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Historia

El papel de Cuba en el narcotráfico

Contrabando, juego y consumo de drogas en la Isla entre los años veinte del pasado siglo y comienzos de la revolución.

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Nota introductoria de la periodista Tania Quintero

Cuando en julio de 2002 el doctor Eduardo Sáenz Rovner, profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas e investigador del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, decidió tomarse un año sabático, probablemente no pensó que el resultado de esos doce meses le llevaría a la elaboración de un libro valiosísimo. El volumen marca un antes y un después en un tema tan enjundioso como escabroso: narcotráfico, contrabando y juego en Cuba entre los años veinte y comienzos de la revolución.

Con 278 páginas y editado en 2005 por la Colección CES de la Universidad Nacional de Colombia, La Conexión Cubana es hoy un texto imprescindible para quienes con seriedad y equilibrio se hayan propuesto estudiar Cuba, su pasado, presente y futuro.

A partir de una información aparecida en la prensa en 1956, Sáenz decide adentrarse en archivos, bibliotecas y centros de documentación de tres países. Vencidos ciertos escollos, logra investigar sin problemas en La Habana, aunque el dogmatismo y la burocracia se lo impiden en Camagüey. En Miami y otras ciudades estadounidenses puede trabajar con entera libertad y más cómodamente. En su país recibe el calor y apoyo necesarios para redactar el libro.

La saga sobre el narcotráfico, contrabando y juego en Cuba, que abarca casi todo el siglo XX, no termina con La Conexión Cubana. El autor ha retomado la investigación y en una segunda obra mostrará el desarrollo de las redes de narcotraficantes cubanos y colombianos a partir de las décadas del sesenta y setenta.

Entretanto, les ofrecemos un avance del libro, resumido en una conferencia impartida en 2004 por el profesor Sáenz en México:
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A finales de diciembre de 1956, y con un cargamento de heroína evaluado en 16.000 dólares, fueron capturados en La Habana los hermanos Rafael y Tomás Herrán Olozaga. Rafael era químico, Tomás era piloto, y eran hermanos gemelos originarios de Medellín, Colombia. También fueron arrestadas dos mujeres colombianas, una de ellas había ayudado a introducir la droga en Cuba, la segunda era la esposa de Tomás y operaria como "courier" hacia Estados Unidos, aprovechando que era estudiante universitaria en Filadelfia. Con los colombianos fue capturado Antonio Botana Seijo, de nacionalidad cubana.

Los Herrán Olozaga confesaron que ya habían llevado drogas a Cuba en el pasado, aparentemente estaban en el negocio desde 1948. Después de su captura, todos, exceptuando Tomás, salieron baja fianza y se fueron para Mérida. Tomás, aparentemente el jefe de la banda, estuvo un año preso en Cuba y una vez libre regresó a Medellín. En febrero de 1957, agentes del Servicio de Inteligencia de Colombia, ayudados por un oficial antinarcóticos de Estados Unidos, allanaron el laboratorio de los Herrán en las afueras de Medellín.

Los hermanos Herrán Olozaga provenían de la élite colombiana. Su tatarabuelo y bisabuelo, Tomás Cipriano de Mosquera y Pedro Alcántara Herrán, habían sido presidentes de la República durante el siglo XIX. Su abuelo, Tomás Herrán, nacido en el Palacio Presidencial, firmó el frustrado tratado para la construcción del Canal de Panamá en 1903. El padre de los Herrán Olozaga fue cónsul de Colombia en Hamburgo y se casó con una mujer emparentada con el principal clan de industriales de Medellín.

Los hermanos Herrán Olozaga fueron los pioneros en el procesamiento y tráfico de drogas entre Medellín y Cuba y Estados Unidos a mediados del siglo XX. Sus actividades en Cuba me llevaron a tratar de seguirles la pista en el fondo del Departamento de Justicia de los Archivos Nacionales de Estados Unidos y en el Archivo Nacional de Cuba.

La cantidad de información que encontré sobre el narcotráfico, el juego y el contrabando en Cuba me llevaron a otra investigación, algunos de cuyos resultados presento en esta conferencia.

La dinámica economía de Cuba tuvo una gran integración a las corrientes migratorias y el comercio internacional durante las primeras décadas del siglo XX. El desarrollo de las comunicaciones tanto marítimas como aéreas contribuyó al contrabando y al narcotráfico. Los grupos de narcotraficantes eran locales, compuestos primero por inmigrantes radicados en Cuba, eventualmente por cubanos. Estos inmigrantes desarrollaron redes con Europa, el Medio Oriente, Sudamérica y Estados Unidos.

Cuba, por tanto, no fue una simple "víctima", sino que jugó un papel muy activo en el narcotráfico. De otra parte, la Isla tenía una herencia de contrabando, un sistema ineficiente de justicia y una corrupción rampante y generalizada.

Las personas condenadas por tráfico y consumo de drogas eran pobres, pequeños traficantes o consumidores, generalmente de marihuana, o inmigrantes chinos acusados de fumar opio. Los traficantes más importantes de cocaína y morfina escapaban de la justicia y si eran capturados salían bajo fianza.


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