Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Economía

Potaje de estadísticas

¿Cómo compaginar un cuadro teórico tan halagüeño con una realidad tan desoladora?

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Además, las estadísticas del ministro superan con creces las previsiones más optimistas de los organismos internacionales, como la CEPAL, y quedan también muy por encima de los cálculos que formulan los economistas independientes de mayor solvencia. Claro que es difícil evaluar la actuación de la economía cubana, dada la falta de información sobre aspectos fundamentales de su funcionamiento, la paridad artificial de las monedas y la casi imposibilidad de homologar los datos nacionales con los que se emplean en el resto del planeta.

Pero aun suponiendo que las afirmaciones del ministro reflejen exactamente la realidad del país, el cuadro de la economía nacional esbozado en su discurso es descorazonador.

La economía cubana entró en una fase de estancamiento en 1986, tres años antes de que cayera el Muro de Berlín. Prácticamente no hubo crecimiento alguno entre 1986 y 1989, y a partir de este último año el PIB cayó en picado hasta 1993. Hoy se calcula que en esos años la Isla perdió del 35 al 50 por ciento del PIB, con los consiguientes efectos sobre el nivel de vida de sus habitantes.

La recuperación iniciada a partir de 1994 —gracias a la apertura al turismo, la legalización del dólar, la autorización de las remesas del extranjero y otras reformas orientadas al mercado— perdió ímpetu a causa de las medidas estatistas y centralizadoras adoptadas de nuevo por el gobierno desde 1997.

Si los cálculos del ministro Rodríguez son exactos, Cuba apenas ha recuperado a finales de 2005 el PIB que tenía en 1986. Es decir, que la Isla no alcanza todavía a producir la misma cantidad de bienes y servicios que hace 20 años. Con el agravante de que ahora, a pesar de la emigración, el país cuenta con un millón más de habitantes.

O sea, que el ingreso per capita real es todavía de un 10 a un 15 por ciento menor de lo que fue en 1986 —año en que la vida en Cuba no era precisamente una maravilla, aunque el contraste con el Período Especial que vino después le confiera hoy un aura dorada en la memoria de muchos ciudadanos.

Lo que se anuncia

Para colmo, lo que se anuncia es aun peor. La nueva edición de la "ofensiva revolucionaria" que Fidel Castro lanzó el mes pasado va dirigida precisamente contra algunos de los factores que propiciaron la recuperación económica de 1994: la iniciativa privada, la recepción de divisas que envían los familiares exiliados, los servicios particulares, la producción de artesanías y los mercados campesinos.

Temeroso de la creciente autonomía personal que genera la independencia económica del ciudadano, el régimen se dispone a recoger cabos para dejarlo todo "atado y bien atado" con miras a la sucesión dinástica. Aunque sepa que al hacerlo machaca el magro bienestar que con mucho esfuerzo y gran inventiva había alcanzado buena parte de la población.

En una de sus canciones más célebres, Carlos Gardel asegura que "20 años no es nada". Como decía mi tía Clodomira, que en paz descanse, "si se los hubiera pasado aguantando el alumbrón, la tilapia, el camello y las marchas del pueblo combatiente, de seguro que otro tango cantaría".


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