Actualizado: 28/03/2024 20:07
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RTV Martí: Historia y estilo

Una serie incapaz de trascender la nostalgia y la catarsis

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El Colegio Universitario de Miami-Dade donó su serie de televisión educativa “Historia Cultural de Cuba” a RTV Martí, que irá tirando los 50 episodios sábados y domingos a las once de la mañana y de la noche. Tomás Regalado, director de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB), parece haber definido la audiencia prevista con esta declaración: “Cuando nuestros jóvenes escuchen y vean estos programas se van a dar cuenta de que Cuba es un pueblo valeroso, de que Cuba es un pueblo orgulloso”.

Wishful Thinking

La declaración es contrafáctica. ¿Un pueblo valeroso que lleva 60 años aguantando el castrismo? ¿Y orgulloso de qué? ¿Acaso de que ni Machado ni Batista pudieron llegar a una década en el ejercicio del poder dictatorial?

Así y todo, el meollo es otro.

Luego de arrostrar el bombardeo de la historia oficial por las vías escolares, mediáticas e incluso paisajísticas, los jóvenes cubanos jamás buscarán refugio en una historia alternativa, mucho menos los sábados y domingos por la noche. Muchísimo menos si la serie de historia cultural Made in Miami nada tiene que ver con su realidad ni sirve para nada en sus vidas.

La Dra. Mercedes Cros-Sandoval principió esta serie hacia 2013, que aborda sobre todo la Cuba pre-1959. Como si fuera televisión de esa misma época, la producción abunda en cabezas parlantes e imágenes fijas. No en balde se pueden contar con los dedos los episodios que pasan de 1 000 visitas en YouTube. Ninguno llega a 2.100.

Sobre la misma base, la Dra. Cros-Sandoval impartió Historia de Cuba a aquellos becarios del programa “Somos un solo pueblo” [1], que explotó como un ciquitroque. Desde entonces indicó el abismo entre su serie y la pretendida audiencia juvenil de RTV Martí: “Yo no tengo carácter para explicar lo que pasó en Cuba [después de 1959, pero mi padre [médico] tuvo que recoger tomates en Homestead y eso no lo puedo perdonar”.

Amén de soslayarse el problema histórico cardinal —qué pasó— la serie se queda ya sólo con la nostalgia y la catarsis como guías de la “historia espectacular”, según Regalado, de un pueblo “completamente único”, según la Dra. Cros-Sandoval.

Trifecta [2]

La serie Historia Cultural de Cuba presenta la nación cubana como algo grande. De este modo se apropia del pasado en clave de historia monumental. También insiste en figuras y hechos venerados por largo tiempo y así cultiva la historia anticuaria. A los jóvenes cubanos —tan oprimidos por las necesidades del presente y tan deseosos de librarse de cargas— sólo cuadra la historia crítica, que juzga y condena. Esa vendría con la serie “Cuba: 60 años de dictadura comunista”, que saldría al aire a partir del 1ro de diciembre y Regalado califica como “el proyecto más ambicioso” en la propia historia de RTV Martí. Por TV vienen seis episodios, uno por década, mientras que por radio saldrán 34.

Esta serie daría respuesta a la pregunta cardinal de qué pasó, pero ya en los avances del primer programa se nota que la premisa es presentar a Cuba en la década de 1950 como la clásica tacita de oro, pero el don de avivar en lo pasado la chispa de la esperanza tiene que vérselas, como advertía Walter Benjamin, con “enemigo no ha dejado de vencer” [3]. A tal efecto no basta articular históricamente lo pasado “tal como realmente ha sido”, según adelanta la serie, pues todo el mundo sabe que los vencedores cuentan una historia y los perdedores, otra. El imperativo estriba en sacar, como principal lección histórica de lo que pasó, por qué pasó y para qué nos sirve eso ahora. Ojalá la serie consiga satisfacerlo.

¿Receta equivocada?

Los juicios sobre las virtudes de Cuba y cubanos almidonados en el tiempo nunca llenarán el vacío que dejó dentro de la Isla la larga etapa castrista de usar la Historia con mayúsculas. Cuba anda hoy, como precisa Dr. en Historia Sergio López-Rivero, por el camino del “patriotismo quejumbroso y nostálgico [del] antiguo nacionalismo orgulloso de Fidel Castro”. Tras esfumarse el espejismo simbólico de ese fenómeno histórico denominado revolución cubana, se acabaron la Historia como vida de la nación y la Patria como religión de los cubanos dentro.

Cepillar la historia a contrapelo de la historia oficial no despertará interés si una época pasada se imagina nada más que virtuosa y el relato queda cifrado en episodios de los buenos contra los malos. Como estos terminaron ganando, la historia alternativa corre el riesgo de inducir a la ironía con respecto al presente e incluso al cinismo en el actual contexto pragmático kubizhe.

El imaginario colectivo del insilio dejó atrás la noción de destino, tras arraigar la mera búsqueda de futuro sin base en historias alambicadas, ya sean producidas en La Habana o Miami. Hoy prevalece la pura razón práctica, pero la imaginación sociológica del exilio sigue empollando una imagen irrecuperable del pasado. Para llegar con una historia crítica por radio y televisión a los jóvenes, hay que empezar por reconocer que ellos detestan las historias que instruyen sin animar y alegrar de inmediato, como la historia oficial. La alternativa está cargada de tristeza.

Coda

Quizás haga falta la historia, pero nunca como refinado paseo por estaciones selectas del pasado que “[será] pasado y no [podrá] nunca retornar”, como afirmaba San Nicolás [del Peladero].

Nota

[1] Artilugio de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) —a través de su Fundación para Derechos Humanos en Cuba (FDHC)— y el colegio universitario Miami-Dade.

[2] Vid.: Federico Nietzsche, De la utilidad y los inconvenientes de los estudios históricos para la vida (1874), Buenos Aires: Bajel (1945), 90 pp.

[3] Sobre el concepto de la historia [1940], Tesis VI.


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