Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

«El hambre colapsó la paciencia»

Un testigo de la protesta popular de agosto de 1994 cuenta cómo vivió los sucesos en La Habana.

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Un cubano que hoy vive en Chile, ex militante del PCC y testigo de la protesta popular que en agosto de 1994 unos conocerían como el "Maleconazo" y otros como "el Habanazo", conversó con Encuentro en la Red. Antes, sin embargo, puso condiciones. Accedería a contar sus recuerdos si se le mantenía en el anonimato, sólo abordaría la realidad que vivió y no emitiría opiniones políticas salvo las que emanaran obviamente de los hechos.

Hay muchas versiones sobre cómo se inició la protesta. ¿Tiene idea sobre sus primeros momentos?

Creo que nadie sabe cómo se formó aquello. Lo único que te puedo decir es mi experiencia, lo que yo viví. Y esto a partir de que era vecino de una de las cuadras que estuvo en el centro de los acontecimientos. Recuerdo que una tarde llegaba del trabajo junto con el compañero que me traía en auto. En la esquina en que el Malecón se junta con el Parque Maceo, nos llamó mucho la atención que un general de división del Ministerio del Interior estuviera desviando el tránsito hacia San Lázaro, y cerrándolo al Malecón, en dirección al Morro.

Después que nos metimos por San Lázaro, teníamos que acercarnos a la zona del conflicto sin saber que existía tal conflicto. En el ambiente, sin embargo, había algo raro. En la calle San Lázaro estaba la gente en la puerta de las casas. Todo el mundo a la expectativa. Algo estaba pasando y no era bueno, pero no sabíamos qué era en realidad.

A medida que me acercaba a mi casa, me fui dando cuenta de que el problema tenía el centro prácticamente a cien metros de donde yo vivía. Ya iba a pie, pues me bajé tres cuadras antes para evitar poner en peligro a mi amigo, que podía ser agredido dentro del auto.

Según presuntos testigos, la protesta ocupó casi todo Centro Habana.

Yo te cuento lo que vi.

Había una masa tremenda en la misma esquina de Galiano con Trocadero, a unos metros escasos del hotel Deauville. Este conglomerado estaba gritando cosas contra la revolución, por ejemplo, gritaban "Libertad", "Libertad", "Libertad", "Abajo Fidel" y otras cosas. Carro patrullero que se acercara… desde las azoteas y balcones de las casas les tiraban piedras y botellas. Quiero decirte que no solamente era el enorme grupo de gente en la calle. Los vecinos de los alrededores participaban, y con carácter protagónico.

¿Algún suceso puntual?

En la cuadra de mi casa vi cómo corretearon a un policía. Primero le quitaron los zapatos, y luego la gorra, la pistola y poco menos que lo arrastran. Hubo que intervenir para que no fueran a golpearlo de gravedad y matarlo. No tenía ningún sentido que hicieran eso.

Fueron los mismos vecinos los que intervinieron, pero tampoco puede decirse que hicieron frente a las personas que estaban persiguiendo al policía. Simplemente evitaron que el mal fuera mayor, y lo metieron en una casa. Pensaron quizá que estas revueltas se prestan para venganzas personales o de otra índole.

Conclusión: había pasado una hora y se mantenía el escándalo, la gritería, la violencia. Era un acto al que se iba sumando gente. Te repito que en medio de todo aquello seguían llenos balcones y azoteas, esperando para ver en qué acababa.

Esta espera para observar qué pasaría, ¿indicaba falta de organización, de liderazgo?

Mira, me he preguntado por qué había un tumulto tan grande en Galiano y Trocadero. Parece que en mi barrio todo comenzó allí. En esa esquina no hay nada simbólico, nada que pueda tomarse como un emblema de la revolución. Al parecer, el inicio fue espontáneo, pero se fueron sumando centenares de personas. La falta de organización facilitó que la protesta se disolviera con bastante rapidez.

Podría decirte que la decisión de aquella gente me asombró. Estaban agresivos, enardecidos, no sé, cabrones, violentos, enrabiados, por llamarlo de alguna manera.

Esa misma noche me contaron que tres carros patrulleros en la calle Concordia no querían acercarse a la mole, y llegó un capitán y les gritó: "vamos pa'llá", o sea, para arriba de la masa. Y los otros policías respondieron: "no, nosotros no vamos pa'llá jefe, porque nos van a matar ahí".

Y realmente estaba difícil la cosa. Un vecino que es persona seria, me contó que en la calle Manrique agredieron a un general de las FAR, que probablemente pasaba por allí. Al ver lo que sucedía, el escolta, que era el mismo chofer, tuvo que abrir el maletero, sacar un fusil AK y disparar al aire. Sucedieron muchas cosas, pero uno no puede estar en varios lugares a la vez.


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