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Maniobras de atraque

Cuba sabe ya lo que le viene encima: ruegos y mensajes diarios con hombres y mujeres en la radio, la televisión y mítines relámpagos que juran fidelidad sin condiciones.

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A más de 36 horas del anuncio del traspaso de poder de Fidel Castro a su hermano Raúl y después de un leve sobresalto natural, la maquinaria de propaganda del gobierno reconduce la vida cubana al mismo cauce de tedio, represión y quincalla política de los últimos años.

La variante es que Fidel Castro está, pero no está y el país se ha enriquecido de repente porque su salud acaba de pasar a formar parte del patrimonio nacional y la evolución eventual de su dolencia pasa a ser un secreto del Estado.

Ya sabe Cuba lo que le viene encima: lo que queda de año, por lo menos, con ruegos y mensajes diarios con hombres y mujeres en la radio, la televisión y mítines relámpagos que le juran fidelidad sin condiciones, se muestran encantados de esperar sus nuevas órdenes y confían en el poder de las ciencias revolucionarias para que Castro regrese a las tribunas.

Los nuevos líderes no hablan, ni sonríen aún en los balcones. Mandan también breves mensajes con una inclinación marcada y obvia a destacar la disciplina, los méritos, las glorias de las Fuerzas Armadas, soldados y oficiales.

Todo discreto, sin algarabías, al pie del libreto que camina, hoja por hoja, hasta el mismo lugar de donde había salido. Las grandes oficinas del Partido, los salones de reuniones de los otros jefes que barajan mucho y tienen fe.

Otra función del circo

El apoyo y el revuelo en otros mundos es enorme. Una decena de presidentes se preocupa y cuatro intelectuales de América Latina escriben textos húmedos y fuertes que volvieron a encontrar en los archivos de los años sesenta.

Se aplazaron las fiestas oficiales, se olvidarán por unos días los precios de los productos del mercado, donde un simple mamey ya vale 20 pesos y se apagan de un golpe los ruidos de las piedras contra los ómnibus escasos que ahora cobran como limusinas por un viaje a provincias.

Los derechos humanos, la libertad de prensa, la justicia. ¿quién piensa en esas cosas con todo esto que ha pasado, está pasando, pasa, va a pasar?

Los 316 presos políticos más adentro todavía, más olvido sobre sus cabezas y sus cuerpos supliciados y enfermos para los que nadie pide salud, ni recuperaciones en este mundo atribulado, loco y posmoderno.

Está en marcha, a toda marcha otra función del circo. En el país reina una absoluta calma, dicen con alegría los voceros. Todo normal, no pasa nada. Es tan poco lo que pasa y es tanta la normalidad que para mucha gente no es normal. Algo debió haber comenzado el lunes.