Actualizado: 23/04/2024 20:43
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¿Quién es Raúl Castro?

«Nostálgico del comunismo, desconfiado de los intelectuales»

Domingo Amuchástegui, Jorge Edwards, Alcibíades Hidalgo y Juanita Castro retratan al número dos del régimen, hoy gobernante interino.

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A diferencia de Fidel, doctorado en leyes en la Universidad de La Habana, no concluyó estudios universitarios. Mientras su hermano se convertía en figura conocida en las bandas gangsteriles que dominaron la agitada política universitaria a mediados del siglo XX, Raúl escogió una temprana afiliación comunista que lo llevó en 1953 a Austria y países de la Europa del Este, en uno de sus escasos viajes fuera de Cuba.

Tras el triunfo de 1959, tuvo un papel central, junto al Che Guevara, en la derivación hacia las ideas del comunismo de la joven revolución. Reconocido luego por los dirigentes soviéticos como un hombre clave en las relaciones con Cuba y su difícil líder mercurial, fue protagonista de momentos cruciales de aquellas relaciones. Su encuentro en Moscú por instrucciones de Fidel con Nikita Jruschov ultimó los detalles del acuerdo para la instalación de cohetes con ojivas nucleares en Cuba que llevaría a la Crisis de Octubre en 1962.

Durante los largos años en que, junto a su hermano, han impuesto su poder sobre el resto de los cubanos, el menor de los Castro ha intentado contener dentro de cánones institucionales el desbordado individualismo del Máximo Líder. Impulsó, bajo exigencias soviéticas, la llamada institucionalización del país, adoptada en 1975. Bajo su supervisión directa se inició finalmente, tras 17 años de gobierno revolucionario, una organización del Estado y el Partido según moldes socialistas.

Como ministro de las FAR respaldó activamente la participación de tropas cubanas en las guerras de Angola y Etiopía, decididas, claro está, por Fidel. Fue también factor esencial en el regreso a Cuba de esas fuerzas, que llegaron a sumar cerca de 60.000 hombres, solamente en Angola.

En casi cinco décadas ha enfrentado múltiples contendientes por la preferencia de Fidel, con quien mantiene una contradictoria relación de subordinación total y apoyo imprescindible, nublada por la indiferencia del hermano mayor. Su poder sobre las instituciones militares se hizo absoluto en 1989, tras el affaire por acusaciones de narcotráfico contra el general Arnaldo Ochoa y los gemelos La Guardia que terminaría ante un pelotón de fusilamiento. Sus hombres de mayor confianza, integrantes de la poderosa Contra Inteligencia Militar, encabezaron la virtual absorción del Ministerio del Interior, considerado hasta entonces por las Fuerzas Armadas como un peligroso rival potencial.

Pragmático en temas económicos, adicto a los informes de los servicios secretos y a voluminosos expedientes sobre el resto de los dirigentes, desconfiado como su hermano de la cultura y los intelectuales, amante de sus cuatro hijos y siete nietos, despiadado en las decisiones en que se pone en juego la supervivencia del régimen, nostálgico del comunismo soviético, inexperto en relaciones internacionales, aficionado impenitente al vodka y el dominó y temido sin excepción entre la clase dirigente, el ministro, como se le llama respetuosamente en esos círculos, no es hombre que pueda describirse de una sola pieza.

Ahora, y todavía en la misma oficina donde nos encontramos hace 25 años —en la que suele pasearse alrededor de un monumental globo terráqueo semejante al que adornaba los despachos de los mariscales de la URSS— protagoniza el primer episodio de la obra más difícil de su vida: intentar prolongar el castrismo sin Fidel. Le deseo, de todo corazón, que no lo logre.

Juana Castro
Hermana de Fidel Castro y exiliada de Cuba desde 1964.

Son dos personalidades completamente diferentes. Fidel no escucha; tiene que ser lo que él dice. Raúl presta atención a lo que le dice la gente. Es más dialogante, más receptivo a los demás. Fidel se ha puesto enfermo porque dio un discurso de tres horas después de un viaje agotador a Argentina. Se puso a sí mismo a prueba a los 80 años.

Recuerdo cuando Raúl dijo: 'En Cuba no hacen falta fusiles; hacen falta frijoles'. Me impresionó. Recuerdo que pensé: 'Ese muchacho está pensando mejor que su hermano'. Si se lleva a cabo el relevo de poder en Cuba, tal vez pudiera haber algo de luz al final del camino.

Dicen que Raúl quiere aplicar el modelo de China en Cuba. Eso sería aceptable sólo como un paso previo a la democracia. Porque China tiene libertad económica, pero es una dictadura férrea. En cualquier caso, cualquier modelo es mejor que el que tiene Cuba ahora.


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