Perdedores hermosos

El finés Aki Kaurismaki es uno de los directores más interesantes del cine en los últimos cuarenta años. Comenzó a darse a conocer internacionalmente en 1987 con su adaptación de Crimen y castigo, donde en la actual Helsinki, un trabajador de un matadero comete un asesinato. En 1989 realizó Leningrad Cowboys Go America, una comedia en la cual una banda finesa, que viven en la tundra, que tocan polka y no le interesan a nadie, cambian, con sus exagerados pompadours, a tocar un rock estepario y salen a buscar fortuna a Estados Unidos, donde contratan a un agente con ideas de tocar en Yankee Stadium y lo mejor que les consigue es que toquen en una boda en México con la condición de que se paguen su viaje y por el camino tocan en los peores tugurios americanos. Toda su obra se centra en perdedores o individuos insignificantes para el conjunto de la sociedad.

En junio de 2023, la organización Informe Mundial De la Felicidad, eligió a Finlandia el país más feliz del mundo. Nadie lo diría viendo los filmes de Kaurismaki y el propio realizador se mudó a Portugal hace unos años, ya que dice que no le queda una esquina en Helsinki donde poner la cámara. Sin embargo, ha seguido filmando en Helsinki casi todos sus filmes.

Su obra más reciente, Fallen Leaves, trata sobre el romance entre dos perdedores. Ansa, una mujer que hace cualquier tipo de trabajo por muy duro que sea, pero de esos que no llevan a ningún parte, conoce a Holappa, un alcohólico que pierde trabajo tras trabajo, casi todos en la construcción, por su incontrolable adicción, en un bar de karaoke. Luego se dan cita para ir a una cinemateca, en la cual todos lo personajes que entran parecen también ser perdedores, para ver The Dead Don’t Die, de Jim Jarmusch, uno de los cineastas que más admira Kaurismaki. A la salida, Ansa le da su teléfono a Holappa escrito en un papel y este, casi inmediatamente lo pierde.

Tras muchas peripecias, se rencuentran y quedan en cenar en casa de Ansa. La cena y sus preparativos están llenos de gran ironía. Durante la cena, Holappa se queja de que el vaso de vino espumante que ella le ofrece es muy pequeño y busca su caneca con otro tipo de alcohol. Ansa no quiere saber de borrachos y lo expulsa de su pequeño apartamento. Ambos se atraen, pero Holappa debe cambiar para que Ansa lo reciba. Vuelven a verse en pantalla sus vidas paralelas y el dolor de ambos. Tras varias desgracias, Holappa decide dejar el alcohol y vuelve a reunirse con Ansa. En medio de todo esto aparecen varios personajes secundarios que ensalzan la trama y que tienen sus propios rasgos.

Parece una historia de amor sencilla y trillada, pero lo interesante de este filme es cómo lo narra Kaurismaki. Los personajes actúan con deadpan, con un estilo que mezcla a Buster Keaton con Robert Bresson (otro de los directores favoritos de Kaurismaki). Y la trama está contada sin melodramatismo con sequedad pero con un gran sentido de la ironía y en tono bajo de comedia. Los personajes carecen de expresividad externa y viven constantemente reprimidos. Aquí hay una crítica no muy solapada de la sociedad feliz. Pero Kaurismaki no toca el tema con paternalismo. Estos perdedores no merecen compasión, a la larga merecen nuestro respeto. Kaurismaki no busca la grandeza en lo pequeño, sino que muestra lo pequeños que somos todos, no importa nuestra posición social.

En el filme, los personajes oyen la radio constantemente y recibe las noticias diarias de la guerra de Ucrania, para lo que solamente muestran apatía. Lo macro no le importa a lo micro.

En sus filmes, Kaurismaki impone un estilo sobre sus actores, lo cual no es un defecto. Tanto Alma Poysti (Helsinki, 1981) en su papel de Ansa, como Jussi Vatanen (Sonkajarvi, Finlandia, 1978) como Holappa, cumplen a la perfección los requerimientos del estilo de Kaurismaki.

La fotografía del también finés Timo Salminen, quien ha trabajado anteriormente en varias de las obras de Kaurismaki, se ajusta perfectamente a las estrictas exigencias del director, Los colores son de poco brillo y poco contraste, resaltando el estado de ánimo de los personajes. Como en muchos filmes de Kaurismaki, el momento en que los hechos suceden es a veces indefinible. No aparecen computadoras, ni celulares ni tabletas, aunque los exteriores se noten actuales. Quizá también sea su forma de decir lo poco que la tecnología alcanza a las clases bajas.

El filme se ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes de 2023. Ganó también el premio del festival de San Sebastián, y el de los National Board of Review y National Society of Film Critics de los Estados Unidos.

Fallen Leaves es un filme crudo, pero no necesariamente pesimista. Es una mera exposición del ser humano con sus grandezas y pequeñeces.

Fallen Leaves (Finlandia/Alemania, 2023). Guion y dirección: Aki Kaurismaki. Dirección de fotografía: Timo Salminen. Con: Alma Poysti y Jussi Vatanen. De estreno limitado en todas las ciudades de Estados Unidos.

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