Blindaje en el club de los violadores
La Habana y los gobiernos de peor trayectoria en derechos humanos se unen en Ginebra para evitar ser escrutados.
El análisis sobre la situación de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (CDH) ha puesto en evidencia el "encantamiento" de los países miembros del Movimiento de los No Alineados con la presidencia de la Isla.
Esto refleja la tónica que mantendrán dichos países, miembros del Consejo, durante los cuatro años que dure el liderazgo cubano en el NOAL, movimiento que parecía sucumbir a principios de la década de los años noventa —tras la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del bloque socialista.
La actuación ante el informe de la representante personal del Alto Comisionado de Derechos Humanos para Cuba, Christine Chanet, también podría ser un avance de una eventual posición de conjunto para propiciar en el seno del CDH una votación que pida el abandono del mecanismo de relatores especiales por países, y en consecuencia, el mandato sobre la Isla, o tan sólo el cese de Chanet.
Sin embargo, todo depende de los diversos enroques en curso, en el ámbito de las negociaciones, para conformar la estructura definitiva y las prioridades del Consejo, en el que varios de los No Alineados están sometidos a mecanismos de control, como es el caso de Cuba.
Reacción en cadena
La representante Chanet, al presentar el martes pasado su cuarto informe, tal vez no esperaba una reacción en cadena de más de una veintena de países No Alineados, que con su rechazo escenificaron la primera gran demostración de politización del aún semiestructurado Consejo de Derechos Humanos. La Habana ha sido favorecida por la misma "politización" que ha denunciado su delegación oficial —durante los 17 años que estuvo sometida al escrutinio de la ya desaparecida Comisión de Derechos Humanos, y a sus 15 resoluciones condenatorias—, para enfrentar lo que ha denominado "maniobras norteamericanas" contra la Isla.
De ahí que algunos observadores comenten que de efectuarse ahora mismo una votación para levantar el mandato de la relatoría sobre Cuba, y se adoptase la decisión por mayoría simple, el resultado favorecería a la dictadura cubana.
La tónica de las intervenciones de países como China, Argelia, Ecuador, Corea del Norte, Siria, Sudán, Irán, Venezuela, Libia, Angola, Bolivia y Zimbabwe, entre otros, no apuntaba precisamente a destruir el informe de la jurista francesa Chanet, sino a la validez del mecanismo de relatores por países —y como consecuencia, su mandato—, cuya supresión están pidiendo.
Sin duda, el escenario había sido meticulosamente preparado, tanto, que llamó la atención la referencia hecha por una delegación asiática a la actuación de soldados cubanos en las contiendas "internacionalistas" en el cono sur africano, concretamente en Cuito-Cuanavale, en Angola.
Las declaraciones estuvieron encaminadas a crear un ambiente de oposición a la permanencia en el Consejo de las relatorías por países, porque, como expusiera el delegado argelino, "se han adoptado mandatos sin la aceptación de los países concernidos". Ahora bien, habría que preguntarse qué país concernido estaría satisfecho de que se le asignara un experto para que investigase sobre violaciones de derechos humanos en su propia casa.
La cuestión de la herencia de este mecanismo especial, que viene de la desaparecida Comisión, es no sólo uno de los puntos de discordia en el proceso conocido como "Institutional-Building" del Consejo, sino de las diferencias sustanciales Norte-Sur entre su membresía.
La alternativa sería, según expertos, dimensionar la idea del análisis periódico global de la situación de derechos humanos, como parte del andamiaje institucional del Consejo, en el cual faltan muchas horas de discusiones.
Evitar un premio a La Habana
Concretamente en el caso de Cuba, la representante Chanet está convencida —y así lo dijo a Encuentro en la Red— de que la negativa de las autoridades de La Habana a cooperar con el mandato que recibió de la Comisión en 2003 ha provocado un total impasse. Más aún, ha intentado bloquear su ejercicio.
Christine Chanet, sin embargo, considera que este órgano no puede permitirse el lujo de premiar a un Estado miembro, como Cuba, por no cooperar con los mecanismos especiales, o por escudarse en que no se somete a análisis por no haber firmado determinados Pactos Internacionales que, como el de Derechos Civiles y Políticos, están en la piedra angular del sistema de derechos humanos de la ONU.
En el fondo, esto significa que no se puede juzgar a los demás y evadir ser sometido a escrutinio. Y Chanet considera que si La Habana mantiene esa posición, el problema seguirá latente, en un circulo vicioso.
De otra parte, hay expertos que estiman que el levantamiento de las relatorías por países, deficientes o politizadas, daría margen a interpretar que el Consejo da la espalda a las víctimas de violaciones y da pie para que determinados países sigan violando los derechos humanos.
En cuanto a una eventual mejoría de la situación de los derechos humanos en la Isla, Christine Chanet considera que no ha habido ninguna, pero tampoco una agravación de la situación en los últimos meses.
A la obligada pregunta del vínculo entre esta situación y el traspaso "temporal" de poderes a Raúl Castro, la jurista declinó hacer valoraciones: "No conozco los misterios, y cuando uno no conoce los misterios, no se puede pronunciar".
'No obedezco a ningún esquema'
La experta francesa persiste en su tesis de que "la tensión entre Cuba y Estados Unidos crea un clima poco propicio para el desarrollo de las libertades de expresión y de reunión", según ha reflejado en su informe y comentó a Encuentro en la Red.
Sostiene también su convicción del impacto negativo del embargo norteamericano sobre determinados derechos económicos y sociales, punto candente sobre el cual las dos partes involucradas tienen percepciones totalmente discordantes y harto conocidas.
Lo interesante en esta ocasión ha sido la declaración que Chanet ha hecho a Encuentro en la Red. Al comentar lo dicho por la delegación cubana de que "la imagen que estaba proyectando en su informe correspondía a la de intereses multinacionales", la jurista añadió: "En todo caso, lo único que veo es que el representante de Estados Unidos ha dicho que no estaba de acuerdo conmigo en el tema del embargo, lo que prueba que yo no obedezco a ninguno de esos esquemas".
Para concluir, la representante del Alto Comisionado para Cuba afirma que hay que seguir vigilantes en cuanto a la situación en la Isla, atentos a determinados movimientos internacionales, como el diálogo con España y las posiciones de la Unión Europea, porque "hay que aprovechar todas las oportunidades para que Cuba se abra hacia esas dos vertientes".
© cubaencuentro.com