Cinco muertos, entre ellos tres niños, deja un ataque con misiles de las FARC
Cinco personas murieron, entre ellas tres niños, por un ataque de las FARC, con misiles de fabricación casera, contra un cuartel de la policía de un pueblo del suroeste de Colombia, informaron el miércoles autoridades, según Reuters.
En el ataque, perpetrado el martes al puesto de policía del municipio de Roberto Payán, en el departamento de Nariño, y atribuido por el gobierno a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), murieron tres niños de 8, 11 y 12 años, mientras que 12 personas más resultaron heridas.
Dos de los heridos murieron en la madrugada del miércoles en el hospital de la ciudad de Tumaco, donde recibían atención médica, dijo el comandante de la policía en el departamento de Nariño, coronel William Montezuma.
El oficial afirmó que los efectivos de las FARC dispararon cilindros de gas repletos de explosivos contra el cuartel de la policía, pero que los artefactos se desviaron y alcanzaron a los civiles.
El ataque se produjo mientras se espera que la organización ilegal armada cumpla con su promesa de liberar a seis rehenes de un grupo de 28 personas secuestradas por motivos políticos, que busca intercambiar con el Gobierno por 500 insurgentes presos.
"Mientras posan de humanitarios y ofrecen liberaciones, al mismo tiempo desatan sus acciones de terror en contra del pueblo colombiano y, en este caso, contra indefensos niños", dijo el ministro del Interior, Fabio Valencia.
La zona donde se produjo el ataque está ubicada en el Litoral Pacífico de Colombia, una región estratégica para el tráfico de armas y de drogas, según fuentes de seguridad.
Los ataques con explosivos y artefactos no convencionales son frecuentes en medio del conflicto interno de más de cuatro décadas que azota a Colombia y que cobra miles de vidas.
Sin embargo, este tipo de ataque se ha reducido considerablemente en los últimos años por una ofensiva militar que lidera el presidente Álvaro Uribe, apoyado por Estados Unidos, que obligó a la guerrilla a un repliegue estratégico a apartadas zonas montañosas y selváticas.
La ofensiva y el aumento del número de efectivos del Ejército y de la Policía también han permitido reducir los asesinatos, las masacres y los secuestros.
Pero las FARC aún mantienen su capacidad de realizar ataques contra el Ejército y la población civil, sobre todo en lejanas áreas selváticas y montañosas, claves para la producción y el tráfico de drogas, según analistas.
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