Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sociedad

Entre política migratoria y derecho materno

¿Qué potestad tiene el Estado sobre los hijos de los cubanos?

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¿Dónde estaba la devoción por los niños cuando sucedieron los tristes hechos del remolcador 13 de Marzo en los que murieron ahogados en el mar aquellos menores por los chorros de agua lanzados desde las unidades guardafronteras?

Los que tratan de huir desesperadamente de la Isla son los rehenes de las respectivas políticas de los gobiernos cubano y estadounidense, y así quedan sujetos a los vaivenes de lo que convenga, según las circunstancias específicas del momento.

El cuestionamiento de los derechos maternos de custodia sobre los hijos basado en criterios dependientes de la política, es injustificado y no tiene antecedentes. El fenómeno de la emigración ilegal no había asistido nunca antes a la pérdida de derechos de las madres, que se ha considerado siempre sagrado en Cuba.

¿Qué potestad tiene el Estado sobre los hijos de los cubanos?

Sin negar la absoluta irresponsabilidad de aquellos (padres y madres, y no sólo "progenitoras") que arrastran a sus hijos a una tan incierta aventura —muchas veces por desconocimiento real de los enormes riesgos o por las esperanzas de una posible reunificación familiar—, sería más objetivo analizar cuáles son las causas que empujan a cientos de cubanos cada año a la desesperada decisión de enfrentar condiciones tan adversas con el fin de salir de la Isla.

Una carta muy cómoda

La Ley de Ajuste Cubano es, como el embargo, una carta muy cómoda para el régimen de La Habana, pero ciertamente no es lo único que incita a la sostenida corriente migratoria de cubanos hacia el norte. Cabe preguntarse por qué son tantos los ciudadanos que quieren irse de un país que antes de 1959 era el destino soñado de miles de inmigrantes.

Hoy La Habana se arroga el derecho de exigir responsabilidades a "las madres que exponen a sus hijos a peligros extremos", mientras calla ladinamente las muchas muertes de hijos de esta tierra que ha enviado a pelear en guerras ajenas a otros países, los peligros a los que nos expone introduciendo, para cumplimiento de sus programas "solidarios" —y sin los debidos controles sanitarios—, un elevado número de extranjeros, a veces portadores de virus y otras patologías contagiosas que han sido transmitidas a la población cubana, y enviando a muchos de los especialistas de la salud a cumplir misiones internacionalistas, mientras deja lamentablemente abandonados los otrora flamantes programas de atención primaria de los cubanos.

Ignoramos qué medidas aplicarán los llamados Tribunales de Justicia sobre las madres implicadas en la fallida fuga. Sin embargo, es de prever que los mayores perdedores serán sus hijos doblemente castigados: primero sometidos al peligro y las angustias de la evasión (migración), ahora —por si fuera poco— separados de sus madres.

La Némesis cubana hace mucho tiempo cambió la balanza por el garrote.


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