Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Historia

El papel de Cuba en el narcotráfico

Contrabando, juego y consumo de drogas en la Isla entre los años veinte del pasado siglo y comienzos de la revolución.

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II

Durante la prohibición del alcohol de los años veinte en Estados Unidos, se llevaban grandes cantidades de licor de contrabando desde Cuba hacia Norteamérica. El contrabando era principalmente de rones, aunque también incluía vinos y otros licores. Había capitanes de barcos y tripulaciones norteamericanas, aunque también había cubanos y marinos de otras nacionalidades, como británicos y españoles.

El modo de operación de estos contrabandistas era cargar legalmente el licor en Cuba (generalmente desde La Habana) y presentar un manifiesto en el que declaraban como puntos de destino puertos generalmente en Honduras, pero también en Belice, Guatemala, las Bahamas y México, para en realidad dirigirse finalmente a la Florida, Luisiana, Georgia y Nueva York.

La mayoría de las embarcaciones eran de bandera norteamericana, británica, cubana y hondureña. Las naves que portaban esta última nacionalidad pertenecían en realidad a los otros países y aparecían matriculadas en Honduras para pretender una coartada supuestamente más sólida. Cuando se les hacía un seguimiento, los capitanes de los barcos recurrían a las mismas excusas: habían perdido su manifiesto o estaban navegando a la deriva debido al mal tiempo o a daños en sus embarcaciones. Los contactos en La Habana eran cubanos y norteamericanos, quienes operaban a través de empresas comerciales legales e incluso como agentes de aduana.

Las rutas de contrabando entre Cuba y Estados Unidos eran utilizadas para el comercio ilegal de otros productos, como cargamentos de frutas cubanas llevadas a la Florida, y cigarrillos norteamericanos introducidos en la Isla. Y además, el trafico de narcóticos desde Cuba hacia Estados Unidos corría paralelo al de licores.

Las actividades de contrabando entre Norteamérica y Cuba se remontan por lo menos al siglo XVIII. El historiador Manuel Moreno Fraginals señala como el contrabando no tenía para muchos "una connotación delictiva", de hecho, varias ciudades debieron su prosperidad durante la Colonia al contrabando.

En una comunicación de mediados de diciembre de 1924, la representación diplomática norteamericana en Cuba informó: "La Habana se ha convertido en la base principal para operaciones de contrabando (…) Cuba no es solamente la base para el contrabando de licores, sino también para el contrabando de narcóticos e inmigrantes ilegales".

Droga e inmigración ilegal

El contrabando de inmigrantes ilegales entre Cuba y Estados Unidos era principalmente de chinos, aunque también se reportaron numerosos casos de contrabando de inmigrantes de diversas nacionalidades, desde españoles hasta griegos y armenios, que se hacía en las mismas embarcaciones del contrabando de licores.

Cuba se pobló con diferentes olas migratorias. Esto reflejaba su composición étnica en las primeras décadas del siglo XX. Más de medio millón de españoles, principalmente gallegos, asturianos y canarios, constituían el 16 por ciento de la población de Cuba hacia finales de los años veinte. Además, había numerosos residentes de origen chino, jamaiquino, haitiano, árabe, norteamericano y europeo no español. Muchos inmigrantes españoles prosperaron y se calcula que para 1932 casi 43.000 negocios estaban en manos de españoles en Cuba en diferentes ramos del comercio, los servicios y la industria. Pero por encima de todo, los españoles dominaban el comercio.

Las drogas ilegales venían inicialmente de Europa. Por ejemplo, se reportó que dos barcos de la Compañía Transatlántica Española llevaban narcóticos. Los barcos de esa compañía habían trasladado inmigrantes españoles durante años en rutas que cubrían diferentes puertos españoles antes de arribar al Nuevo Mundo. Los narcóticos provenientes de Europa eran traídos también en buques alemanes e italianos. Estos narcóticos provenían de Marsella, principalmente, y de Hamburgo.

El opio se llevaba a Cuba para el consumo de los chinos que vivían en La Habana. Con la migración masiva de chinos a diferentes partes del mundo, muchos emigrantes, generalmente solteros, pobres y solitarios, llevaron el hábito de fumar opio a las tierras donde se establecieron.

Cuba fue el principal país latinoamericano receptor de inmigrantes chinos. Entre 1847 y 1874 entraron por encima de 100.000 culies (trabajadores con contratos de servidumbre) chinos a la Isla. Los chinos fueron llevados para resolver un problema de oferta de mano de obra en las haciendas azucareras. En una segunda oleada migratoria, esta vez de personas libres, entre 1903 y 1929, llegaron alrededor de 20.000 chinos a Cuba. Y aunque los inmigrantes chinos se encontraban por toda la isla, La Habana se constituyó en su principal concentración urbana en las Américas, después de San Francisco y Nueva York.

El Barrio Chino, versión habanera del Chinatown, creció y se consolidó como punto de reunión de los asiáticos, aunque muchos de estos habitaban y tenían sus negocios en diferentes puntos de la ciudad. Los chinos en Cuba dominaban la distribución minorista de frutas y verduras, lo mismo que otros negocios pequeños como la venta de comida y lavanderías.

Las estadísticas oficiales muestran que un alto número de los arrestos por consumo de drogas en las primeras décadas del siglo se hacían entre las personas de origen chino. Los reportes de la policía señalaban que "los fumadores y viciosos del opio son casi todos chinos" y que de los 2.255 adictos por drogas ingresados al Lazareto del Mariel hasta 1936, la mitad eran chinos.