra identidad musical y se ramificó hacia la canción lírica, el bolero trovadoresco, el danzón, el chachachá y el mambo. “Cuando salí de La Habana, / ¡Válgame Dios!”, escribió Yradier en “La Paloma”, la habanera que puede considerarse el primer sencillo (hit) de la música popular cubana que ocupó primeros lugares en el top ten internacional de los años 60 del siglo XIX.


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