Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

Víctimas de las lluvias y el desprecio

Siete muertos y numerosas familias que se quedaron sin vivienda, no impidieron que Castro dedicara siete horas a responder a la revista 'Forbes'.

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Las intensas y continuas lluvias caídas sobre la ciudad de La Habana, particularmente durante la tarde y noche del pasado 23 de mayo, dejaron un lamentable saldo de siete fallecidos, según cifras oficiales.

Lo paradójico del asunto es que en días anteriores se había desarrollado "exitosamente" y "con amplia participación" en todo el país el llamado Ejercicio Popular para la Reducción de Desastres "Meteoro 2006", cuyo objetivo —dijo el gobierno— es "organizar y comprobar los planes de medidas de la Defensa Civil para enfrentar el embate de huracanes y fuertes lluvias".

Los medios de difusión oficiales reportaron la participación en el ejercicio de "cientos de miles" de personas "organizadas en los Consejos de Defensa Provinciales, Municipales y de Zona", en un despliegue que involucró a diferentes grupos de trabajo de entidades del Estado: las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, organizaciones políticas (en referencia al Partido Comunista de Cuba y la Unión de Jóvenes Comunistas) y de masas, así como a la población de las áreas donde se realizaron los simulacros de incendios, evacuación, traslado de heridos, etcétera.

En todos los casos, la "maniobra ágil y efectiva" de las fuerzas desplegadas debía asegurar la tranquilidad de los ciudadanos ante las adversidades climáticas.

Dos días más tarde, los copiosos aguaceros en la capital se encargaron de desmentir la supuesta eficiencia de todo el aparato movilizado. La eficacia desplegada durante los simulacros se ausentó a la hora de enfrentar el evento real.

En La Habana, donde se concentran más de dos millones de habitantes, con un fondo habitacional mayoritariamente vetusto y en regulares o malas condiciones estructurales, con una red de alcantarillado en la que proliferan las tupiciones y roturas, y con deplorables condiciones higiénico-sanitarias (La Habana goza del dudoso prestigio de ser la ciudad más sucia de la Isla) que agravan los peligros de epidemias por contaminación de las aguas, la vulnerabilidad de la población y las instituciones demostró estar muy por encima de los cálculos.


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