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Asamblea, Presidencia, Gobierno

Ejercicios para la galería (externa) e indiferencia total (interna) II

Como “ficción sobre un país que no existe” definió Raúl Rivero al periodismo en Cuba, esa frase es aplicable a todo, particularmente en la política

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Exceptuando a la Mogherini y a Borrell[1], cuya complacencia con el régimen cubano la explicó Quevedo en su letrilla “Poderoso caballero es Don Dinero”, pues su tarea con respecto a Cuba es asegurar el pago de las deudas odiosas[2] del régimen, en efectivo o en concesiones onerosas, según las posibilidades. Descontando a ambos personajes la repetición de las puestas en escena —recordar a Goebbels— logra que muchísimas personas, incluso críticas del régimen y miembros de la oposición las crean, al menos parcialmente.

En reciente artículo el economista Carmelo Mesa Lago, que habitualmente realiza agudos análisis sobre la realidad cubana partiendo de las magras y muchas veces dudosas estadísticas oficiales del régimen se refería positivamente al nuevo estilo del presidente designado (para dos períodos) sin tomar en consideración que las versiones editadas para el público de los recorridos y reuniones del equipo ministerial transcurren en una armonía insólita. Recordar que Martí advirtió que “entre las castas resultantes de un poder amplia y prolongadamente ejercido se crean intereses (…). Las castas se hombrean unas a otras”[3].

Sin llegar a los extremos de la Convención durante la Revolución Francesa, donde junto con la discusión se perdía la cabeza, o las innumerables guerras civiles mexicanas, donde el general derrotado era ipso facto fusilado, resulta imposible que una reunión donde se debatan temas tan complejos como los correspondientes a la situación socioeconómica cubana transcurra sin contradicciones y diferencias de opinión vehementemente expresadas. En realidad, desde un mes antes de la “visita” ministerial los integrantes de la burocracia “cuadran la caja” y observan las visitas previas para ver de dónde sopla el viento. Resultado: una puesta en escena ensayada, acorde con la premonición martiana antes citada.

Los siguientes fragmentos que comento se corresponden con un artículo “Diputados seleccionarán nuevo presidente de Cuba: qué esperar de esta votación” (por Nora Gámez Torres, El Nuevo Herald, 8 de octubre de 2019)[4]:

“El sistema político socialista instaurado en la isla desde hace seis décadas no permite el voto directo para elegir al presidente. Los ciudadanos solo pueden elegir al diputado que los representa según una división territorial”. Realmente los ciudadanos no eligen a los diputados, se les presenta una lista cerrada sin más opciones. En muchos países la elección del jefe de gobierno o de Estado no es directa, pero cuando surge de parlamentos multipartidistas o como en el caso de Estados Unidos, donde los electores representan los Estados componentes de la Unión, ahí existen procesos democráticos, no es el caso de Cuba.

“Luego la Asamblea da su aprobación a los candidatos seleccionados por el Partido Comunista y las altas esferas del gobierno para ocupar algunos cargos de dirección del país”. La dirección del partido comunista y las altas esferas del gobierno son lo mismo, los integrantes del buró político y del consejo de estado coinciden, quizás con alguna excepción temporal. La aprobación suele ser unánime pues los diputados son designados por quién designa entre ellos a los designados para todos los cargos de responsabilidad gubernamental. Y disculpen la redundancia.

“Este sistema fue el que llevó a Miguel Díaz-Canel a suceder a Raúl Castro en abril de 2018 —como presidente del Consejo de Estado y jefe de gobierno— como único candidato y sin haber sido elegido directamente por la mayoría de votantes”. En realidad, se puede ser presidente del país con la mitad de los votos válidos de un territorio, es decir, unos pocos miles de ciudadanos entre ocho millones de votantes, según la constitución vigente.

En resumen, los hechos y nombres solo se anuncian y aprueban (unánimemente) en la asamblea, todas las decisiones están tomadas, algunas desde hace meses o años, para quien los dude cito al Gran Designador, que describió el proceso con insólita sinceridad solo posible en el bolchevique más viejo de América —según auto descripción— que considera el menos democrático de los procesos políticos, la dictadura del proletariado, como su ideal, solo que bautizada como “democracia socialista” y es que ambos términos, República y Democracia no son lo mismo ni llevan apellido, son o no son:

“Cuando él cumpla sus dos mandatos, si trabaja bien, y así lo aprueban el Comité Central de nuestro Partido y el órgano supremo del poder del Estado, que es esta Asamblea de la que formamos parte, él debe mantenerse. Lo mismo que estamos haciendo ahora, él tiene que mantenerlo con su sustituto. Terminando sus 10 años de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, los tres que le quedan, hasta el Congreso, se queda como Primer Secretario (del partido) para viabilizar el tránsito seguro y ahorrándonos aprendizajes del sustituto (…)”.[5]

Falta por ver lo que sucederá cuando falte el boss. Los multi estrellados generales que toman el mando como Jefes de los Consejos de Defensa nacional y en las tres “Regiones Estratégicas” en que dividen el País en caso de emergencia y que tienen no sólo las armas, sino más del 50 % de la economía, donde los organismos estatales (Ministerios, Contraloría, Fiscalía, Tribunales) no pueden entrar ni de visita. Para estos militares la lealtad es cosa personal y muy probablemente vean al designado como el águila al posarse en una cima y encontrar una serpiente:

—¿Cómo llegaste aquí?

—Arrastrándome.


[1] Federica Mogherini y Josep Borrell, Altos representantes de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, saliente y entrante.

[2]Deuda odiosa, es la teoría jurídica, puesta en práctica numerosas veces y en Cuba con la contraída por España rechazada al fundarse la República en 1902 Sostiene que la deuda externa de un gobierno contraída contra los intereses de los ciudadanos del país no tiene por qué ser pagada ya que los prestatarios habrían actuado a sabiendas y por tanto dichas obligaciones son nulas. En todo caso, tales deudas podrían considerarse personales debiendo responder quienes las hayan contraído. (Toussaint, E. “La deuda odiosa según Alexander Sack y según el CADTM”, 2016).

[3] José Martí, Obras Completas, Edición Digital, t 9, pág. 340.

[4] En este punto quiero aclarar que no deseo discrepar con dos personas muy informadas que realizan análisis objetivos y acertados, solo señalo aspectos que resultan engañosos.

[5] Raúl Castro el 18 de abril de 2018 al presentar al designado para sustituirlo como presidente de los consejos de Estado y de ministros (por dos períodos).


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