Actualizado: 18/04/2024 23:36
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Opinión, Cultura

Los sueños necesarios

En El ánimo animal, Reinaldo García Ramos ha reunido un conjunto de fábulas en prosa y en verso que conjugan sensibilidad, inteligencia e imaginación

Enviar Imprimir

De acuerdo al Diccionario de términos literarios que tengo a mano, la palabra fábula encierra una fuerte polisemia. Eso quiere decir que es difícil dar una definición precisa y puntual de la misma, pues son variadas y diferentes las interpretaciones que puede recibir. No obstante, los autores de ese sesudo libro apuntan que se trata de una composición literaria breve, generalmente en verso y con personajes alegóricos, animales en muchos casos, y de cuyo relato se desprende una enseñanza moral. Fábula se emplea también para designar los mitos, leyendas y tradiciones más o menos fantásticas enraizadas en la cultura de los pueblos. Ése es, por ejemplo, el valor que le da Luis de Góngora en su Fábula de Polifemo y Galatea. A partir de los formalistas rusos, el término pasó a estar ligado a la narrativa y se emplea para aludir al conjunto de materiales sobre los que se construye la intriga.

De varias de esas características participa El ánimo animal (Bluebird Editions, Coral Gables, 2008), el más reciente libro publicado por Reinaldo García Ramos. En primer lugar, lo integran treinta y cinco composiciones breves (ninguna pasa de la página y algunas ni siquiera de un par de líneas). Asimismo todas están protagonizadas por animales, y varios de ellos tienen cabida si no en los manuales de zoología fantástica, por lo menos en aquellos que se ocupan de catalogar y reunir los seres imaginarios (ahí deben incluirse la gallinita ciega, la pajarita de papel, el conejo de la suerte). El propio autor además las inscribe en ese género literario en la nota que aparece en las primeras páginas: "Las fábulas en prosa fueron escritas en La Habana durante el verano de 1975 y se agruparon en un cuaderno que tenía este mismo título, El ánimo animal. Ese cuaderno nunca se publicó.// Casi 30 años después, entre febrero de 2004 y febrero de 2005, escribí el resto de los textos del presente libro. Esto ocurrió en Miami Beach, donde ahora resido".

Sin embargo, desde los primeros textos se advierte que en El ánimo animal se prescinde del propósito didáctico que hallamos en las fábulas de Esopo, La Fontaine, Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego. En las de García Ramos, en cambio, la moraleja está ausente. A modo de ejemplo, reproduzco la "Conversación entre dos animales metafóricos": "Una vez se encontraron la gallinita ciega y una pajarita de papel:// -¡Dime dónde estoy! ¡Que esos gallos del corral, tan celosos, me han vendado los ojos para que no mire al pavorreal!// -¡Yo sólo soy una pajarita de papel! Si me cae encima un aguacero estoy perdida: ¡tengo que estar alerta a los truenos, para echarme a temblar!". Aquí, como se puede advertir, nos hallamos en el ámbito de la imaginación poética en su estado puro. Y si a los animales les ha sido dada la capacidad de hablar, no es para que aleccionen, informen o traten de mejorar al lector.

Creador de una significativa producción poética, en El ánimo animal García Ramos no se desvía de sus convicciones literarias. Pero aquí su escritura muestra una clara voluntad de transparencia, fluidez y accesibilidad. Recuerdo que la primera vez que me acerqué al libro objeto de estas líneas pensé que se trataba de la primera incursión de su autor en la literatura para niños. Incluso no me extrañaría que en algunas bibliotecas lo catalogaran como tal y lo incorporaran a esa sección. Con ello, no obstante, los niños saldrían beneficiados, pues estoy seguro de que han de disfrutar este conciso extracto de sensibilidad, ternura, inteligencia e imaginación, y concluirán su lectura con un sentimiento de gratitud.

Reivindicación de la capacidad de soñar

Hay una fábula que, en mi opinión, sintetiza bien el espíritu del libro. Me refiero a "Los sueños necesarios". El título mismo ya es casi una declaración de principios. He aquí su texto: "Los calamares soñaron que su tinta ya no era negra, sino azul cuando se enamoraban y roja cuando no encontraban alimento.// El ciempiés soñó que se cruzaba de brazos.// El saltamontes soñó que estaba dando uno de sus saltos más hermosos, y que tropezaba en el aire con un torpe canguro que venía en sentido contrario.// El pato soñó que el agua no existía, o que no había empezado a existir todavía de la manera en que él la prefería.// El ratón soñó que se comía la luna, como siempre". Se reivindica y legitimiza, pues, la capacidad de soñar, algo que Borges consideraba como la actividad estética más antigua.

Acogiéndose a esa libertad imaginativa, García Ramos desarrolla un puñado de textos construidos con una admirable economía. Así, es capaz de crear una historia de amour fou entre un cocuyo y una cucaracha. Propone un par de versiones para explicar por qué las víboras, que habían sido unos reptiles aburridísimos que se pasaban la vida mirando el mar y se alimentaban de legumbres y flores silvestres, pasaron a ser animales venenosos. O bien recrea la transformación inversa: una araña rejuvenece notablemente cuando se da cuenta de que eso de mantener su tela colgando, con el prosaico fin de alimentarse, es algo demasiado público e ingenuo. Empieza entonces a vivir entre las flores y "a envolverse en sus pétalos durante la noche, para dormir en la frescura de ese abrigo, en el perfume". Y sin ánimo de referirme a todas, quiero, en fin, llamar la atención sobre la sobriedad reflexiva presente en páginas tan encantadoras como "Algunos animales aspiraban a transformarse", "Se interrogan sobre su razón de ser", "El mayor placer" y "Misión oculta de algunos animales".

Libro original, fresco y sugerente, El ánimo animal está tamizado por un humor delicado y amable, que sólo se exterioriza de un modo más manifiesto en "Cotorra insoportable". Visualmente se beneficia además con una buena edición, a la que mucho contribuyen las hermosas ilustraciones de Justo Luis, de trazo elegante y delicado, y que constituyen un aliciente adicional para disfrutar su lectura. En resumen, un acierto.