Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Triste tierra

Breve historia de Cuba, de Jaime Suchlicki.

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"Triste tierra, como tierra tiranizada y de señorío", escribió Miguel Velásquez en el siglo XVI. Esta lacónica pero expresiva sentencia pudiera presidir toda la historia de Cuba. Leyendo la excelente Breve historia de Cuba (Los Ángeles, EE UU, Pureplay Press, 2006, 356 pp.), de Jaime Suchlicki, evocaba a menudo aquella frase del insulano santiaguero. Ya esa frase fue redescubierta por Cintio Vitier al hacerla presidir su apasionado y polémico libro Ese sol del mundo moral. Para una historia de la eticidad cubana, sólo que este es un ensayo histórico, y el de Suchlicki es una concentrada y documentada historia.

Mientras el de Vitier culmina con el jubiloso triunfo de la Revolución Cubana, como si la Historia misma se detuviera allí, a pesar de haber sido escrito en 1975, el de Suchlicki llega hasta el siglo XXI y va tornándose más prolijo a medida que se acerca en el tiempo, de manera que el lector puede hacer una lectura cercana de la historia de Cuba.

Si el libro de Vitier parece responder a una definitiva apoteosis ética, poética e histórica, con el arribo de un evento que recuerda el eterno estado prusiano hegeliano, este otro deja abierta su especulación histórica, la cual se confunde con nuestras propias vidas. Un proceso que se cierra, por un lado, y otro que se abre a un presente y un futuro desconocidos pero no ciertamente extraños.

Creo que esto último será lo que más agradecerá el lector. En este sentido, aunque el primero cuenta con una excelente prosa de aliento literario y hasta con una progresión apocalíptica (en su sentido religioso positivo), el segundo, sin dejar hacer historia, se adueña en sus últimos capítulos de una inevitable condición ensayística por especulativa. Trascendente pero metafísico (por unilateral) el primero, inmanente pero dialéctico el segundo.

Esa progresión dialéctica se comprueba cuando notamos que los primeros cuatro capítulos (I. La nueva tierra y sus pobladores, II. La llegada de los españoles, III. La nueva colonia y IV. El reto europeo) discurren desde 1492 hasta fines del siglo XVIII; los tres que siguen (V. El reinado del azúcar, VI. El siglo de oro y VII. La colonia se rebela) se centran en el siglo XIX; los otros cuatro (VIII. La República bajo la Enmienda Platt, IX. La revolución "frustrada", X. El fracaso del reformismo y XI. El batistato), en la República, y, final pero muy significativamente, los seis últimos (XII. La revolución de Castro, XIII. La revolución institucionalizada, XIV. Nuevo mundo, viejo líder, XV. Años de crisis, XVI. ¿Prepararse para qué? y XVII. Después de los Castro) se demoran en la llamada Revolución Cubana —y digo llamada, porque después de su inicial irrupción, el término revolución, como sucedió también, por ejemplo, con la mexicana, se ha continuado empleando para abarcar acontecimientos históricos que ya no se corresponden con ese término en sus acepciones geométrica y astrofísica; pues incluso en su acepción de transformación, acaso la más legítima, habría que convenir que dicha transformación se realiza para acceder a un inmovilismo que hace obsoleta su común interpretación dinámica, utópica y abierta, a no ser que se contemple la acepción de ruina como imagen final del sentido de una revolución.

Un libro para repensar nuestra historia

El libro se cierra con una muy útil Cronología 1492-2005; una suerte de bibliografía general, titulada Otras lecturas —donde, por cierto, se extrañan, entre otros, los aportes al ensayo histórico de Manuel Moreno Fraginals ( El ingenio y Cuba/España. España/Cuba), y hasta un librito tan interesante como Historia y estilo, de Jorge Mañach—, y, finalmente, un orientador Índice de términos.

Acaso, si algo se echa de menos, es la imbricación en su historia de eventos significativos de carácter histórico y cultural. Por ejemplo, destierro de Heredia; fusilamiento de Plácido y Juan Clemente Zenea, Revista Avance y Grupo Minorista, la reunión en la Biblioteca Nacional conocida como "Palabras a los intelectuales", caso Padilla, Primer Congreso de Educación y Cultura de 1971, y así en sentido general en todo el libro.

Creo que la atención a este tipo de hechos, algunos de profundas repercusiones históricas, conferiría al libro una mayor resonancia, y no desterraría importantes hechos culturales de la historia de Cuba. Más sorprendente aun es la olvidada manifestación del 5 de agosto de 1994 en el malecón habanero. Pero todas estas ausencias u olvidos, seguramente involuntarios y explicables en un libro de esta naturaleza, son por lo demás de muy fácil rectificación.

Acaso la virtud mayor de esta Breve historia de Cuba sea su accesibilidad a todo tipo de lector, desde el más erudito, el especialista, hasta al lector común o autodidacta; tanto cubano como extranjero. Con una prosa, digamos, funcional o instrumental, propia de la expresión historiográfica; sencilla pero pertinente; desprovista de todo andamiaje erudito pero ajustada a su intención primordial: historiar un proceso a través de sus eventos esenciales, Suchlicki ha escrito un libro muy útil y perdurable.

Sorprende también por su vocación de objetividad, por su saludable ausencia de tendencia ideológica manifiesta. Sólo hacia su final, por la inevitable (y valiente) cercanía temporal, la historia se hace más especulativa. Pero acaso esto sea lo que confiere al libro una lectura contemporánea más apetecible. Porque parece sugerir que todo ese proceso descrito carecería de sentido si no se lo dota de una continuación que, a la vez que aprenda de las inexorables lecciones del pasado, pueda desenvolverse en un futuro (presente venidero) "con todos y para el bien de todos".

Su autor, Jaime Suchlicki, profesor actualmente de Historia y Estudios Internacionales en la Cátedra Emilio Bacardí Moreau, y director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos de la Universidad de Miami, ha escrito una obra de indispensable y familiar consulta para todo tipo de público, con una funcional y dinámica sencillez que es tal vez su mayor sabiduría. Un libro para atesorar y releer en casa. Un libro, sobre todo, que nos hace pensar y repensar nuestra historia para tratar de descubrir nuestro familiar pero misterioso rostro.