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¿En vísperas del entierro oficial?

No está claro si estamos ante un maquiavélico ensayo aprobado por Fidel Castro, o una estrategia de Raúl para ganar tiempo.

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Hace apenas un par de meses se anunció en Cuba la reorganización del Secretariado, el órgano administrativo del Partido Comunista (PCC) que fuera desmantelado por Fidel Castro en los albores del Período Especial para poder asumir el mando absoluto de su revolución en crisis a través de su Grupo de Apoyo.

Ese Secretariado, desde las estructuras del PCC, significaba un nuevo orden ungido por el Comandante en Jefe. Cuando Raúl Castro habló hace poco, en irrefutable discrepancia con Felipe Pérez Roque y Ricardo Alarcón, sobre el protagonismo y la misión histórica del Partido de preservar el legado del máximo líder y continuar su labor, confirmó al Secretariado como una especie de Consejo de Estado en ciernes. Dentro del Partido, todo; fuera del Partido, nada.

Ahora se le presenta al pueblo de Cuba, en el último segmento de la novela brasilera de turno, un cambio de mando temporal en boca de un insignificante Carlos Valenciaga, y con formato de arenga política. Los organismos que están para eso —el Buró Político y la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano designado en la Constitución de Cuba para la ratificación de cualquier cambio de gobierno— brillan por su ausencia. No se anuncia que son el Buró Político y el Secretariado quienes llevarán estas riendas temporales del país, sino una mínima lista de raulistas que han de apoyar al Número Dos.

El anuncio sería innecesario si no hubiera una crisis real dentro de la élite de poder. La noticia de un grupo provisional de mando carece de todo sentido, ya que las estructuras para un pase de mando están diseñadas de antemano. La lectura de un documento de nombramientos provisionales supuestamente firmado por el Comandante tiene todos los símbolos de la permanencia, por mucha temporalidad que quieran haberle dado.

¿Dónde está el equipo quirúrgico para ofrecerle al pueblo ánimo y confianza en la recuperación del Comandante? ¿Por qué no hay un parte médico oficial? ¿Dónde está la reafirmación de "estoy entero" como hubo cuando la operación de la rodilla? ¿Por qué la súplica de que no se lleven a cabo los festejos de su 80 cumpleaños el próximo día 13 de agosto?

Si notable es la ausencia de Ricardo Alarcón —la figura de la constitucionalidad, de la legalidad—, lo es aún más la de los comandantes de la revolución, la jerarquía histórico-militar más alta del país: Ramiro Valdés, Juan Almeida y Guillermo García. Ninguno es gente de Raúl.


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